Desde el comienzo de la crisis
no han hecho más que
tocarnos la vaina con
sus consejos e incongruencias. Ministros y expertos ordenan y mandan
que nos mantengamos
alejados de los demás, usar
guantes, mascarillas también,
pero estas a
infectados
y al
personal de los
servicios públicos;
los demás, malo será, que diría un
gallego de La Gudiña. Nos recomiendan lavar
las manos a menudo, usar gel desinfectante, no
tocar cosas contaminadas, etc.
¿Alguien puede decirme
como sé si está contaminado el botón de mi ascensor?
El confinamiento iba a
durar dos semanas, mas
a los pocos días de
iniciar las medidas de prevención y lucha contra el virus ya nos
anunciaban que podría
durar otras
dos más, un
mes, o a saber cuánto tiempo,
si sus señorías
aceptan las
prórrogas.
El
encierro continúa
Hoy
mismo anunció el
presidente Sánchez la
continuación del confinamiento,
en una larguísima
intervención emitida
por las televisiones públicas y privadas de mayor difusión
(estas,
quizá por aquello de no perder subvenciones).
El rollo del
presidente ha sido
histórico. Parecía
el jefe de un estado planetario dirigiéndose a un pueblo
analfabetillo y servil. Mucha
palabra, mucha excusa, y mucho echar balones fuera, como si él no
tuviese la máxima responsabilidad en la gestión de una crisis que
diezma geriátricos
y augura un futuro económico catastrófico. Defraudó
con su
anuncio de prórroga por dos semanas más (toca
seguir, pues, recluidos
en casa; no hay otra),
no anunció ninguna
medida concreta para vencer la pandemia, ni tampoco
dio esperanzas de
lograrlo, y fue
bastante funesto en sus
previsiones sobre una
economía agonizante.
En
fin, intervención muy
larga, sin
salirse de lo esperado. A
los diez minutos me
entró sopor, me
adormecí, pero
admito que al
menos el presidente ha dejado constancia
de su
buena capacidad de
lectura
en
teleprónter
o cue,
un mecanismo
electrónico habitual
en todas las televisiones que permite leer sin interrupción cualquier
texto en una pantalla situada junto a la cámara. La
expresión de
su rostro no era la de
un gobernante abrumado por la situación
de su país. Más
bien parecía leer con
frialdad y sin
convicción un texto de
muchos DIN A4, tratando
de traslucir en
gesto y
palabra
su desasosiego por una crisis que nos llega en mal momento y
con el peor gobierno de nuestra democracia.- JT