sábado, 4 de abril de 2020

Si no quieres encierro, ¡toma dos semanas! (o más)

Cada día nos dicen otra cosa. Uno empieza ya a estar harto de tanto consejo e imposición. Inicialmente anunciaron que el coronavirus no se iba a propagar en España, luego que no sería de manera masiva, y ahora, pasadas tres semanas desde el comienzo de la reclusión domiciliaria, nos van a obligar a seguir confinados en nuestros domicilios. Y se plantean recomendar mascarillas para todos. La gestión de esta pandemia es tan nefasta y deficiente como los responsables de controlarla. Da la impresión de que no investigan a fondo. Hoy dicen Diego y mañana digo, y se mantienen inalterables ante cualquier crítica a su gestión. Dan muestras de un gran desconocimiento ante la evidencia de unos hechos: la de miles de muertos e infectados por el virus. Esta ineficacia se veía venir desde el día en que Sánchez abrió a los podemitas las puertas del Gobierno para que se instalaran en él. Estamos, pues, en manos de auténticos pipiolos.

Desde el comienzo de la crisis no han hecho más que tocarnos la vaina con sus consejos e incongruencias. Ministros y expertos ordenan y mandan que nos mantengamos alejados de los demás, usar guantes, mascarillas también, pero estas a infectados y al personal de los servicios públicos; los demás, malo será, que diría un gallego de La Gudiña. Nos recomiendan lavar las manos a menudo, usar gel desinfectante, no tocar cosas contaminadas, etc. ¿Alguien puede decirme como sé si está contaminado el botón de mi ascensor? El confinamiento iba a durar dos semanas, mas a los pocos días de iniciar las medidas de prevención y lucha contra el virus ya nos anunciaban que podría durar otras dos más, un mes, o a saber cuánto tiempo, si sus señorías aceptan las prórrogas.

El encierro continúa
Hoy mismo anunció el presidente Sánchez la continuación del confinamiento, en una larguísima intervención emitida por las televisiones públicas y privadas de mayor difusión (estas, quizá por aquello de no perder subvenciones). El rollo del presidente ha sido histórico. Parecía el jefe de un estado planetario dirigiéndose a un pueblo analfabetillo y servil. Mucha palabra, mucha excusa, y mucho echar balones fuera, como si él no tuviese la máxima responsabilidad en la gestión de una crisis que diezma geriátricos y augura un futuro económico catastrófico. Defraudó con su anuncio de prórroga por dos semanas más (toca seguir, pues, recluidos en casa; no hay otra), no anunció ninguna medida concreta para vencer la pandemia, ni tampoco dio esperanzas de lograrlo, y fue bastante funesto en sus previsiones sobre una economía agonizante.

En fin, intervención muy larga, sin salirse de lo esperado. A los diez minutos me entró sopor, me adormecí, pero admito que al menos el presidente ha dejado constancia de su buena capacidad de lectura en teleprónter o cue, un mecanismo electrónico habitual en todas las televisiones que permite leer sin interrupción cualquier texto en una pantalla situada junto a la cámara. La expresión de su rostro no era la de un gobernante abrumado por la situación de su país. Más bien parecía leer con frialdad y sin convicción un texto de muchos DIN A4, tratando de traslucir en gesto y palabra su desasosiego por una crisis que nos llega en mal momento y con el peor gobierno de nuestra democracia.- JT