jueves, 22 de octubre de 2020

Moción de censura: marcando territorio

En el mundo animal hay algunas especies que registran su propiedad por medio de la micción. La usan como advertencia al intruso, para que este sepa a quien pertenece el terreno que está pisando. Además, sirve para proteger de amenazas a la manada que el líder controla. Esta característica de los cánidos y de otros animales la vi en la sesión de ayer del Congreso, donde las señoras y señores diputados debatieron sobre una moción de censura al presidente del Gobierno. Fue larga, de intervenciones reiterativas y contumaces, y con resultado previamente conocido: fracaso absoluto. El señor Sánchez y su corte de ministros seguirán, pues, ejerciendo el gobierno de la nación.

Final previsto: Sánchez sigue. EFE
Pero no, no voy a equiparar el comportamiento de los diputados con el de los cánidos. Líbreme el cielo de llegar a tan grosera comparación. Aunque sí he observado que mientras el animal usa la orina para defender su independencia, el político, en este caso, acude a la palabra para hacer lo mismo, es decir, lanza la advertencia de que este es mi territorio, que nadie se llame a engaño y que quien pretenda invadirlo se las entenderá conmigo. Escuchando la intervención del señor Casado, líder del PP, en contra de Vox, quedó claro que los populares tratan de afianzarse en el centro político, zona donde se encuentra el mayor caladero de votos. Casado fue implacable con su socio de gobierno en comunidades autónomas. Sólo le faltó calificar de fascista al señor Abascal para completar su duro -aunque esta vez brillante- discurso. Abascal se mostró contrariado por los ataques del líder del PP, pero como buen caballero expresó su intención de seguir apoyándolo para impedir el avance de la izquierda, en especial de la extrema izquierda y de los secesionistas.

Desprecio y odio
En realidad la sesión no nos dio nada nuevo, salvo el marcaje de territorio realizado por la derecha. Todo estaba previsto. Todo estaba preparado para machacar a Vox. Sánchez estuvo frío y distante en sus intervenciones, como es habitual en él. El vicedós quiso ofrecer en plan papucho un discurso de alto nivel, con muchas citas (no sé si de libro o de Wikipedia) y con despliegue pedagógico para demostrar sus dotes de profesor. A su vez, Adriana Lastra, portavoz del PSOE, estuvo floja. Leyó los papeles en tono monótono, hasta el punto de que al cabo de un rato dormía a las ovejas. Y los demás como siempre. Caña al mono (en este caso a Vox), con expresiones de desprecio absoluto: fascistas, franquistas, antieuropeos, racistas, etc. Por algunas bocas vi salir desprecio, odio, basura, cuando lo que uno espera de tan altos representantes es un comportamiento ejemplar, aunque encierre dureza, para que los demás aprendamos de ellos.

En resumen, dieron un mal ejemplo de civilidad. Todos. Hasta esa derecha (ahora autoproclamada centro) que ayer se salió de madre. Muchos de sus representantes interrumpieron la intervenciones de diputados de la izquierda con gritos y palabras gruesas. Así pues, con estos gobernantes y sus socios, con estos parlamentarios, no debe de extrañar que la pandemia crezca, la división de poderes esté en entredicho y la monarquía, ejercida por un joven rey cuya legitimidad fue refrendada el 19 de junio de 2014 por las Cortes Españolas, se vea amenazada por comunistas y visionarios independentistas con la intención de establecer una nueva república a la que poder controlar.- JT

viernes, 2 de octubre de 2020

Jurar o prometer, y despreciar lo aceptado

Jurar o prometer son dos términos que tienen el mismo significado, el mismo grado de responsabilidad para quienes los utilizan. Un testigo no puede mentir ante el juez por mucho que prometa o jure no hacerlo. Estaría expuesto a una pena de prisión. La promesa, en estos casos, tiene la misma responsabilidad moral y jurídica que el juramento. El uso de una u otra fórmula es cuestión de ser ateo o creyente. El primero suele prometer, el segundo jurar. Ahora bien, en el mundo de la política se transgrede de manera manifiesta y descarada lo prometido en una toma de posesión, cuando tanto los nuevos altos cargos como los representantes del pueblo en las Cortes tienen la obligación de prometer o jurar de acuerdo con la ley y observar absoluto respeto al compromiso que han asumido.

(ConNuestroPeru.com)

Estos días vemos cómo algunos miembros de Gobierno toman su promesa por el pito del sereno. Y lo más indignante es que no pasa nada. Se levanta mucha polvareda informativa, se acalora el clima en los debates mediáticos, pero no ocurre nada más, no hay ninguna acción legal contra tan ignominiosa falta de respeto a la ley. Aunque de cuando en vez aparece un jurista progre que interpreta la libertad de expresión a su manera, para poner en duda la ilegalidad de tan infame desprecio a nuestra Constitución y demás leyes y, por ende, a los ciudadanos. Estamos bajo la égida insoportable de insolentes personajes, propios de novelas cervantinas, lejos de la realidad social y económica de nuestros días. Novelas de pícaros, golfos, mentirosos y falsarios. Unos por estrategia política, otros por consentimiento, resquebrajan con su intolerable proceder la España tranquila y productiva de los últimos cuarenta años.

Cayó Quim Torra  

Firme sentencia del Tribunal Supremo, en mi opinión merecida, pero corta, la impuesta a un político que lleva tiempo ofendiendo a sus compatriotas españoles de palabra y obra con insultos como bestias carroñeras, hienas, etc. Quim Torra el Inhábil se cree un ser superior, no sé por qué, cuando él no destaca en nada, ni tan siquiera en política, solo en secesión, no sabe gobernar, ahora levanta el puño, ¿ya es comunista? Vaya vaya, !qué ingenuidad! Desobedeció la ley y esta le cayó encima: año y medio de inhabilitación para ejercer cargo público y multa de 30.000 euros. Poca condena si se tiene en cuenta su arrogante actitud de desobediencia reiterada a la justicia. El telón se corre, pues, tras una desastrosa etapa de gobierno, pero el actor principal se lleva en la mochila el sustancioso retiro de los ex: un ochenta por ciento de su sueldo anual de 153.235 euros. Y cuando se jubile, más de 90.000. Todo un chollo. No debe de extrañar que haya tanto candidato a cargo público de alto nivel.- JT