domingo, 10 de septiembre de 2023

El terremoto, un peligro imposible de evitar

Foto de una calle afectada por el seísmo. CNN

No es necesario que haya guerras para destrozar lo que el hombre ha construido y liquidar seres humanos. Llevamos varios decenios sufriendo terremotos devastadores. Y por si eso no fuese poco, hay países, como es el caso de la Rusia de Putin, que ejercen de máquinas destructoras sin necesidad de que sean los seísmos los que acaben con vidas humanas.

El terremoto de Marruecos, que lleva ya registrados más de dos mil muertos y otros tantos heridos, y la destrucción de edificios de distintos tamaños y estructuras, es un fenómeno más de la composición de la corteza terrestre y de su manto. Hace miles de millones de años el planeta Tierra se creó formando una bola de intensísimo calor. Poco a poco se fue enfriando, pero dentro de su núcleo profundo la temperatura sigue hoy en los seis mil grados, es decir, parecida a la del sol.

La parte más superficial de la corteza terrestre está formada por la llamadas placas tectónicas. Hay más de una decena y están en permanente movimiento. Especialmente agresivas son la Euroasiática y la Africana. Ellas producen devastadores seísmos. España, por ejemplo, está sobre la placa Euroasiática. No así Ceuta, Melilla y las islas Canarias, que reposan sobre la Africana. Además, al chocar las placas entre sí se producen elevaciones montañosas que van creciendo mientras se mantiene la presión entre ellas. Así es como la cordillera himaláyica, por ejemplo, no deja de aumentar sus altitudes aunque sea muy lentamente.

Como antes digo, en los últimos siglos son muchos los terremotos destructores que se han registrado en todo el planeta. Revisando datos históricos recordamos que el mayor seísmo ocurrido hasta hoy lo tuvo China, en el siglos XVI. Causó la muerte de más de ochocientas mil personas. Más cercano en el tiempo tenemos el de Chile, en 1960, cuya potencia alcanzó los 9,5 grados. Una barbaridad porque, según los expertos, a partir de los siete grados (escala Richter) los daños que se producen son muy graves, y ya no digamos si la magnitud llega a ocho.

Un país sumido en el dolor

Marruecos sufrió en 2004 un seísmo de magnitud 6,3. Fue en la zona norte del país. Produjo centenares de muertos y heridos. El seísmo de estos días ha sumido de dolor al país vecino y también a todos los que por encima de diferencias ideológicas y espirituales sufrimos la pérdida de seres humanos. La causa principal de los terremotos son los movimientos de las placas tectónicas, en este caso la Euroasiática y la Africana que cimenta a Marruecos. Para evitar consecuencias catastróficas, se debe de tener muy en cuenta el material a usar en la construcción de edificios. Deben ser más flexibles que rígidos para evitar su derrumbe, como se hace en otras zonas de la Tierra, por ejemplo en Japón. La madera es un elemento bastante sismorresistente. También el uso del hormigón o el acero estructural. Otra opción importante para evitar o reducir daños graves en caso de seísmo es edificar sobre suelos rocosos o, al menos, firmes y sólidos.

Entre los testimonios de pesar y solidaridad por lo ocurrido, expresados por nuestros gobernantes a Marruecos, tiene especial relevancia el de nuestro Rey Felipe VI. Su Majestad envió a Mohamed VI el pésame en nombre propio, en el del Gobierno de España y, sobre todo, en el de todos los españoles. Y así es. Todos sentimos dolor por quienes han muerto víctimas de un suceso inevitable. Que no olviden ahora quienes gobiernan ese país la necesidad de dotar a las viviendas de protección antisísmica. En el caso de un terremoto, el número de víctimas sería mucho menor si no se derrumban fácilmente los edificios o partes de sus estructuras.- JT