lunes, 21 de diciembre de 2020

El rebaño del Covid-19 y sus pastores

    A lo largo de la historia el concepto de masa ha tenido variadas interpretaciones. Somos masa porque disfrutamos de los mismos derechos y deberes, sin diferencias ni distinciones entre unos y otros. Dicho sin pretensión académica, la masa de hoy día es la capa social formada por los pobres y por una clase media camino de la ruina. Sin embargo, en un alineamiento vertical aparece otra clase superior, la de las élites económicas, donde no cabe hablar de uniformidad por el carácter variable de los estratos que la componen. Hay en ella ricos, muy ricos y multimillonarios en permanente estado de variabilidad económica por las oscilaciones de los mercados. En países de régimen comunista la masa la forma el pueblo, no hay en teoría clases sociales, pero sí en la práctica. Porque sobre esa masa popular está el establishment, grupo político elitista beneficiado social y económicamente, con potestad para controlarlo todo, imponer sus criterios y castigar a quienes los transgredan. ¿Le suenan a cercanía estas últimas características?

Masa igual a rebaño. Todos al mismo
nivel y obediencia al pastor
 
Si pasamos de la sociedad  humana a la animal hallamos  conductas similares porque, aun siendo el hombre un  bípedo, se comporta generalmente como cuadrúpedo. Pongo por caso a la oveja. Su gregarismo y  forma inalterable de conducirse en rebaño se asemeja al hombre masa, al que vive en plenitud de obediencia a los líderes y acepta cumplir todo lo que estos le impongan. Esos líderes son los pastores. En la masa o en el rebaño no hay picos ni pozos. Nadie sobresale. A todos se les mide por el mismo rasero, porque son más fáciles de conducir. 
Ortega definió al hombre-masa como individuo sin tradiciones, valores ni individualidad o autonomía. Hoy caen de nuevo los valores, la individualidad cede a las presiones del líder y las tradiciones pierden consistencia, como la celebración de la Semana Santa. Claro que de momento el hombre sigue caminando sobre dos patas, aunque, al paso que va, no tardará en volverse cuadrúpedo.

La pandemia consolida la masa
    La pandemia del coronavirus o peste china está acentuando la formación y propagación de la masa. La tendencia de los gobernantes españoles tira por ahí, especialmente en los de extrema izquierda. Tratan de rasar la sociedad al nivel más bajo, como si quisieran implantar el establishment una vez conseguida la igualdad social. El maldito virus nos trae a todos en vilo. Son tantas las opiniones, y tan dispar el resultado de las investigaciones de científicos que uno no sabe a quien hacer caso. Nos confinan, nos llenan de incertidumbre ante la eficacia de una u otra prueba, unos dicen esto y, a los pocos días, otros dicen otra cosa. ¡Vaya gallera en la que nos han metido! 
    Y todo lo que ocurre se debe, según la versión más difundida, a la negligencia de unos chinos a los que se les escapó la grasienta molécula del laboratorio de Wuhan. ¿Pero fue negligencia o experimento? La confusión es tal, que nadie da una respuesta creíble. Hay muchas opiniones, mas precisamente es la diversidad de criterios lo que impide obtener una explicación real sobre lo ocurrido. Hay quien piensa que la pandemia podría tener finalidades demográficas. Dicho en román paladino, que el virus fue manipulado y propagado con la intención de reducir la población mundial, próxima a los ocho mil millones de habitantes. Sólo en la India hay más de mil trescientos millones. Es muy aventurado creer que fue ese el objetivo, pero, como digo, opiniones no faltan y la confusión abunda. Mas dudo mucho de que se llegue a saber la verdad sobre las causas de una peste portadora de ruina y muerte por doquier.- JT

jueves, 10 de diciembre de 2020

La opinión de un coruñés que da en la diana

Santiago Rey Fernández-Latorre, editor y presidente de La Voz de Galicia, publica hoy un artículo sobre la pandemia del coronavirus y la desvergüenza de los actuales gobernantes. La enfermedad contraída por un amigo, la maldita covid-19, mueve al articulista a censurar la actitud de quienes carecen de capacidad para resolver una crisis social y económica de dimensiones gigantescas. ¿Cómo explicarle a mi amigo -se pregunta el autor- que mientras él sufre su enfermedad, su miedo y su desamparo, los que lo representan se dedican a la refriega partidista? En mi opinión, el aislamiento, la soledad, el desvalimiento que padece un enfermo de coronavirus es de unas dimensiones aterradoras. Sólo en las guerras se dan situaciones similares. Pero no vivimos hoy un conflicto de armas y trincheras, no es un problema de violencia sino de salud y bienestar colectivo. Y, sobre todo, como dice Rey, de refriega partidista.

