viernes, 8 de marzo de 2019

Testigos del "procés" corroboran una realidad indiscutible

¿Sigue usted el juicio del procés? Si no lo hace, le aconsejo que cuando tenga tiempo eche una ojeada a las sesiones que se emiten por televisión. Los acontecimientos no tienen desperdicio, se van esclareciendo hechos consumados gracias a las declaraciones de los testigos y a las actuaciones de fiscales y letrados defensores. Es interesante ver cómo la parte acusada intenta distorsionar la realidad de unos sucesos innegables; o cómo, una tras otras, las pruebas testificales corroboran lo que hemos visto en televisión y leído en los periódicos. Hubo agresividad, desafíos, insultos, daños personales y materiales, acosos, alteración multitudinaria del orden público y obstrucción a la justicia por parte de quienes pretendían  implantar la independencia en Cataluña: unos, pasándose las leyes por el forro, y otros asumiendo, en ocasiones con violencia, la responsabilidad colectiva de una sociedad dividida y adoctrinada en el odio a España.

No hay vuelta de hoja. Lo ocurrido solo tiene una interpretación, una realidad que estaba semiescondida tras el velo de la mentira y la hipocresía de la política secesionista. Y de esa realidad están dejando constancia quienes la han vivido en primera persona, todos ellos representantes del Estado como los señores Nieto, Millo, Pérez de los Cobos, Trapote, etc. Los políticos acusados insisten en  que convocar un referéndum no es delito, y yo insisto en que claro que no si se hace dentro de la ley; aseguran, además,  que todo fue simbólico, sin consecuencias jurídicas, el pueblo lo reclamaba... En definitiva, que no cometieron ilegalidades, fue humo sin llama, canto a la democracia popular, o algo así como una ilusión óptica transmisora de hechos inexistentes.

Estos grotescos personajes me recuerdan a Antístenes, fundador de la escuela cínica (nada que ver con el significado actual de cínico) quien, en busca de bienestar, se alejó de Atenas para crear sus propias leyes y vivir en plena libertad, obviando las riquezas y ventajas de la sociedad ateniense. La diferencia entre el filósofo griego y los secesionistas catalanes es que aquel se privaba de todo tipo de necesidades a cambio de ser libre y feliz, mientras que estos buscan, al amparo de una democracia limpia y ejemplar como la española, todo lo contrario: promulgar sus leyes para consolidar el estatus económico y social en el que viven, sin importarles la desintegración del Estado que les ayuda y protege. Mas por mucho que los procesados rían, sonrían o gesticulen, la decisión final de los jueces se presiente implacable. Sospecho que van a caer penas de prisión tan duras como los supuestos delitos que han cometido contra España y, por ende, contra sus conciudadanos españoles.- JT