Paso de Mahoma. Revista Oxígeno |
En los últimos años esa potencia se
ha hecho determinante para un número cuasi infinito de ciudadanos.
Ideada y extendida por empresas turísticas, alcanzó pronto un alto
número de participantes ávidos de destacar socialmente por la
capacidad de sus gónadas. Este nuevo estilo de despunte social está de moda desde hace años. Y se extendió por todos los campos de las
actividades de riesgo. Hoy tiene presencia habitual en el montañismo,
la espeleología, el barranquismo, rafting, puenting y otras
aventuras. Si usted visitaba antaño, en feliz sosiego, una
montaña emblemática, olvídese de disfrutar hoy de ella de la misma
manera. Lo más normal es que se encuentre como en un vagón del
metro de Madrid, Berlín o Barcelona a hora punta.
Gregarismo humano
Gregarismo humano
Los aficionados de toda la vida a los
deportes de riesgo hemos venido observando con justificada
preocupación cómo una y otra vez nuestras queridas montañas se
iban poblando de gentes que, como rebaños de ovejas, seguían
fielmente a su guía y pastor. En Alpes, ya en los años
setenta, llegué a ver ringleras de turistas subiendo por las
heladas rampas del Mont Blanc, rebasado el Goûter, en
riguroso desfile procesional, atentos a las indicaciones del primero
de la fila. Pronto comenzó a extenderse la masa humana a las
principales cumbres de la cordillera alpina. La himaláyica parecía
resistirse a invasiones, pero, poco a poco, con el apoyo de empresas
internacionales de turismo, acabó también en un caos similar.
Everest. National Geographic |
Recientemente, más de doscientas
personas esperaron en la arista final del Everest a tener
expedito el acceso a la cima. Algunas murieron. Subían
siguiendo a expertos alpinistas a sueldo de empresas de turismo
internacionales. Casi de manera simultánea se registró una escena
similar en el Aneto, de cumbre aragonesa, robada ocasionalmente por
un necio separatista que la incluyó en su plan de Países
Catalanes, como si en esas hermosas montañas oscenses fuera el
catalán idioma común. Tuvo que ser un suecano, Joan Fuster, de
mente febril y estrecha, quien inventara ese territorio ficticio con
la intención de borrar la realidad histórica y geográfica de
las regiones que proponía incorporar.
Pero sigamos en la montaña. La foto
de decenas de turistas en el Puente de Mahoma, paso final para
pisar la cumbre del Aneto, es tan patética como la del
Everest, salvando las distancias en altura, magnitud y
dificultad entre ambas cimas. ¡Qué horror! La cantidad de basura
que se acumula en estas concentraciones deteriora el medio vital. El
riesgo de accidente persiste, pero más aún cuando se ataca el
objetivo de manera masiva. Está visto: para destacar socialmente hay
que echarle güevos. La cultura y la educación son poca cosa
comparadas con el Paso de Mahoma o la terrorífica arista del
Everest. Todo es cuestión de testosterona. Cuanta más tengas, mejor
valorado serás socialmente.- JT
Uy el Aneto!. Y Gredos, y Picos, y Navacerrada. Esto no hay quien lo pare. Se suele decir que no se pueden poner puertas al campo pero yo propongo que donde hay masas humanas se instale algún control. Luego viene los rescates y guardias civiles y montañeros expertos deben exponer sus vidas. Más control¡¡¡¡
ResponderEliminarEn una de mis visitas al Breithorn aluciné cuando vi una cordada de dos calzando tenis. ¡¡¡Por la nieve y en aquellas alturas¡¡¡.
ResponderEliminar¡Ay, Señor! Esto de las multitudes que "descubren" la montaña se ha convertido en "norma" (entrecomillado como usual... nada que ver con correcto... No sé si me explico).
ResponderEliminarEn otro orden de cosas, sugiero utilizar, para el lugar donde se atascan gentes... en el Aneto, claro... el término "Paso de Mahoma", es el correcto.
Un abrazo, José.
Suscribo tu opinión, Carlos. Poco a poco, las montañas se cubren de gentes ansiosas de glorias. Todos tienen derecho a vivir emociones, faltaría más, pero ha de hacerse pensando en el respeto a la naturaleza, en mantener pura su integridad, no haciendo cola como en un concierto de Lady Gaga. ¿Paso o puente? También le llamo paso. Como sabes, fue bautizado por un francés en el siglo XIX con el apelativo de Paso de Mahoma, porque la estrechura de esa arista granítica le recordó el filo de la cimitarra musulmana que, según la leyenda, conduce al paraíso. Imaginación no le faltaba al gachó. Un abrazo, amigo, con el deseo de volver a tus predios toledanos.- JT
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