Hocus pocus, tontus talontus, dijo el mago, y saltó la liebre del
cambio en España. Después de las últimas elecciones, la transformación del
panorama político español parece bastante clara. Gana el PP, pero pierde. ¡Curiosa contradicción! Gana el PSOE, pero con menos votos de los
esperados. Aún así triunfan los socialistas. Quiero decir que ganan poder en
ayuntamientos de ciudades importantes y en comunidades autónomas. Es magia,
pura magia creada hace más de treinta años por ilustres legisladores electorales. Tú, socialista, pierdes, pero ganas. ¿Vale? Te llevas los ayuntamientos de Madrid, Valencia,
Sevilla, etc. y comunidades como Castilla La Mancha. Y tú, popular, ganas, pero
pierdes. Pierdes en grandes ciudades y en autonomías. ¡Jó, la alquimia política descoloca a sus cocineros! Mas ellos la guisaron, y ahora se la tienen que
comer.
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Los tomaron a broma, pero ellos, Rivera e Iglesias, conquistaron poder
en ayuntamientos y comunidades (Foto ABC.es) |
Dos nuevos grupos irrumpieron con vigor en la escena electoral, con mucho más vigor del
esperado. Ciudadanos y Podemos,
alevines de apariencia, vejados y denostados por los dos grandes partidos del
territorio español y por tertulianos derrochadores de sabiduría en círculos mediáticos. Ellos, esos dos nuevos partidos debutantes,
son realmente los grandes triunfadores de los últimos comicios: los naranjitos,
los chaqueteros, los lobos disfrazados de corderos, los chavo-marxistas. De
todo se les ha dicho a las dos formaciones. Pero ahora, cuando el pueblo
español los acepta y los distingue sin reparos, ¿qué dicen socialistas y populares?
Pues no digas
lo que no debes para no tener que arrepentirte. Sabia sentencia. Cuando llega
el momento de los pactos, PP y PSOE bien pueden admitir que sus pronósticos
fallaron estrepitosamente. Podemitas y riveritas acapararon votos a porrillo,
se los robaron a ellos. Se los sustrajeron a quienes miraron con frialdad y hasta con desprecio a Rivera y a los indignados de la Puerta del Sol, que
aspiraban a meter mano en la política de una España en crisis. Ahora, para
alcanzar poder, ha tocado pactar. Los dos grandes ya se han postrado de hinojos ante
el adversario indeseado. ¿Acaso no tienen vergüenza? Pues parece que no. Suena la trompeta, comienza el espectáculo. El gran circo político español abre sus
puertas. Va a deleitarnos con sus acróbatas y sus contorsionistas, con sus
domadores y payasos. En Madrid y Barcelona nos anticiparon parte del guión.
La Colau, ciclón verbal donde los haya, promete respetar las leyes de
su agrado, y Carmena, alcaldesa de aspecto venerable, de sosegada presencia, se esfuerza por amparar a concejales de muy dudosa capacidad democrática. En fin, la función ha comenzado. A ver cuánto dura.- JT