viernes, 31 de diciembre de 2021

Ancares, paraíso serrano para montañeros y turistas

¡Ah la montaña! Subes y subes, pasan los años, pero el cuerpo no se cansa y menos aún el espíritu; vas en busca de caminos, sendas y roquedales que den acceso a las zonas altas y en especial a las cumbres. He hollado muchas cimas en cordilleras españolas y europeas: Picos, Gredos, Navacerrada, Guadarrama, Pirineos, Alpes suizos, austríacos, alemanes… Cansa el sube y baja de tanta ascensión, el cuerpo sufre las consecuencias del esfuerzo, pero, ¡qué más da!, el ánimo no decae, hay que volver en busca de nuevas sendas por trayectos que en ocasiones presentan un riesgo extremo.

Aún así, aunque el riesgo amenace, ¡que más da! Se vence si hay voluntad de hacerlo. El espíritu montañero, el respeto y amor a la naturaleza, el empuje del orgullo por alcanzar nuevos objetivos es muy fuerte cuando uno se ha hecho ya plenamente a la montaña. No hay dolor, el miedo declina, el peligro se afronta, subir y subir para luego disfrutar del placer de bajar aunque a veces el objetivo no se haya alcanzado.

Los Ancares.- Hace muchos años descubrí en Galicia una sierra que colmó en su momento mis ansias montañeras: la Sierra de Ancares. ¡Que hermosas elevaciones para disfrutar de caminos y sendas por valles, lomas, picos y bosques! En sus cresas confluyen los límites de Galicia, Castilla-León y Asturias. Son elevaciones de gran vejez geológica, romas, abultadas, pobladas en gran parte de sus laderas por bosques secundarios, antaño naturales, expoliados por el hombre, hoy en día retornados a su origen. Fueron habitat del oso y el urogallo, entre otras muchas especies de una extensa y variada fauna. Mas el oso ha vuelto gracias a la repoblación efectuada hace pocos años. No así esa ave de extraordinaria belleza, el urogallo, gallinácea de hermoso plumaje cuyos ronquidos delataban su presencia en zonas pobladas de vetustos acebos. Aldeas milenarias, tradiciones ancestrales y viviendas de construcción prerromana, llamadas pallozas, siguen aún en parte sin destruir, se mantienen en sublime exposición y recuerdo de un pasado histórico inolvidable.

Recomiendo esta sierra a quienes deseen disfrutar de paraísos naturales escasamente alterados por la acción humana. La subida a cumbres como Cuiña, Mustallar, Tres Bispos o Miravalles; el paseo por aldeas como Piornedo, Balouta o Degrada colman de satisfacción al más aventurado montañero. En ese territorio el tiempo avanza lento y el ambiente de sus montañas y pueblos proporciona al visitante un inmenso placer: vivir sin agobios y sin las premuras y ruidos de la vida urbana. La verdad es que, Ancares, ¡bien vale más de un viaje!

¡FELICIDADES!- A todos mis seguidores y a los visitantes de este blog les deseo un 2022 cargado de alegría, bienestar y felicidad. No dejéis que la política malogre vuestro interés por vivir tranquilos y en paz. Hay que seguir adelante, aunque el camino esté lleno de duros obstáculos. No queda otra. Saludos de JT.



Estas dos fotos las hice desde una distancia aproximada de quince kilómetros en línea recta, cuando cayeron las primeras nieves. Muestran tres cumbres emblemáticas de la Sierra de Ancares. De izquierda a derecha, Cuiña, Penalonga y Mustallar. Al pie de estos tres picos se halla la aldea prerromana de Piornedo, donde aún se conservan varias pallozas, edificaciones primitivas de forma circular y tejado de paja de centeno. Hay varios alojamientos. A la entrada del pueblo está el Hotel Piornedo, cuyo propietario, Manuel Rodríguez, es un montañero experimentado. Fue guarda de la sierra y mantiene aún su actividad como guía turístico. Hay también un Museo-Palloza donde se puede ver cómo eran por dentro estas edificaciones y los enseres que albergaban. Las fotos están en color y en blanco y negro con el fin de resaltar el relieve de estas tres cumbres de aspecto romo e impresionantes dimensiones.