viernes, 29 de noviembre de 2019

Guantazo de Lambán a sus socios catalanes


Javier Lambán (PSOE Aragón)
¡Menudo guantazo les ha dado Javier Lambán a sus colegas de partido! ¡Toma, Iceta; toma, Pedro, a otro con ese cuento!, es la frase que parece desprenderse de las declaraciones del presidente de Aragón. Las cosas claras y el chocolate espeso, que diría un castizo andaluz. Pues bien, el señor Lambán rechaza la propuesta del PSC de declarar nación a Cataluña. Ego dixit: El contenido de la palabra nación es siempre equívoco. Y está en la cierto. Pero, además, hay trampa en la propuesta de los socialistas catalanes, pues sus dirigentes sostienen que el término lo usan en sentido estrictamente emocional y cultural, cuando en realidad puede tener consecuencias jurídicas que podrían destruir la unidad de España. Las declaraciones de Lambán son todo un guantazo, repito, a quienes acuciados por la premura de formar gobierno interpretan a su manera las consecuencias jurídicas de llamar nación a una comunidad autónoma con aspiraciones de independencia.

El socialdemócrata Javier Lambán sabe bien lo que dice. No es jurista, pero sí hombre culto y bien formado en universidades de Barcelona y Zaragoza. Posee el título de doctor cum laude en Historia, por lo que tiene autoridad para que su opinión sea valorada. Por el contrario, quienes pretenden dar el estatus de nación a los secesionistas catalanes (y de rebote a vascos y gallegos) carecen de capacidad para hacerlo y de entendederas que les lleven a saber qué podría pasar si tal estatus fuese reconocido y aceptado por el Gobierno. La propuesta procede de los llamados sanchistas, políticos que llegaron a ocupar puestos de responsabilidad superiores a sus conocimientos y criterios. Personajes así los hay en todos los partidos, en unos más que en otros, pero en especial en una izquierda dirigida por personas de escasa formación cultural y jurídica. Antes de iniciar el baile debían estudiar a fondo la propuesta para que no nazca nula desde su planteamiento.

Miquel Iceta (ABC)
Lambán también afirmó que la declaración de Cataluña como nación va indisolublemente ligada a que tenga consecuencias jurídicas y políticas que la acaben convirtiendo en un Estado. Es más, añade que un socialdemócrata no puede compartir la proposición de construir naciones en un país (España) que tiene una Constitución magnífica, envidiable, con una historia en la que la unidad, como sinónimo de igualdad de derechos de todos los españoles, está muy fundamentada.

En fin, algún día los españoles tendremos que agradecer a gobernantes sensatos y juiciosos como este socialdemócrata zaragozano su defensa de la integridad de nuestro gran país. Ayer mismo, los vascos acordaron avanzar en la autodeterminación. Nada nuevo. Unos y otros, txistu y tamborí, tienen vasos comunicantes para relacionarse de modo incógnito. Parece claro que los vascuences esperan al resultado del independentismo catalán para seguir por la misma senda. Lo grave es que nadie frena la amenaza: ni el tan cacareado Estado de Derecho, ni la Justicia. Preocupa más el qué dirán otros países sobre nuestra democracia.- JT

lunes, 4 de noviembre de 2019

La revuelta de los pijos y pijas separatistas

      Al regreso de un largo viaje por tierras de la Occitania me encuentro con un penoso espectáculo en Cataluña: fuego en calles y autopistas, algaradas, insultos, enfrentamientos violentos contra Mossos y Policía Nacional, y todo esto mientras políticos y asociaciones autodenominadas culturales animaban a los revoltosos a seguir manifestándose. ¡Pobre Cataluña! ¿Se merece tal estado de violencia e incertidumbre? Las revueltas de esos desalmados que ocultan sus caras, jóvenes en su mayoría, mozos y mozas, da igual quien quema, insulta, incendia o pega; esas revueltas, digo, las protagonizaban activistas de procedencia burguesa en su mayoría. Son los ninis, los hijos de papá, que no dan golpe. Van a la universidad a justificar que hacen algo, pero ni estudian ni trabajan. Viven de las rentas de sus padres, mejor o peor, pero viven. Son los popularmente llamados pijos. 

(Foto: Telemadrid)
      En los levantamientos de Barcelona contra el orden y la seguridad de los demás, policía incluida, no había trabajadores. No eran obreros, sino ninis, quienes quemaban barricadas, pillando cuanto encontraban a su paso, asaltando establecimientos, dañando seriamente el mobiliario urbano y, por si no fuera suficiente, destrozando vehículos y escaparates. Los trabajadores tienen un criterio más racional y práctico que los pijos. Van a lo suyo, a defender a su empresa y a luchar por el bienestar de su familia y de los demás.

      Los pijos revoltosos y cobardes que vi en TV ocultaban sus caras con capuchas, pañuelos y pasamontañas; vestían ropa de marca y, para demostrar fortaleza y deseos de causar daño, usaban contra las fuerzas del orden picos, piedras, mobiliario urbano, cócteles Molotov, ácido y hasta fuegos artificiales, con el pretendido deseo de derribar helicópteros. Son los fieles herederos de la educación recibida de sus abuelos, padres, profesores y gobernantes de mentalidad separatista. Fueron instruidos en el desprecio a los demás españoles y a la misma España, en el odio hacia todo lo que es o suena a español o a su historia. ¡Mentecatos! Se creyeron a pie juntillas las mentiras de los líderes políticos y sociales sobre la viabilidad de una Cataluña separada de España, pero integrada en la Unión Europea. Solo un tonto podía tomar por cierta tan fútil promesa. Ahora, pues, les toca apechugar con las consecuencias.- JT