viernes, 11 de mayo de 2012

Caminito del Rey: una pasarela llena de emociones

      El Chorro es uno de los parajes más bellos de Andalucía. Está en la provincia de Málaga, a diez kilómetros del bonito pueblo blanco de Álora, y también cerca de Ardales. El lugar es conocido por su belleza, pero, sobre todo, y muy especialmente, porque ha sido y es visitado por montañeros de España y del exterior que han abierto en sus paredes vías de toda clase de dificultad. Este impresionante roquedal de calizas y dolomías del Jurásico, de buen agarre, pero con paredes de gran verticalidad, se alza sobre el embalse de los ríos Turón y Guadalhorce, en un lugar extremadamente abrupto, con un desfiladero, el de Los Gaitanes, bien encajonado entre bloques calcáreos, y con una garganta estrecha, pero cómoda, por la que se circula en automóvil. La erosión modeló con el paso del tiempo a escala geológica caprichosas formas en la caliza. Son impresionantes, por ejemplo, los farallones del anticlinal erguidos en desafiante posición sobre el río, y esas oquedades semicirculares abiertas en la roca por los efectos de la erosión y el viento, con un trazado tan perfecto de formas y vaciado que parecen obra del hombre.

UN REY SIN VÉRTIGO
      Junto con el interés que despierta el modelado de la roca por fenómenos naturales, caprichoso y espectacular, de un paisaje peñascoso multiforme, no menos interesante es el trabajo humano en esa zona altamente turística. La línea del ferrocarril Málaga-Córdoba penetra en las entrañas de las rocas inmensas y las atraviesa en más de once túneles. La construcción del tramo fue en su momento una obra de ingeniería de renombre mundial. Además, en el desfiladero de Los Gaitanes, la Sociedad Hidroeléctrica El Chorro construyó a principios del siglo XX un camino adosado a sus paredes con el fin de poder transportar material y efectuar labores de mantenimiento, y también para facilitar la comunicación entre el embalse de El Chorro y el Salto del Gaitanejo. En 1921, Alfonso XIII y su séquito utilizaron esa pasarela el día de la inauguración de la presa del Guadalhorce. Le dieron luego el nombre de Caminito del Rey. Como dato curioso cabe señalar que los constructores del caminito debieron recurrir a marineros carentes de vértigo, expertos en trepar por cuerda hasta las cimas de los mástiles de grandes veleros.
      Si es verdad que anduvo por él, lo cierto es que el monarca le echó bemoles. Es un caminito, o más bien una pasarela de hierro y cemento adosada a la roca, de poco más de un metro de ancho. Tiene unos tres kilómetros de recorrido y cuelga sobre la pared a una altura media del río de unos cien metros. Cuando estuve cerca, observé que se encuentra en muy mal estado. Había varias personas transitando por ella pese a que han prohibido utilizarla a causa del deterioro que sufrió en los últimos años. Llevaban arnés y cabo de anclaje con mosquetón que deslizaban por un cable de acero instalado hace pocos años a lo largo del trayecto. 

ACCIDENTES MORTALES
      Y está bien que tomen precauciones, porque es una ruta marcada por la tragedia. No hay más que ver el estado de la pasarela, sin peldaños en varios tramos y con la estructura de hierro bastante oxidada. Antes de la colocación del cable de anclaje perdieron en ella sus vidas varios excursionistas al romper el suelo y precipitarse al vacío. En los años ochenta, cuando visité por primera vez El Chorro, con idea de hacer alguna de sus múltiples vías de escalada, y tuve que renunciar por no tener el material adecuado, la pasarela estaba en buen estado, era un gran atractivo para los visitantes ansiosos de asumir algún riesgo y ponerse a prueba de vértigo. Hoy, por el Caminito del Rey sólo transitan montañeros bien equipados técnicamente y sin temor al vacío.
      En el barrio de El Chorro, situado sobre la presa, hay algunas fondas y mesones. Es muy recomendable, para quienes quieren hacer de la visita lugar de descanso y buena mesa, el Complejo Turístico Rural La Garganta, dotado de apartamentos y habitaciones con vistas al valle y las montañas, y en cuyo restaurante, con piscina anexa, pueden degustarse vinos del país y algunos de los mejores platos típicos de la Andalucía malagueña, guardadora rigurosa de legado andalusí. En definitiva: El Chorro es un pequeño paraíso de la escalada, que ofrece, además, la alternativa de cómodas e interesantes rutas para los ciclistas y los amantes de la geología, la historia y la arqueología.- JT  
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P.D.- En el año 2015 el Caminito fue restaurado. Hoy es uno de las pasarelas más espectaculares del mundo por la que transitan turistas acompañados de guías. Pero, atención, hay que solicitar la visita con tiempo, debido a la gran demanda de peticiones. Para los montañeros, el Caminito perdió interés. Ya no es aquella ruta peligrosa, llena de riesgos; no es la ruta de una pasarela destrozada por el paso del tiempo y por la que había que caminar anclado a un cable de seguridad para no precipitarse al vacío. No, no, ya no es aquel peligroso trayecto, pero, aún así, aún con la restauración realizada, con la reposición de cables y peldaños firmes y seguros, pasear por tan singular camino adherido a la pared de la montaña es una experiencia entretenida y gratificante hasta para el más exigente alpinista.  



