jueves, 23 de junio de 2022

La inexperiencia y los accidentes en montaña

Horcados Rojos. Foto: "En defensa de la Montaña".

Desde que el montañismo se popularizó no han cesado los accidentes. En España, cada año son varias decenas de personas víctimas de caídas, muchas de ellas mortales. Lo que debe de ser pura afición, solaz y recreo, se ha convertido en una peligrosa actividad para quienes carecen de experiencia y desconocen los peligros que el montañismo encierra. Se crean clubs y sociedades de montaña, acogen a personas ansiosas de andar por el monte, subir por rocas y salvar precipicios en paseo feliz, y se echan a caminar por senderos o monte a través como si se tratase de dar un paseo por el parque de su ciudad. 

No, la montaña no es un parque, no es un escenario horizontal, un escenario sin recovecos, sin obstáculos que impidan o dificulten la caminata. Más bien es todo lo contrario. Hasta montañeros con gran experiencia dejaron sus vidas a causa de cometer imprudencias, de infravalorar el peligro, de no presentir que un simple resbalón les puede llevar a la muerte. Pero no cabe duda de que si la montaña ofrece peligros para quienes la conocen a fondo, muchos más tendrá para aquellas personas que ignoran las consecuencias que puede acarrearles andar por sendas de media o gran dificultad, o aventurarse a subir por pendientes pronunciadas bordeando precipicios.

En los últimos años, el número de visitantes a zonas de riesgo en macizos de la España orográfica ha ido aumentando. Se ve claramente el deseo de muchas personas de lanzarse al monte para huir de la tediosa vida ciudadana. Mientras caminen por senderos de fácil tránsito, saldrán felices de la actividad y persistirán en su práctica. Pero, con el tiempo, crecerá su interés por añadir a las caminatas trayectos con dificultades, y muchas veces lo harán ignorando los peligros que eso encierra.

Estas breves reflexiones vienen hoy a mi memoria tras leer la noticia de la muerte de un hombre de avanzada edad en la Torre de Horcados Rojos (Macizo Central de Picos de Europa). Iba acompañado de otras personas, que al descender alertaron de la caída al vigilante de Cabaña Verónica para que avisara a los servicios de rescate. El accidentado cayó, supongo que al resbalar, por una pendiente de unos noventa metros. Todo lo dicho hasta ahora sobre este accidente hace pensar que se trataba de un grupo de caminantes, o sea, personas con poca experiencia montañera. Y digo esto, porque hoy todo el mundo que va a la montaña lleva consigo un teléfono móvil para no esperar ni un minuto en pedir ayuda. Además, quienes tienen un mínimo conocimiento de los peligros que hay en ella, no se meten a subir por accidentados roquedales sin llevar medios de rescate y ayuda como cuerdas, ganchos de rápel, etc.

Subí a la Torre de Horcados Rojos en varias ocasiones. La vía normal, que supongo que sería la usada por la víctima, es una pendiente fuerte, pero de fácil ascensión si no tiene nieve ni hielo. Su cima es un excelente mirador para contemplar el entorno de picos en caótica distribución, incluido el mar Cantábrico y el Naranjo de Bulnes. Pero aunque no ofrezca dificultad, un despiste, una mala pisada o un pequeño resbalón pueden conducirle a uno al abismo. Cada vez que fallece una persona en la montaña, siento un tremendo pesar. Sobre todo cuando las víctimas son simples excursionistas, aficionados a la contemplación de hermosos panoramas y a vivir la aventura del ascenso por empinadas laderas. Otra cosa son los profesionales, como fue mi caso, que cada vez que iniciábamos la ascensión a una cumbre teníamos claro el riesgo que íbamos a correr. Naturalmente, también la muerte de estos alpinistas produce en los demás pena y dolor, pero se compensa con la suposición de que fueron felices al satisfacer su gran deseo: el de subir a la ansiada cumbre.- JT