domingo, 1 de enero de 2023

Precios y deuda pública amenazan nuestras economías

        Vamos a confiar en que sea así, en que este año que acaba de comenzar traiga a todos al menos un mínimo de bienestar. La situación en España es complicada, necesita cuanto antes reformular su economía y su política para volver a tiempos que nunca debieron entrar en tan peligroso declive. Tiempos de felicidad abundante, donde los precios permanecían más o menos estables y las pensiones y salarios subían razonablemente, sin amenazar el futuro de un país lastrado por una descomunal deuda pública. Una deuda que tarde o temprano tendremos que reducirla entre todos.

        Si hoy precios e impuestos destrozan las economías familiares, el futuro económico y social no parece que vaya a ser mejor ni mejorable. Habrá que afrontar el pago, necesariamente, de lo que debemos. Entramos en una situación de endeudamiento que no parece preocupar demasiado a los actuales gobernantes. Si ellos siguen en sus cargos después de las elecciones, habrá que sospechar que lo que hoy reducen, ese IVA de algunos productos de la cesta de la compra, volverá a elevarse junto con las cargas ya abundantes y pesadas de los impuestos. Por otra parte, han eliminado el descuento de veinte céntimos del combustible. Solo lo mantienen para el transporte y otros medios de locomoción. Pero los ciudadanos seguiremos pagando un coste elevado por litro.

       Hasta antes de la eliminación del citado descuento, en algunas gasolineras el litro de gasolina sin plomo estaba a 1,629 euros. Al día siguiente, uno de enero de 2023, lo subieron a 1,679 euros, cuando se esperaba que lo rebajasen o al menos lo mantuvieran sin incrementarlo, al no haber ya descuento del Gobierno. Pero no, no ha sido así. Las grandes operadoras anuncian ahora una rebaja de diez céntimos por litro pero, si elevan el precio, ya me dirán qué ayuda ofrecen al consumidor.

Suben las rentas 

        Este gobierno y otros políticos se han subido los sueldos. Hemos entrado en una fase que a muchos nos hace sospechar algo que ya se propuso en el pasado, cuando gobernaban los socialdemócratas: armonizar los precios de todos los productos con los de los demás países de Europa. Los precios, sí, pero no los salarios. ¿Vamos de nuevo por ese camino? ¿Se aumentan los sueldos de parlamentarios y cargos públicos con la intención de ponerse económicamente al mismo nivel que los de los vecinos europeos? ¿También las pensiones y los salarios bajos? ¿Nos han preguntado a los ciudadanos si somos partidarios de esas medidas o si, por el contrario, las rechazamos? Porque todos esos aumentos se pagan con dinero público.

        Sospecho que a nuestros gobernantes no les importa lo que la mayoría de ciudadanos augura del nefasto futuro que se avecina si seguimos así. Si pierden las próximas elecciones, pensarán, pues, que el sucesor deberá apechugar con la situación económica y social que reciba. Mas, enojados por tanta injusticia, no cesarán las exclamaciones de ¡Estamos de ustedes hasta las narices! ¡Nos arruinan! ¡Váyanse ya de una vez! - JT