martes, 23 de marzo de 2021

Almirantes fantasmagóricos del franquismo en Palma

Los tres almirantes. Foto El Confidencial
La cultura no está reñida con la vergüenza. Una persona que no sabe quién fue Cristóbal Colón, o quien es el autor de la Teoría de la Relatividad, o quienes fueron los Reyes Católico no debe sentirse avergonzada cuando expresa en público su ignorancia. Pero siempre hay quien sintiéndose molesto al descubrirse su carencia de conocimientos básicos reacciona tratando de tener razón, de exculpar su incultura con procedimientos irrisorios, por no decir tontorrones o absurdos.

En una ciudad imaginaria, el Ayuntamiento había dado nombres a las calles siguiendo criterios objetivos. Un concejal, maestro de profesión, defendía el nombre de Pitágoras al considerar que fue un matemático muy destacado de la antigüedad. Otro, profesor de Física, opinaba que dedicarle un recuerdo a Pasteur, químico y bacteriólogo francés, sería muy justo. Gracias a sus descubrimientos nos libramos de los gérmenes de la leche y también del deterioro del vino y la cerveza que en contacto con el aire se avinagraban. Su teoría de la higiene en la medicina y en la cirugía salvó y salva muchas vidas. Un tercer edil, comprometido con el rebautizo de tres calles de la ciudad, sugirió a la Corporación el nombre de Torres Quevedo, matemático e inventor, precursor de la cibernética y la informática, toda una referencia internacional por sus patentes en áreas como los dirigibles, el radiocontrol, etc.

Aprobadas las propuestas de los tres ediles, a los pocos días tres calles de la ciudad lucían los nombres de los tres personajes de talla mundial: Pasteur, Torres Quevedo y Pitágoras. Eran tiempos de posguerra. De una guerra civil que tuvo a Franco como uno de sus principales protagonistas. Los años transcurrieron, Franco desapareció y los ayuntamientos pasaron a ser regidos por políticos votados por la ciudadanía, en un régimen de innegable limpieza democrática. La nueva situación de España dio acceso al poder a ciudadanos de toda clase y condición. Los ayuntamientos se convirtieron en casas del pueblo, cuyo acceso tenía una sola condición: haber sido elegido por los votantes.

La maquinaria democrática comenzó a funcionar. Los ciudadanos se sentían bien administrados en el nuevo orden político. Centro, derecha e izquierda se alternaban en el poder. Todo parecía marchar sobre ruedas, hasta que irrumpieron en las instituciones grupos ideologizantes cuyo objetivo fue bien claro desde el primer momento: romper como fuese con el pasado e implantar un nuevo orden. La escala social tendría su tope más alto en las clases bajas y el país estaría dominado por una clase dirigente de poder omnímodo.

Personajes franquistas
Pues bien, un mal día, la ciudad imaginaria a la que hago referencia se despertó con una alarmante noticia: el Ayuntamiento eliminaba los nombres de la calles Pitágoras, Torres Quevedo y Pasteur aplicando la ley de Memoria Histórica, ya que consideraba que los tres eran personajes franquistas. Ante tan relevante muestra de incultura, las reacciones no se hicieron esperar. Llovieron todo tipo de críticas a los autores del disparate. Tan dura fue la reacción, que el alcalde socialista de la ciudad imaginaria expresó públicamente las razones de la eliminación de los tres nombres. Admitía que no eran del tiempo de Franco, pero los eliminaba porque las tres calles fueron bautizadas con esos nombres durante el mandato del general.

La burrada la enmarco en una ciudad ficticia, pero estos días se ha hecho realidad un suceso similar en Palma de Mallorca. Alcalde socialista y concejales de izquierda radical acordaron eliminar por franquistas los nombres de los ilustres marinos Churruca, Gravina y Cervera. Los dos primeros fallecidos a principios del siglo XIX en la Batalla de Trafalgar y Cervera en 1909. Como disculpa a tan erróneo calificativo, los autores adujeron que eliminaban esos nombres de marinos porque en la etapa de Franco los llevaban tres barcos de la Armada Española. ¿Pero en qué quedamos? ¿Eran tres fantasmas del franquismo rememorados en sendos buques, o marinos de cuerpo entero al servicio de Franco? ¡Santo cielo! Si seguimos en manos de tan sectarios y burdos dirigentes, España no levantará cabeza en mucho tiempo. Asusta la incultura, el descaro y la insolencia de estos y otros políticos distribuidos por todo el país.- JT