Los tres almirantes. Foto El Confidencial |
En una ciudad imaginaria, el Ayuntamiento había dado nombres a las calles siguiendo criterios objetivos. Un concejal, maestro de profesión, defendía el nombre de Pitágoras al considerar que fue un matemático muy destacado de la antigüedad. Otro, profesor de Física, opinaba que dedicarle un recuerdo a Pasteur, químico y bacteriólogo francés, sería muy justo. Gracias a sus descubrimientos nos libramos de los gérmenes de la leche y también del deterioro del vino y la cerveza que en contacto con el aire se avinagraban. Su teoría de la higiene en la medicina y en la cirugía salvó y salva muchas vidas. Un tercer edil, comprometido con el rebautizo de tres calles de la ciudad, sugirió a la Corporación el nombre de Torres Quevedo, matemático e inventor, precursor de la cibernética y la informática, toda una referencia internacional por sus patentes en áreas como los dirigibles, el radiocontrol, etc.
Aprobadas las propuestas de los tres ediles, a los pocos días tres calles de la ciudad lucían los nombres de los tres personajes de talla mundial: Pasteur, Torres Quevedo y Pitágoras. Eran tiempos de posguerra. De una guerra civil que tuvo a Franco como uno de sus principales protagonistas. Los años transcurrieron, Franco desapareció y los ayuntamientos pasaron a ser regidos por políticos votados por la ciudadanía, en un régimen de innegable limpieza democrática. La nueva situación de España dio acceso al poder a ciudadanos de toda clase y condición. Los ayuntamientos se convirtieron en casas del pueblo, cuyo acceso tenía una sola condición: haber sido elegido por los votantes.
La maquinaria democrática comenzó a funcionar. Los ciudadanos se sentían bien administrados en el nuevo orden político. Centro, derecha e izquierda se alternaban en el poder. Todo parecía marchar sobre ruedas, hasta que irrumpieron en las instituciones grupos ideologizantes cuyo objetivo fue bien claro desde el primer momento: romper como fuese con el pasado e implantar un nuevo orden. La escala social tendría su tope más alto en las clases bajas y el país estaría dominado por una clase dirigente de poder omnímodo.
Personajes franquistas
Pues bien, un mal día, la ciudad imaginaria a la que hago referencia se despertó con una alarmante noticia: el Ayuntamiento eliminaba los nombres de la calles Pitágoras, Torres Quevedo y Pasteur aplicando la ley de Memoria Histórica, ya que consideraba que los tres eran personajes franquistas. Ante tan relevante muestra de incultura, las reacciones no se hicieron esperar. Llovieron todo tipo de críticas a los autores del disparate. Tan dura fue la reacción, que el alcalde socialista de la ciudad imaginaria expresó públicamente las razones de la eliminación de los tres nombres. Admitía que no eran del tiempo de Franco, pero los eliminaba porque las tres calles fueron bautizadas con esos nombres durante el mandato del general.
La burrada la enmarco en una ciudad ficticia, pero estos días se ha hecho realidad un suceso similar en Palma de Mallorca. Alcalde socialista y concejales de izquierda radical acordaron eliminar por franquistas los nombres de los ilustres marinos Churruca, Gravina y Cervera. Los dos primeros fallecidos a principios del siglo XIX en la Batalla de Trafalgar y Cervera en 1909. Como disculpa a tan erróneo calificativo, los autores adujeron que eliminaban esos nombres de marinos porque en la etapa de Franco los llevaban tres barcos de la Armada Española. ¿Pero en qué quedamos? ¿Eran tres fantasmas del franquismo rememorados en sendos buques, o marinos de cuerpo entero al servicio de Franco? ¡Santo cielo! Si seguimos en manos de tan sectarios y burdos dirigentes, España no levantará cabeza en mucho tiempo. Asusta la incultura, el descaro y la insolencia de estos y otros políticos distribuidos por todo el país.- JT
El mundo está lleno de ignorantes, pero España se lleva la palma. No creo que esos políticos desconocieran la identidad de los tres almirantes, lo que han hecho es hacerse valer. Aquí mando yo y aquí cambio lo que me apetezca. Cambiaron los nombres de las tres calles para mostrar su poderoso potencial como ediles. Pero habrá ciudadanos que pensarán que hicieron bien, nada les convencerá de lo contrario, de la absurdidez del cambio. Mark Twain los definió con acierto. Dijo que era más fácil engañar a la gente que convencerla del engaño.
ResponderEliminarCentro y derecha son más sensatos que la izquierda que hoy nos gobierna, esta aplica la ley de Memoria Histórica a discreción como si fuese la dueña y la señora de España. A ver si el centro y derecha espabilan y donde gobiernan eliminan del callejero a todo hecho o personaje relacionado o protagonista del comunismo y el socialismo de la república. Parece como si ellos fuesen unos angelitos incapaces de hacer daño a nadie.
ResponderEliminarAcabo de leer que el alcalde de Palma da marcha atrás en la eliminación de las tres calles con nombres de ilustres almirantes muy anteriores al franquismo. Recibió un buen rapapolvo de sus jefes nacionales. Parece que aceptó haber metido la pata hasta el c... Reprobar a quienes usan los ayuntamientos para mostrar su incultura y sectarismo es una buena medida. Aunque solo sea por una vez, un aplauso a Sánchez.
ResponderEliminarTambién he leido que fue asi, que el PSOE de Ferraz recriminó a sus colegas de Mallorca por su ignorancia, hechos como el de Palma desprestigian a un pertido que nos gobernó durante muchos años,¡¡¡¡apliquen disciplina si quieren tener éxitos electorales¡¡¡¡¡
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