Uno de los túneles del ferrocarril pasa por las entrañas de este imponente roquedal en el que se han abierto muchas vías de escalada.


Sobre la presa de El Chorro destaca el edificio del Complejo Turístico Rural La Garganta. Al fondo, uno de los murallones calizos de la zona muestra su esplendidez para el deporte de la escalada.

Oquedad producida por la erosión y la fuerza del viento en la compacta caliza de El Chorro.


Terraza del Complejo Turístico La Garganta. Desde ella se pueden seguir cómodamente con prismáticos las ascensiones de los montañeros por las empinadas paredes del roquedal. La escena recuerda a la Kleine Scheidegg del Oberland bernés, donde los multimillonarios y los no tan pudientes suelen ser testigos presenciales de grandes ascensiones por la norte del Eiger.

Vista del primer tramo del Caminito del Rey, adosado a las paredes del desfiladero 
de Los Gaitanes.                 

Las montañas de El Chorro, mundialmente conocidas, ofrecen múltiples variantes y dificultades para la práctica del montañismo y la escalada.

Las flechas señalan el comienzo de la pasarela, apta sólo para montañeros con experiencia y equipados con material de seguridad, y el puente por el que el caminito pasa a la otra parte del desfiladero. 
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Dejo aquí dos enlaces para visualizar sendos vídeos sobre el  “Caminito del Rey “, de los que son autores los miembros del Grupo de Montaña de Málaga (GMM). En ambos se pueden apreciar la dificultad y los peligros que hoy encierra esa ruta, a cuyos constructores habría que rendirles un homenaje póstumo. Imagínense el peligro que corrieron aquellos hombres durante la instalación de esa larga pasarela sobre el abismo. ¡Con los escasos y deficientes medios de escalada que había a principios del siglo pasado! Fue toda una hazaña de unos valientes marineros habituados a superar el vértigo en sus ascensiones a las cimas de los mástiles de grandes veleros.

lunes, 7 de mayo de 2012

Periodismo: el deterioro de una profesión postergada


La profesión periodística está en mínimos. El año pasado se perdieron en España unos seis mil empleos, cerraron cincuenta y dos medios de información, y hubo veintitrés ERE. ¡Vaya escabechina! Ahora vienen las lamentaciones y la protesta unánime por una situación que ha puesto a miles de profesionales en la calle. Hay que ver cómo estaban –y aún siguen estando- los kioscos en las últimas décadas. Sus estanterías y paneles lucían repletos de revistas y diarios. Allí estaban todos representados: los escasos medios independientes, los lobbys políticos y económicos, y toda suerte de grupos lagoteros beneficiados por el poder.
      Sin periodistas no hay periodismo; sin periodismo no hay democracia, rezaban las pancartas exhibidas en las protestas públicas de los profesionales que se echaron estos días a la calle en muchas ciudades de España. ¿Tienen razón? ¿Son reales sus afirmaciones? Reflexionemos sobre el sentido de estas frases. No hay periodismo sin periodistas. Bueno, si admito que no, es decir, que no lo hay, los colegas me aplaudirán; pero si afirmo lo contrario, la cosa cambia: me considerarán un renegado de la profesión. Mas lo cierto es que estamos viendo cómo hay periodismo sin verdaderos periodistas. En los medios proliferan desde siempre los intrusos, que en menor, igual o mayor medida que el titulado contribuyen a sacar adelante un periódico o un informativo de radio o televisión. Han entrado por la puerta falsa, muchos carecen de titulación, de estudios, y hasta no tienen la debida formación cultural y técnica que su trabajo debe de exigirles, aunque muchos la adquirirán con la práctica.

