Cantar el Himno Europeo después de ver los vídeos
adjuntos es un despropósito. Esta solemne composición, maravillosa, es la música
del cuarto movimiento de una obra cumbre de Beethoven, la Novena Sinfonía,
resultado de la musicalización del poema de Schiller “Oda a la alegría”. Y digo
despropósito porque lo que el poeta y dramaturgo alemán decía en su excelsa
poesía, y la música que le puso Beethoven, grandiosa y rebosante de felicidad,
rechinan en lo más hondo del ciudadano europeo cuando obtiene la certeza del
alto nivel de corrupción que afecta a muchos de nuestros políticos.
Hermano, conciudadano de esta Europa infeliz, no podemos
esperar el nuevo día con un canto alegre ni podemos seguir soñando con un sol
en el que los hombres no se comportan como hermanos. En nuestro diario vivir
solo encontramos amargura y llanto: el llanto de una soledad que inunda nuestros legítimos deseos
de bienestar, y la amargura que nos producen las corruptelas de muchos de nuestros
gobernantes. Buscaremos la alegría más allá de las estrellas, como dice el
himno, porque aquí, la verdad, no la encontramos.
La manzana podrida
La manzana podrida
Dondequiera que uno mire descubre abusos y transgresiones.
Abusos en el ejercicio del poder y transgresiones de las más elementales
normas de ética social y política. La manzana parece estar bastante podrida. La
corrupción, y su hermana menor, la corruptela, se han extendido por todo el
arco europeo. Derecha, centro e izquierda buscan su propio bienestar en
detrimento de unos ciudadanos que sienten cómo decae día a día su estado de
satisfacción física y moral. Ciudadanos que lo van perdiendo todo, incluso pasan
hambre, vapuleados por los grandes capitales, por enormes mercados acaparadores
de riquezas, por banqueros insaciables de dinero, algunos tramposos, deshonestos, ¡sinvergüenzas! ¿Hacia dónde camina
esta Europa maltratada por sus propios hermanos? ¿Hay que ir más allá de las
estrellas para reencontrar el mundo feliz?
En la red hallé tres vídeos reveladores de actuaciones
despreciables. Uno trata sobre el comportamiento en Estrasburgo de sus señorías
los eurodiputados (¡qué bien viven los jodidos, cuando tanta gente pasa hambre!);
otro, sobre una izquierda de muy dudosa honorabilidad democrática, y otro más en
el que las propuestas de un concejal delatan una incultura pavorosa puesta al
servicio de su ideología. Pinchen, oigan y vean. No tienen
desperdicio.- JT