Estamos en manos de políticos cuya incompetencia es proporcional a su carga de ambición. Así alcanzan puestos de alto nivel económico, sitúan en cargos similares a compañeros de viaje y, con más cara que decoro, también a los amigos. La situación tendrá que romper por algún lado. España no puede seguir soportando tanto desvarío, tanta necedad y tan altos niveles de incompetencia. Esto lo digo yo. Pero lean ustedes a Santiago Rey. Su reflexión sobre las consecuencias de la enfermedad y la actitud de los políticos  no tiene desperdicio. Aquí dejo el enlace para acceder al texto del distinguido articulista coruñés. Cópielo y péguelo en su navegador.- JT

https://www.lavozdegalicia.es/noticia/opinion/2020/12/10/amigo-puede/00031607557820358139834.htm

viernes, 4 de diciembre de 2020

Allegados -palabra difusa-, pero con mascarilla

El tumbaburros aclara dudas
El tumbaburros aclara dudas
¿Sabe usted si es un allegado? Pues vaya averiguando qué significa esta palabra, porque el ministro señor Illa la ha incluido para referirse a los participantes en banquetes de las fiestas de Navidad. El verbo allegar tiene como sinónimos arrimar, acercar, recoger, acopiar, reunir, juntar. Y para allegado, el diccionario nos da pariente, deudo, cercano, próximo, etc. Así pues, sepa qué es usted si desea participar en la cena de Nochebuena o en la comida de Navidad en familia o en comunidad de allegados. La palabreja dificulta entender a qué se refiere esta condición de obligado cumplimiento. Si allegado es también alguien próximo o cercano, además de pariente, pues invitemos a cenar en casa a nuestros vecinos, o a la novia, o al panadero, o al peluquero, o al sastre o al cartero, es decir, a todos aquellos con los que tengamos una estrecha amistad. Cada día observamos cómo la capacidad cognoscitiva de algunos gobernantes es tan corta como su destreza en tareas de estado. Un buen amigo me dijo ayer que va a invitar a su novia a cenar, pero teme ser sancionado. Si autorizan a los allegados a participar en la cena, ¿hay alguien más cercano a mí que mi novia, me multarán si la llevo a mi casa esa noche?, se pregunta. 

Ignoro si son funcionarios o expertos quienes emplean el lenguaje con tan poca precisión. No es un tema menor, porque se trata nada menos que de reunir a las personas más cercanas, familia próxima y demás parentela, en celebraciones de tradición tan arraigada como son las fiestas navideñas. Dígannos, precisen, maticen el difuso y confuso término allegados para tener claro a quiénes se refieren. Si en vez de allegados ponen parientes, pues comprendido, aunque pueden ser cercanos o lejanos. Pero si me ponen allegados a secas, entiendo por qué mi amigo duda sobre si puede o no invitar a su novia a cenar.

Mascarita, ¿no me conoces?
¿Se acuerdan del saludo de mascarita, no me conoces? Pues de la mascarita a la mascarilla que hoy usamos contra el contagio del Covid-19 hay dos diferencias fundamentales. Aquella era la máscara de una celebración divertida. Se reía, se bailaba, se realizaban actos picarescos. Había permisividad y descontrol. No es de extrañar, porque los romanos del imperio festejaban de esa guisa al dios Baco, el del vino, no sé si ya entonces caldo de buen paladar o muy cargado de tanino. En el medievo la fiesta adoptó matices cristianos, sobre todos ortodoxos, obligando a las gentes a privarse de comer carne durante cuarenta días. Mas la mascarilla actual poco o nada tiene que ver con la carnavalesca. Se impuso para combatir la pandemia. Al principio parecía innecesaria para nuestros gobernantes y para la mismísima OMS . Hoy nos la imponen. Si te ven sin ella en espacio cerrado, o en abierto sin guardar la debida distancia, ¡multa! Ahora, la importancia del tapaboca es altamente valorada.

En un informe de un grupo de científicos, publicado por la prestigiosa revista New England Journal of Medicine, se considera imprescindible el uso de la incómoda prenda facial. Dicen que es necesaria para evitar contagios, y si aún así se producen, sus consecuencias suelen ser leves porque disminuye la dosis de penetración del virus en nuestro organismo. O sea, que nos recomiendan su empleo por ser el medio más efectivo para reducir el avance del maldito virus chino. ¿Y ahora -me pregunto-, a quién creemos? ¿A estos científicos, o al portavoz experto en epidemiología del Gobierno, Fernando Simón, quien durante tantas semanas rebajó la eficacia de la mascarilla haciéndola poco menos que innecesaria?

Debate para besugos
Acabo de ver en el programa de Tele5 de Ana Rosa Quintana una tertulia. Participaban políticos del PSOE, Podemos, PP y un ex de Ciudadanos. Traté de averiguar de qué hablaban, mas tuve que esforzarme para saberlo. Gritos, interrupciones constantes entre unos y otros, usurpaciones de la conversación, desmentidos… ¡Madre mía, que escasa educación! Poco pude entender, pero me quedó claro que todos mienten. Al menos de eso se acusaban entre ellos. Mienten y miente y no dejan de mentir. Era como un diálogo para besugos en tasca de barrio. ¡A qué bajo nivel ha caído la política! Minutos antes escuché en Antena-3 una entrevista al exministro de Felipe González, el jurista Tomás de la Quadra-Salcedo. Su habla tranquila, sin estridencias; sus profundos conocimientos de los problemas de España, su clase de hombre culto y educado me sirvió para llegar a esta conclusión: la diferencia entre los políticos de la Transición y los de hoy es tan abismal, que da vértigo.- JT