UN TEMA REPETITIVO   
      Cabe admitir que, cuando no había escuelas especiales de periodismo, accedieran a las redacciones los listillos de turno, los buscadores de empleo, o simplemente quienes, en el decir de otros tiempos, se hacían periodistas porque no servían para otra cosa. Pero desde el momento mismo en el que la profesión fue regularizada, primero con la creación de escuelas especiales, y después con el traslado de los estudios a la universidad, no se entiende cómo los profesionales no fueron capaces en tantos años de acabar con el intrusismo. Desde finales de los sesenta, todas y cada una de las asociaciones de periodistas han venido tratando este tema en sus asambleas con la intención de dignificar una profesión muy puteada por los poderes públicos y económicos, sometida por esos grupos fácticos que no quieren voces libres e independientes. Llegados al día de hoy, la titulación universitaria como exigencia ineludible en las redacciones sigue siendo una pompa de jabón que cualquier político u empresario puede deshacer de un soplido. 
     Los periodistas, admítaseme, tienen buena parte de la culpa de sus propios padecimientos. Porque, por miedo a perder el puesto, por insolidaridad, o por dar jabón al empresario o al político de turno carecieron de fuerza y eficacia en su lucha por el amparo legal, sin lograr un nivel de seguridad similar al de abogados, médicos, jueces o arquitectos, por citar unos ejemplos. Así, las redacciones se llenaron de intrusos, o más bien de oportunistas de escasa o nula experiencia, sin que hubiera una oposición efectiva de los profesionales con estudios y titulación. Hoy se paga con lágrimas lo que ayer simulaba amenaza y peligro, pero, como había trabajo para todos, se vivía felizmente en un mundo husleyano. Hay que admitir, no sin tristeza, que el túnel por el que hoy se circula es largo y la luz no se ve por ningún lado. El desempleo y la desaparición de medios, bien sea por las razones apuntadas; bien, y sin duda, por la crisis que atenaza nuestra economía, ambas cosas están causando gran daño a una profesión aherrojada por políticos y legisladores.

PERIODISMO SECTARIO
      Sin Periodismo no hay democracia, reza la segunda sentencia de los manifestantes. Pero hay que añadir un matiz: sin periodismo independiente y libre. Porque el actual, en gran parte sectario, es antidemocrático cuando se encubre como neutral sin mostrar su tendencia política o la identidad de la bandería a la que sirve. En un programa de Veo Televisión, del diario El Mundo, contemplé por primera vez un hecho excepcional: su conductor, Carlos Cuesta, al comienzo de su intervención, confesó ser de derechas. Simple y llanamente. Sin perjuicios. Sin temor al qué dirán. Fue todo un ejemplo de honradez profesional. Si todos se comportaran así, mejor le iría a nuestra débil democracia.       
      Lo malo es que al paso que vamos no me extrañaría que la sociedad recuperase el concepto que tenía antaño del profesional de la información. Es tan fuerte la destrucción de empleo, son tan profundos y crueles sus resultados y tantos los profesionales que pierden su trabajo, que acabarán causando lástima y siendo objeto de acciones misericordiosas como la que se cuenta de la duquesa de Medina Sidonia, quien,  al avisarle de que habían llegado a su palacio los periodistas de Madrid, no se le ocurrió otra cosa que exclamar: “¡Pobrecitos, denles algo de comer!” - JT
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P.D.- Al regreso de un largo y enriquecedor viaje por tierras del sur me encuentro con la desaparición de mis mascotas, Gumersinda y Agripina. Parece ser que en mi ausencia me han puesto a parir. Cuando las pille, van a estar dos meses leyendo sin descanso el Ulises en verso de Joyce. A ver si así dejan de cotillear.