Los tabernarios estaban repletos de euforia cuando entré en el bar. Hablaban y hablaban. Había grupos reducidos de clientes cantando sin llegar al griterío. El texto de la canción hacía referencia a la victoria electoral del centro y la derecha, con el estribillo de “vete ya, vete ya / déjanos vivir en paz / la derecha ganará / el centro te sucederá / vete ya, vete ya… “ Se referían a la caída del sanchismo en las elecciones del próximo día 23 de julio. Curiosamente, entre los tabernarios había unos cuantos votantes del partido socialista. ¿Cómo es posible que siendo partidarios del PSOE unan sus deseos con los del adversario? ¿Acaso no quieren que siga gobernando Pedro Sánchez y su larga lista de miembros del Ejecutivo? ¿Es eso lo que desean?
--Sí, sí -me dice uno de los participantes en el canto, y añade-: Este no es nuestro PSOE, es un partido dominado por numerosos intrusos que el señor Sánchez metió en su gobierno.
--¿Intrusos? -pregunto a mi interlocutor
--Claro, amigo -responde-. Ni a mí ni a todas las personas que conozco nos gusta todo lo que han hecho desde que subieron al poder. Han cometido errores uno tras otro; confirmaron actitudes y luego las desconfirmaron; han dejado a violadores salir de las cárceles; no han sido capaces de frenar la subida de casi todo: combustibles, comida, luz y gas, alquileres de viviendas, impuestos, okupación, etcétera. Con este gobierno iremos de mal en peor si siguen las mismas personas.
--Pero escucha. Sufrimos una pandemia, la erupción de un volcán, aún sigue la guerra en Ucrania… ¿No te parece que todo eso ha entorpecido la posibilidad de mantener el bienestar del pueblo español?
--¿Bienestar…? ¡Qué va, tío! De bienestar nada, cada día estamos peor, más arruinados, con menos posibilidades de recuperar la holgura vital que tuvimos años antes. Si repasas el estado de España anterior a la pandemia, comprobarás que nuestro país ya avanzaba entonces hacia la pobreza. Poco o nada se hacía por resolver con éxito esa desafortunada situación. Y llegamos ya a una fuerte opresión, tanto sobre el bolsillo como sobre la dicha de la que disfrutábamos. Mira, repasa la historia de las años pasados y comprobarás la herencia económica que el socialista ZP dejó al señor Rajoy. Mala, deficiente. Pues la que heredará el sucesor del señor Sánchez, si le suceden, es mucho peor. Han creado una deuda pública que asusta, supera el billón y medio de euros. Por eso todos los años toca pagar elevadísimos intereses, dicen que más de treinta y cinco mil millones de euros. Vamos mal. Y todo eso, tío, son las razones que nos condujeron a no votar más al PSOE.
--¿Confiáis en que le suceda el señor Feijoo?
--Nos es igual quién le suceda. Nuestro deseo es el cambio y la recuperación de ese partido que hemos perdido.
–Por eso cantáis el "Vete ya, vete ya…"
--Sí, sí. Que se vaya no solo él, también toda esa muchedumbre de políticos, mujeres y hombres, que le acompañan.
--¿Muchedumbre? Pero eso quiere decir mucha gente.
--Pues sí. Mira la cantidad de personas que hay en el Ejecutivo, no sólo en los primeros puestos, sino en todo él. ¡Asusta…! ¿Vale, amigo? Me voy a la mesa a seguir cantando. La tabernidad, esos clientes a los que el socialista señor Tezanos nos dio el calificativo como si nosotros fuésemos personas de bajo nivel, estamos deseando que España regrese a su bienestar con el apoyo de opciones políticas capaces de reconducir el camino que llevamos hacia otro social y económicamente mejorado.
El tabernario volvió a la mesa donde se hallaba. Sus compañeros seguían cantando el “Vete ya, vete ya”. Daba la impresión de que confiaban plenamente en la marcha del señor Sánchez de la Moncloa. Bebí una cerveza en la barra y me fui tatareando también el “Vete ya, vete ya”.- JT