sábado, 22 de diciembre de 2018

Turbas incendiarias, griterío... y el vaquero, inalterable

¡Hola, vaquero! ¡El ambiente en la ciudad está muy tenso!
        La calle arde. Cientos de personas se enfrentan a las fuerzas del orden, pero el vaquero no se altera. Camina airoso, gesto despreocupado, sonriente a veces, rodeado de su guardia pretoriana.
Gritos e insultos. Odio a España (Foto El País)
      ¿Oyes los gritos, oyes las algaradas, oyes los petardos?
      Impertérrito, avanza siempre a su ritmo lento y preciso como el de un metrónomo.
      La calle arde. Han cortado el tráfico. Molestan a los automovilistas. Los camioneros están a punto de reventar.
        El vaquero sigue inalterable. Avanza triunfal por la avenida despejada, libre de explosiones y ruidos, tranquila, asegurada previamente por los agentes de la autoridad. Delante, también a paso rítmico, más ligero que parsimonioso, anda su corte de ayudantes, mayormente  mujeres ajenas al tanto por ciento, empoderadas por el líder y señor.
      ¡Vaquero, por Dios! ¡Las turbas siguen intentando aguarte la fiesta! ¡Di algo, haz algo!
        Los agentes sacuden jarabe de palo. No se andan con chiquitas. ¡Toma payaso! ¡Toma moza descarada! ¡Toma encapuchado cobarde! ¡Qué república ni qué collóns! ¡La república no existe! Caen estacazos a discreción. Las turbas,  espoleadas por sus molt honorables, berrean, insultan, escupen, arrastran y rompen mobiliario urbano. ¡Qué locura de gente! Hay heridos, detenciones. ¿Se han vuelto locos? ¡Grita, España, grita!

La caterva en su ambiente
       Y el vaquero, ni caso. No oye, no ha cambiado en ningún momento el gesto indolente desde su entrada en la gran ciudad. ¿Abucheos, bramidos, estacazos, insultos, incendios, barricadas...? Nada altera al vaquero. La caterva está en su ambiente. Quiere exhibir fuerza y victimismo ante el mundo. Pero el vaquero continúa sumido en sus pensamientos. ¿Quién los conoce? ¿Son de odio o amor, de abulia o egoísmo? ¿Es acaso este hombre la encarnación de un ser superior, capaz de convertir la violencia en diálogo, la ley en viruta, la economía en la cuenta de la lechera y el patriotismo en agua de borrajas? ¿Alguien lo sabe? ¿Qué fuerza arcana mueve sus impulsos, si alguno tiene?
        La calle sigue ardiendo. Es un día triste, muy triste. Se van perdiendo batallas, una tras otra, hasta la derrota final... ¡Pobre Cataluña, pobre España! Damos al mundo razones para seguir pensando que las únicas fuerzas capaces de destruir este grandioso país somos los propios españoles. ¡Mas grita, España, grita! ¡Que se oiga tu voz!- JT