domingo, 7 de febrero de 2021

Intolerables ataques a una formación política legal

Tras las agresiones de separatistas al público y a políticos de Vox en los mítines de Cataluña, queda clara la necesidad de usar a la Policía Nacional y Guardia Civil para garantizar el pleno funcionamiento de la democracia en España. Si los Mossos no dispersaron a los agresores separatistas, ni realizaron detenciones, habrá que averiguar la causa de su comportamiento. No será difícil saber si la orden provino de sus jefes directos. Mas si se trata de una decisión política, será la fiscalía la que deba ejercer de manera inmediata acciones legales contra quienes toman la democracia por el pito del sereno.

Presumimos de tener una de las mejores democracias del mundo, pero las excepciones son evidentes y reiterativas. Vox es un partido con representación parlamentaria, la tercera fuerza política del Congreso de los Diputados, respaldada por más de cuatro millones de votantes. Ningún gobierno serio, democrático, permitiría que se le atacase con violencia por exponer sus ideas en una campaña electoral. Aquí se permite todo, porque la política se polariza en fachas y comunistas, como si se quisiera dividir de nuevo en dos extremos al pueblo español. Hemos pasado en los años treinta por una guerra terriblemente cruel, por un conflicto de enemistad incontrolada entre vecinos e incluso familiares, avivado en gran parte por odios y envidias. Hoy surgen de nuevo movimientos en busca de la confrontación, los alientan políticos carentes de una educación social e histórica rigurosa. No hay que olvidar que la Cataluña separatista ya cumplió en el pasado sus deseos de independencia. Fue anexionada por Napoleón a Francia en el siglo dieciocho. Logró, pues, en aquellos tiempos, su anhelada separación de la corona de España, pero retornó pronto a su origen sin aprender la lección que le dio la historia.

Ni milito ni soy votante de Vox. Me he movido siempre en otros espacios políticos. Sin embargo, debo decir que la pasividad de las autoridades competentes ante sucesos como los de Vic y de otras localidades catalanas evidencia el respaldo de los responsables del cumplimiento de la ley a acciones repugnantes, a hechos que contribuyen a calentar aún más la situación en una comunidad dominada por enemigos de España. Son todos ellos personas de presumida arrogancia, portadores de un aireado complejo de superioridad. Si lo que unos y otros buscan es pasar de la algarada violenta a situaciones de extrema tensión, no van a quedar defraudados. Tarde o temprano tendrán la respuesta de un pueblo dormido aún por años de bienestar económico y social; la respuesta de gran parte del pueblo español, harto de tanta estupidez política, de tanta pasividad ante la violencia, de tanta malsana expresión de odio y, sobre todo, hastiado de un gobierno incapaz de mantener el ejercicio de la democracia en su sentido estricto de limpieza y perfección.- JT