martes, 17 de agosto de 2021

Afganistán: fin de la guerra, vuelta a la esclavitud


Líderes talibán ocupan sin resistencia el despacho del presidente afgano huido. Foto EFE
Hubo tantos muertos de las tropas internacionales en Afganistán, ¿para qué? Tanto esfuerzo militar, ¿para qué? Tanto gasto, ¿para qué…? ¡Maldito sea! ¿Para qué se ha empleado tanta fuerza y sacrificio durante décadas, en busca de paz, de respeto a los derechos humanos, de igualdad entre hombres y mujeres; en busca de una democracia que no llegó ni llegará porque primero Trump y ahora Biden tomaron la decisión de retirar sus tropas de ese país? ¿Estamos ante otro error histórico? El talibán no es una especie en extinción, sino todo lo contrario. Y sus seguidores aumentan, porque el miedo a ser asesinado obliga a muchos afganos a entrar en una nueva inquisición islámica impuesta por fundamentalistas sin escrúpulos. Cunde, pues, el terror social. Con la caída del presidente Ashraf Ghani, las mujeres pierden los pocos derechos alcanzados en los últimos años, pasan a ser esclavas del hombre, retornan al medievo en su diario quehacer. ¡Qué horror! ¿Y Biden tranquilo?

Los integrantes del movimiento talibán se formaron en los años noventa en la zona fronteriza del país con Pakistán. Eran grupos de estudiosos del Corán en su línea suní, la más dura del islamismo. En 1996 ya estaban preparados para defender y fomentar la implantación de una doctrina de extrema rigidez y dureza. El adoctrinamiento de esos estudiantes comenzó tras la retirada de las tropas rusas de Afganistán en 1988. Los soviéticos debieron dejar mal recuerdo en los afganos, y tal vez por eso muchos jóvenes optaron por acudir a las mezquitas, alentados por emires extremistas, a buscar en la religión el cauce que moviera sus vidas contra los valores de occidente. Prefirieron la aplicación de la sharía (ley islámica) más radical a una democracia en la que los derechos de libertad, opinión, igualdad, etc. estuvieran protegidos por la ley.

Soldados españoles muertos
No sé si Biden tendrá a estas horas la conciencia tranquila, no sé cuántos españoles renegarán de la apresurada y quizás errónea decisión del presidente norteamericano, pero en nuestro recuerdo llevaremos para siempre a los cien militares muertos, además de intérpretes y policías, desde que en 2002 España los enviara a Afganistán a prestar asesoramiento y ayuda en busca de paz, bienestar y buen gobierno. Muchos de los fallecidos pertenecían a la Brilat de Figueirido (Pontevedra). Occidente gastó miles de millones en este conflicto armado, todo un dineral perdido y mal empleado porque no sirvió para cumplir sus fines. Hoy, con la retirada de las tropas de Estados Unidos, el país se lo han entregado a los extremistas suníes.

La duda de si en 2001 Norteamérica envió soldados a Afganistán en busca de Bin Laden como único objetivo sigue sin despejarse
. Podría haber más razones. No debemos olvidar que ese país centroasiático almacena en el subsuelo una cuantiosa variedad de minerales, entre otros cobre, oro, litio, petróleo, uranio, piedras preciosas, etc., riqueza que expertos tasadores valoran en miles de billones de dólares. Por otra parte, tanto la URSS como USA tardaron bastante tiempo en cerciorarse de que no iban a triunfar en esas largas guerras. Y ahora, Joe Biden echa la culpa a la respuesta ineficaz de las tropas del gobierno de Afganistán, pero no parece admitir que en un territorio montañoso como el afgano resulta difícil la lucha con medios convencionales. Esta tarea correspondió a las tropas de Ghani, profesor y antropólogo y ya expresidente huido del país. En los últimos años hemos podido conocer la ineficacia de su ejército, no solo en las batallas, sino también, y sobre todo, en la defensa de aldeas, pueblos y ciudades. ¿Estaban sus tropas mal instruidas en las tácticas y materiales de guerra, o escaseaba el ánimo para derrotar al enemigo ante el temor a que una victoria Talibán traería para ellas graves consecuencias? - JT