martes, 27 de diciembre de 2022

Medidas económicas para lograr el éxito electoral

Había esta vez un ambiente casi irrespirable en la taberna. Los clientes apuraban sus cervezas una tras otra y el aire estaba repleto de humo de los cigarrillos. Nunca tanto fumador había visto en el local como hoy. Grupos de tabernarios discutían pegados a las mesas, unos en tono normal, tranquilo; otros, mezclando la voz suave con tonos vocingleros, inmersos en discusiones sin final aparente. Poco a poco fui saludando a los conocidos. Se les veía muy animados por la satisfacción que la rica cerveza ejercía en sus cuerpos. Me acerqué a una de las mesas de los más gritones, con el propósito de conocer la razón de su, a veces, furiosa expresividad. Y escuché esto:

--Yo ya estoy hasta las narices -decía exaltado uno de ellos- de tanta medida provisional, no vale para nada. Hay que exigir menos temporalidad y más duración. ¡Quién coño se cree que los descuentos que están haciendo son para beneficiar a los menos favorecidos económicamente y no al partido que los aprueba!

--Javier -responde el joven que está a su lado-, aunque tengas algo de razón, no hace falta exaltarse. Sabes perfectamente que cuando llegue la hora podremos liquidarlos a todos con nuestros votos.

--¿Votos, liquidarlos…? ¡Anda ya, Ramón! De votos, nada. Llevamos esperando mucho tiempo a que este presidente tan poco fiable convoque elecciones, ni caso. Ni de coña. Tiene un miedo cerval a perder la presidencia. Y no solo él, también los que le rodean, en especial las mujeres. Ay mi amor, ¿qué va a ser de mí si pierdo el cargo?, le dirán a su chef. Pues iros ya, iros antes de acabar con España.

--¿Iros? -tercia otro tabernario-. Ni de coña. No se van por mucho que la oposición y todos nosotros se lo pidamos. A él, al chef como tú le llamas, le interesa seguir, presidir la Unión Europea durante seis meses para gestionar la posibilidad de ocupar en ella un alto cargo. ¿No ves cómo sonríe al hablar cuando lo filman en televisión, o cuando parlotea en las Cortes?

Agapito, te pasas en tus suposiciones -dice otro tertuliano-. ¡Mira, mira, lee hoy los periódicos! El gobierno acaba de aprobar medidas que tratan de suavizar los graves problemas económicos que padecemos. Baja los precios de los alimentos, rebaja el IVA, sube las pensiones, contiene el precio de los alquileres…

--¡Sí, sí! -interrumpe Agapito a su compañero de mesa-, pero, ¿por qué lo hace? Pues está claro, lo hace para que los ciudadanos nos sintamos agradecidos y le votemos en las generales. El problema vendrá después. No olvides que este gobierno nos ha originado una deuda pública de nada menos que 1,5 billones de euros. Con B bien grande. ¿Y qué pasará si él sigue gobernando después de las elecciones? Pues que se pondrá todo de nuevo a precios inasumibles, seguirá subiendo los impuestos y ya no será entonces posible reducir esa deuda. Y no hablemos de la herencia que dejarán a sus sucesores en el caso de que perdieran el poder. ¿Nos ves, amigo, lo que pasó con Zapatero? El PP que le sucedió, levantó las alfombras y se encontró con una deuda tremenda. Pues eso. A estos, ni un voto más. Bien sabes que soy votante del PSOE de toda la vida, pero esto no es el PSOE, es un partido inventado por el señor Sánchez para conseguir sus frutos.

          Acompañado por los amigos que me vieron entrar en el local, me alejé de esa mesa donde la discusión comenzaba a tomar signos de dureza. Creía yo que las medidas que acaba de adoptar el gobierno iban a tener una repercusión positiva en la ciudadanía, pero he comprobado que no es así. La gente no es tonta, no se deja engañar fácilmente. Todos me aseguran en la taberna, cuando pregunto sobre el tema, que saben bien cual es la finalidad de la reducción de precios y el control de los alquileres de viviendas: ganar las próximas elecciones. En otra mesa de la taberna, los gritos son tan altos que paso veloz cerca de ella. Los ocupantes lanzaban tremendos improperios contra nuestros gobernantes por la retirada del descuento en el precio de los combustibles.

