lunes, 26 de febrero de 2024

El mal estado de nuestras carreteras y autovías


Que nuestras autovías y carreteras están en condiciones desastrosas es un hecho indiscutible. Hay muchísimos baches e irregularidades en el asfalto. En varias zonas de España el número de coches que sufrieron daños en los neumáticos es ya abundante. En la mayor parte de las vías, las calzadas están sin señales que alerten de su deficiencia. Y si alguna hay, pues es difícil de respetar plenamente porque, cuando se circula en un vehículo, el tiempo es un factor que forma parte casi inalterable del viaje.

El desastroso estado de nuestras carreteras lleva años sin resolver. En la mayor parte de los casos, los baches se tapan con asfalto, pero generalmente dejando el relleno a un nivel superior o inferior al de la calzada. Con el tiempo eso causa daños en los vehículos, en especial en los amortiguadores y también en la dirección. Los primeros mantienen la estabilidad y la adhesión al asfalto, y en cuanto a la dirección, esta  nunca debe ser alterada para poder evitar accidentes. Es una vergüenza que nuestros gobernantes, en especial los responsables de las carreteras nacionales y autovías, no se preocupen a fondo de resolver tanta irregularidad en las calzadas con el fin de evitar accidentes y el deterioro de todo tipo de vehículos.

Pero si las carreteras son hoy en gran parte un desastre para los automovilistas, también lo es el número de infracciones que se cometen a diario. Tráfico anunció hace meses que iba a controlar rigurosamente tanto a las furgonetas como a otros conductores que infringen la ley, en especial a los que no respetan la seguridad vial. En mis numerosos viajes por carreteras nacionales y autovías observo a diario múltiples infracciones. Cuando se sale de una glorieta, pocos o casi ninguno de los conductores sacan la intermitente. Tampoco cuando cambian de sentido, de carril, o cuando adelantan a otros vehículos. Son muchos los infractores, sobre todo motoristas, que ponen en peligro la seguridad vial. Adelantan cuando la raya del pavimento es continua, corren con su moto a la velocidad que les da la gana e incluso a veces van en grupos entorpeciendo la circulación de manera descarada, como si ellos fuesen los dueños y señores de la carretera.

Presupuesto y personal
Otros que tampoco han optado por respetar la ley, como es, por ejemplo, la limitación de la velocidad indicada en las señales, son los conductores de furgonetas. Muchas circulan a la velocidad que ellos quieren, sin atender a las limitaciones y poniendo en riesgo su vida y las de los demás. No entiendo cómo el gobierno no se preocupa a fondo del correcto y buen funcionamiento del tráfico rodado. Si las condiciones del asfalto generan en muchos casos incidentes graves y daños en los vehículos, ¿por qué no se da prioridad a uno de los temas principales de nuestra diaria existencia, como es el de la circulación? ¿No hay dinero, no hay interés, estamos ante una espantosa desidia? ¿O es que los máximos responsables no tienen capacidad para mejorar y proteger la seguridad vial?

Creo que la DGT funciona correctamente en su tarea de controlar esa seguridad. El problema es tal vez otro, es la escasez de agentes y radares, porque el presupuesto que se aprueba para el control y la seguridad del tráfico es insuficiente. E incluso, el que se destina a arreglar y mejorar el estado de nuestras carreteras. Hay dinero para pagar a millones de empleados públicos, para un Ejecutivo abundante en el número de miembros, y para otras cuestiones relacionadas con la política. Pero para el estricto cumplimiento de la ley de tráfico y de la seguridad vial, parece que no hay nunca los fondos suficientes con los que controlar una de las actividades más habituales de la vida actual: la circulación de vehículos. Mal vamos si seguimos así.- JT

lunes, 19 de febrero de 2024

Galicia rechaza a unas izquierdas ineficaces

          Alfonso Rueda (PP), Ana Pontón (BNG) y Gómez Besteiro (PSOE) Foto RTVE

Los resultados de las elecciones autonómicas gallegas evidencian la limpia y honrada personalidad política y social de un pueblo. Así lo acaba de confirmar la inmensa mayoría de los gallegos en las elecciones del pasado domingo. Votar es una forma de expresar públicamente las opiniones y deseos de sus autores. Y ahí, en Galicia, lo tienen claro. Los gallegos rechazan plenamente las políticas basadas en el mantenimiento en el poder, sean de una u otra ideología. Por el contrario, le dan pleno respaldo a quienes poseen capacidad de gobierno sin basar sus actuaciones en objetivos exclusivamente personales o ideológicos. Eligen, pues, a quienes trabajan por conducir a su pueblo por sendas basadas en el bienestar social y económico, sin romper la unidad de España, un país que tiene ya varios siglos de historia.

La izquierda, en todos sus tipos e ideologías, fracasó en su intento y deseo de gobernar Galicia. En los mítines puso de manifiesto la intención, como objetivo clave y principal, de echar al PP del gobierno de la Xunta. No lo consiguió. Los sanchistas pasaron de 14 a 9 escaños y los comunistas de Sumar y Podemos fracasaron rotundamente, no obtuvieron ni uno. No así el BNG, ese partido nacionalista cuya líder busca equipararse a los secesionistas catalanes y a los bilduetarras vascos. La señora Ana Pontón expresó más de una vez sus deseos de eliminar la monarquía e implantar la república en España. Y también, de seguir los legados de Hugo Chávez y de Maduro. Además, en 2017 valoró como éxito de la democracia la actuación separatista de Cataluña, afirmando que es el momento del fin de la represión. ¡Vaya, vaya! Se ve que esta señora ha recibido el apoyo de muchos votantes que desconocen sus verdaderas intenciones. La eligen a ella en las urnas, tal vez con la intención de que desaparezcan los sanchistas y de que el PP no vuelva a gobernar otros cuatro años más.

El PSOE ha tenido el mayor fracaso de su historia. Leyendo la prensa presentí que iba a obtener muy malos resultados. Una de las razones de su fracaso estrepitoso fue, en mi opinión, la presencia en Galicia de políticos que la gran mayoría de los españoles rechazan: los señores Zapatero y Sánchez. Una vez tras otra hemos ido viendo cómo en períodos electorales de autonomías del estado español el socialismo fracasaba. Y una de las principales razones era la presencia del señor Pedro Sánchez en los mítines. 

A Galicia fue varias veces en plena campaña electoral. Allí apoyó a su candidato, el lucense señor Besteiro, tal vez con la intención de que su presencia le diera la victoria, o al menos el número suficiente de escaños para crear un gobierno frankenstein en la Xunta, junto con otros partidos de izquierdas. Pero el fracaso ha sido rotundo. Y tan rotundo, que cuesta trabajo aceptar que Sánchez no deje ya la política y vuelva a lo que sí sabe hacer bien: jugar al baloncesto.- JT