jueves, 16 de junio de 2016

Un debate de grises y negros entre cuatro celebridades

      Tras larga pausa en la atención a mi blog retomo el contacto con una actualidad política cargada de tensiones. La nueva puesta en escena del debate a cuatro, esta vez en la Academia de Televisión, fue fría y anodina. Me pareció un remake de la que nos ofreció Antena 3 en las pasadas elecciones. Digo fría por el ambiente de un escenario inmenso, escasamente acogedor, parco en tonalidades, donde los protagonistas, de pie, tras un atril, fundían su imagen en el azul grisáceo y negro de un fondo a rayas. Y digo anodino, por la banalidad de su contenido. Nada nuevo ni esperanzador anunciaron los cuatro protagonistas, salvo acusarse mutuamente de mentir. Mucho enunciado, mucha promesa, mucha palabrería, sobre todo en boca de los dos noveles, pero nada más. Ninguno nos dijo con datos y cifras claras y creíbles cómo y con qué dinero van a resolver los problemas sociales, económicos y territoriales de España .
Los votos pueden cortar sonrisas (Foto  La Nueva España)
El veterano realizador Fernando Navarrete, y el presidente de la Academia, Campo Vidal, un periodista que aparece y desaparece de la actualidad como un Guadiana, han sido los máximos responsables del montaje televisivo. Debieron de presentir que el resultado del encuentro iba a ser bastante gris, y tal vez por ello adaptaron la escena a lo previsible. No fallaron. El gris es un color de múltiples tonalidades, hay sesenta y cinco; se le relaciona con la insipidez y el aburrimiento. Así que los dos veteranos profesionales de la televisión antes citados acertaron en darle a la escena el ambiente preciso. Mucha palabra, mucha exhibición de papeles, mucha acusación al adversario, pero, al final, ni fu ni fa. Lo único que a mí me quedó claro es el anhelo de poder, el deseo patente de Sánchez e Iglesias por sentarse en el sillón de La Moncloa.
      Días después Pedro Sánchez echó balones fuera implicando a sus colaboradores en el fracaso de su intervención. En declaraciones a la SER vino a decir que cometió un error con la elección del equipo. Lo cierto es que no esperaba yo este pretexto de una persona que en su día fue líder prometedor de un partido histórico y potente. Cuando se fracasa, señor Sánchez, hay que saber asumir las responsabilidades propias, y también las de los colaboradores, salvo que a uno se los hayan impuesto, lo que no parece ser el caso.

MÁS DE LO MISMO
     No conozco a nadie a quien le haya satisfecho este encuentro televisivo entre tan altos personajes políticos. Si algún día se vuelve a repetir, con estas o con otras celebridades, sería de agradecer que lo realizaran de manera similar a los debates o tertulias de la ZDF alemana, donde invitados y moderadores se sientan, dentro de un acogedor salón, en cómodos sillones colocados en círculo, con una pequeña mesita al lado, en plan coloquial, sin los condicionantes de un plató. En ese ambiente acogedor y de proximidad física los contertulios podrían ser menos mentirosos, menos agresivos y menos insultantes que en un podio profusamente iluminado, con atrezo de tonalidad gris, o negra, o azul, o roja, o naranja o morada, qué más da, espoleados por moderadores de fina palabra y cauta intención, aunque a veces sus preguntas tengan matices inquisitoriales.
      En fin, somos muchos los que después de verlos y oírlos, de aguantar unas dos horas a estos cuatro líderes, sacamos como conclusión que nos han vuelto a dar más de lo mismo. O sea, todo sigue igual a como estaba, a pesar de tanta promesa, tanto gasto, tanta parafernalia y tanta escenificación. Y la verdad es que a la política hay que darle seriedad y quitarle espectáculo, porque no está España para perder el tiempo con debates de odio o amor entre partidos.- JT