miércoles, 22 de julio de 2020

Los “peleones” primeros ministros de la Unión

Lo menos que hay que pedir al miembro de un gobierno es cuidar el lenguaje. La vida diaria nos lleva a admitir como normales términos que en boca de un alto cargo no suenan bien. Y menos cuando ese cargo es nada menos que la señora González Laya, ministra de Asuntos Exteriores de España. Hoy ha sido entrevistada en televisión. La periodista centró las preguntas en el tema del día, la aprobación de ayudas de la Unión Europea para la recuperación de economías como las de España e Italia, maltrechas por la pandemia. En su respuesta, la señora Laya calificó de peleas lo que fue discrepancia, controversia o discusión entre los primeros ministros participantes en las reuniones para la aprobación del plan de ayudas.

Las peleas las protagonizan los políticos populistas. Es un término que contiene dureza, cargado de violencia verbal o física o ambas a la vez. Suena raro oírlo en boca de una ministra que representa a España en el mundo. ¿Pelearse para aprobar un presupuesto excepcional?, ¿pelearse políticos de primera categoría, primeros ministros de gobiernos europeos? A tan absurdo comportamiento no se ha llegado. La diplomacia, la educación, las buenas formas imperan en las relaciones entre países civilizados. Nuestra ministra de Exteriores debiera seguir el ejemplo y desechar expresiones que los ciudadanos menos preparados, y muchos hay aún en esta viña del inamovible señor, pueden llegar a creer que en esas reuniones hubo gritos, insultos (están de moda) y hasta bofetadas.

Pero no todo ha sido discusión y polémica. Nuestro premier regresó eufórico de Bruselas, con gesto de haber ganado una nueva batalla de las Navas de Tolosa en la que en vez de luchar contra los almohades cargaba contra la inmensa deuda que acumula España. Todo su séquito, feliz. ¡Clap, clap, clap, clap…!, sonaban los aplausos de los veintidós miembros del Ejecutivo de Sánchez, mientras este, en vir triumphalis pero sin cuadriga, entraba en sus aposentos a modo de divinidad política, balanceando los brazos, sonriente, eufórico, como general de la vieja Roma tras ganar una gran batalla. Sólo le faltó la corona de laurel y un desfile procesional por todo Madrid para completar el sainete.- JT

P.D.- Disculpas a los habitantes de los pueblos zamoranos de Peleas de Arriba y Peleas de Abajo. Bien pacíficos que son todos ellos. La carga histórica de las diferencias de antaño entre moros y cristianos les ha legado un topónimo impropio de gentes solidarias y trabajadoras.