          En su rueda de prensa tras el Consejo, el presidente usó hoy comparaciones que reafirman el carácter político de precampaña que tienen las anunciadas medidas anticrisis. Dijo bien claro, para ganarse el voto de parte de los españoles, que un gobierno de la derecha y la extrema derecha nunca tomaría las medidas progresistas que él acababa de anunciar. Si esto no es mitin de precampaña electoral, que venga Dios y lo vea - JT

lunes, 12 de diciembre de 2022

La incultura derrocha palabrería y amarga vidas

Los improperios acaban dañando
 a quien los lanza
Refrescar cuerpo y espíritu en viajes a pueblos, valles y montañas es una actividad muy sana. Se ven y aprenden cosas nuevas, conoces a gentes ajenas a las de tu entorno habitual, caminas por paseos de hermosa y exuberante vegetación y, sobre todo, disfrutas de un tiempo breve, sí, pero reconfortante, por el distanciamiento que obtienes de ambientes llenos de malestar.

De regreso a mis territorios, vuelvo a encontrarme en un clima de inquietud y desasosiego. La vida sigue tremendamente encarecida, la pobreza en aumento, los precios disparados, la discordia social, sin remitir, y la política en su estado de confrontación permanente. Leo y oigo a diario calificativos fuera de lugar. Escucho por boca de personajes de escasa formación palabras de desprecio contra sus adversarios. Cuanto más incultos, más duras son sus acusaciones. Pongo la tele y oigo decir a un destacado sanchista que el PP no es democrático. Y lo asegura un personaje de escasa talla cultural, que en su día reclamó el apoyo del centro derecha para poder presidir una comunidad autónoma.

Sí, hay que admitirlo, el rebuzno está muy extendido en la España de nuestros días. Cuanto más iletrados son quienes ejercen poder, más memeces se difunden. El personaje al que hago referencia es un destacado sanchista. Le oí arremeter contra el PP y Feijoo con improperios sin base ni fundamento claro. Acusó al líder popular de pronunciar un discurso “trufado de medias verdades y mentiras completas” en sus declaraciones sobre el delito de sedición. Para ese indocto portavoz de izquierdas, el PP “ya no es un partido de Estado”. Y lo acusa, nada menos, que de incumplir la Constitución.

Una estrategia absurda
Estos calificativos, promovidos por temor a perder posiciones políticas privilegiadas, no por razones de veracidad, forman parte de la estrategia del gobierno contra un líder y un partido que, en las próximas elecciones, puede mermar considerablemente la presencia sociosanchista en cargos públicos. Tras pasar Feijoo de la presidencia de la Xunta de Galicia al liderazgo de la oposición en España, comenzó a brotar contra él un aluvión de insultos y acusaciones falsas que aún continúa hoy. Todos, en especial ministros y ministras, le llamaron ignorante, extremista, sectario, cínico, insolvente, negacionista, mentiroso..., y paro de reproducir la cantidad de basura lanzada por esas bocas, de las que cabría esperar mesura y educación, más que hez y falsedades.

Hasta donde he visto y comprobado, Feijoo no es ni mentiroso, ni cínico, ni insolvente. Ni tampoco sectario, ni extremista. Es un político serio, moderado y con suficiente capacidad para conducir un país gobernado hoy por personas ambiciosas y poco efectivas, que en vez de ejercer seriamente su responsabilidad se dedican a actuar como opositoras. Son, pues, a la vez, gobierno y oposición contra la oposición legal. No sé adónde nos va a llevar esta clase de políticos, si a una vida mejor o al caos social y económico absoluto. De momento, España está metida en un hoyo de difícil salida. Y todo apunta a que quienes podrán sacarnos de él, por capacidad y obligación, son los partidos de centro y derecha. Partidos formados por políticos serios y de clara y respetuosa tendencia democrática.

Gobernar bien no es extraer muertos de las tumbas, ni alentar odios al pasado, ni eliminar la separación e independencia de poderes, ni retirar estatuas y cambiar nombres de calles. Ni tampoco, por supuesto, facilitar la desintegración de la España territorial. Y mucho menos arruinar a los ciudadanos con subidas de precios e impuestos, más propias de regímenes autoritarios que de gobiernos serios y eficaces. Saber gobernar es dedicar toda la atención al pueblo en general, y ayudarle a vivir sin grandes tropiezos ni exageradas dificultades, en un ambiente de bienestar y prosperidad. Justo lo que, según todos los indicios, podría llegar cuando el pueblo español eche del poder, por medio de las urnas, a quienes son incapaces de resolver los graves problemas que lo atormentan.- JT