sábado, 7 de diciembre de 2019

Las Cortes: El esperpento de una toma de posesión

      Los políticos veteranos del PSOE no se han dejado contaminar por independentistas y podemitas. Defienden con firmeza el ideario socialdemócrata que los llevó al poder. Unos lo hacen de manera recatada en sus  opiniones; otros, claros como agua limpia, se oponen con contundencia a unos pactos que pueden hacer mucho daño a un partido de afianzada tradición democrática. Es el caso de Alfonso Guerra, exvicepresidente del Gobierno con Felipe González. Tranquilo y seguro en sus afirmaciones, este político recurre a veces a la ironía para dar leña a quienes, ingenuos, ineficaces o movidos por una irrefrenable ambición, tratan de recuperar el poder perdido aunque sea pactando con el diablo.
Alfonso Guerra en la Cope
      
      No es precisamente al diablo a quien se refirió Guerra en unas recientes declaraciones a la Cope. Más bien avisó al personal de su partido del peligro que supone cogobernar con quienes desean destruir la unidad de España. Y, además, en sociedad con Podemos, dirigido por un líder parlanchín, cautivador de ingenuos, pero ya en posesión de una biografía comprometida. 

      Iglesias no oculta su proyecto filocomunista ni su apoyo a los rebeldes catalanes y vascos. Para mí que en la aplicación de su estrategia en busca del poder sigue los consejos del escritor francés nacido en Berlín, Estephane Heseel, expuestos en su libro ¡Indignaos! (Indignez vous). Hessel anima a los jóvenes a llegar al Gobierno de una nación respetando los cauces legales, no de manera revolucionaria y violenta. Pues bien, el camino emprendido por Podemos parece ser ese, pero mezclado con un pretendido deseo de implantar en la sociedad española un régimen similar al de la Cuba castrista o al de la Venezuela bolivariana. Aunque hay que matizar que Hessel no era comunista, sino defensor a ultraza de una juventud lacrada por el desempleo y un futuro desesperanzador.

Sesión constitutiva de la XIV legislatura  (RTVE)
Con granadas (¡bum!) no se juega
      Guerra dijo que un gobierno de PSOE y Podemos con el respaldo de los separatistas sería como dar a los niños una granada explosiva para jugar con ella. Alertó, pues, de un claro peligro. Vino a manifestar que España acabaría como la casa de tócame Roque, o sea, que riñas y alborotos entre gobernantes y adláteres estarían a la orden del día en un país anárquico y socialcomunista. También afirmó algo bastante evidente: hay demasiados adolescentes dirigiendo la política y muchos egos que no caben en una habitación. Inmadurez, diría yo.

Inmadurez y esperpento
      Y ahí voy. Hay inmadurez en los jóvenes, sí, pero además hay mala milk en los que no lo son tanto. Porque las fórmulas ridículas, irrisorias, incluso amenazantes algunas de ellas, empleadas para jurar o prometer el cargo en las Cortes, auguran una legislatura en la que el esperpento y el desprestigio del mayor órgano de representación popular van a estar presentes. Tal vez sea esto lo que algunos (as) persiguen, tal vez la legislatura dure poco, pero su comienzo ha sido espectacular e inverosímil. Más de treinta parlamentarios dijeron lo que les vino en gana en el momento de comprometerse a acatar la Constitución, sin que nadie, ni siquiera la presidenta Batet, pusiera freno a tanto desatino.

      Lo exija o no el reglamento de las Cortes, la seriedad en estas ceremonias, y el respeto a los ciudadanos, deben ser cuestiones inalterables para evitar que un órgano representativo de ese nivel  se convierta en escenario de payasos y funambulistas. Mal vamos sí los conjurados contra la Carta Magna siguen en la línea de sus necedades, o si persisten en su andadura hacia un separatismo inviable, hacia ese fata morgana del derecho a decidir, un espectro ilusorio que nunca se podrá hacer real mediante comportamientos sediciosos en un país democrático como España.- JT