Isabel Rodríguez. La Razón |
Un portavoz del Gobierno debe cuidar siempre la forma y expresiones de su lenguaje. Cuando se representa a los demás, mantener la naturaleza y categoría del cargo es fundamental para no perder votos. Pero cada día que pasa vemos cómo se transgrede la limpieza y seriedad comunicativa de quienes ejercen la alta tarea de conducir la nación. Si el Gobierno está para regir y mejorar el estado de un país, la responsabilidad de la oposición radica en controlar y frenar sus actuaciones cuando no benefician, sino que perjudican, a los ciudadanos.
Sánchez y sus ministras y ministros actúan en bloque ante alguien que pone en evidencia su gestión. Que España va mal, lo tenemos todos claro. Mal en todo, pero especialmente en cuestiones económicas y sociales. El estado de bienestar del que gozaba este país se deteriora día a día. Y, claro, la oposición debe actuar con firmeza para contener la nefasta actuación a la que nos están llevando los actuales dirigentes. Por eso sorprende la escasa o nula importancia que los gobernantes dan a su función. Gobernar no es criticar a la oposición cuando esta trata de advertirle de los errores que comete, sino explicarle las razones de las medidas y acuerdos que se aprueban para mejorar la situación de España.
Por eso me han sorprendido las declaraciones de una joven ministra, portavoz del Gobierno, de buen ver pero de proceder inadmisible. Como respuesta al uso excesivo del Falcon por parte del presidente y adláteres denunciado por Feijoo, y también por la negativa del PP a renovar a los miembros del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), entre otras razones para impedir que se politice, doña Isabel, la portavoz de Sánchez, en vez de explicar y justificar las razones de ambos temas, se va por las ramas y sale por peteneras calificando a Feijoo de insolvencia, inmadurez, cinismo y poco sentido del Estado. Los improperios también los lanzaron otros sanchistas, llamando a Feijoo agitador, mentiroso y acusándolo de manipular cada vez que habla.
Esta charanga de descalificativos es una muestra de la mosca cojonera que amedrenta al sachismo. Cada día que pasa, son mayores y más evidentes los errores que comete en su política de gobierno. El miedo a salir eyectado por las urnas, como piloto de avión en emergencia, parece moverlo a atacar más que a defenderse. Erróneo proceder, si con ello se pretende ganar votos. Cuando el señor Sánchez quiera, habrá elecciones. Será entonces el momento de usar el voto para que los sanchistas, no lo socialdemócratas, desaparezcan de sus sillones y liberen a los españoles del peor gobierno de España desde tiempos inmemoriales.- JT