viernes, 4 de diciembre de 2020

Allegados -palabra difusa-, pero con mascarilla

El tumbaburros aclara dudas
El tumbaburros aclara dudas
¿Sabe usted si es un allegado? Pues vaya averiguando qué significa esta palabra, porque el ministro señor Illa la ha incluido para referirse a los participantes en banquetes de las fiestas de Navidad. El verbo allegar tiene como sinónimos arrimar, acercar, recoger, acopiar, reunir, juntar. Y para allegado, el diccionario nos da pariente, deudo, cercano, próximo, etc. Así pues, sepa qué es usted si desea participar en la cena de Nochebuena o en la comida de Navidad en familia o en comunidad de allegados. La palabreja dificulta entender a qué se refiere esta condición de obligado cumplimiento. Si allegado es también alguien próximo o cercano, además de pariente, pues invitemos a cenar en casa a nuestros vecinos, o a la novia, o al panadero, o al peluquero, o al sastre o al cartero, es decir, a todos aquellos con los que tengamos una estrecha amistad. Cada día observamos cómo la capacidad cognoscitiva de algunos gobernantes es tan corta como su destreza en tareas de estado. Un buen amigo me dijo ayer que va a invitar a su novia a cenar, pero teme ser sancionado. Si autorizan a los allegados a participar en la cena, ¿hay alguien más cercano a mí que mi novia, me multarán si la llevo a mi casa esa noche?, se pregunta. 

Ignoro si son funcionarios o expertos quienes emplean el lenguaje con tan poca precisión. No es un tema menor, porque se trata nada menos que de reunir a las personas más cercanas, familia próxima y demás parentela, en celebraciones de tradición tan arraigada como son las fiestas navideñas. Dígannos, precisen, maticen el difuso y confuso término allegados para tener claro a quiénes se refieren. Si en vez de allegados ponen parientes, pues comprendido, aunque pueden ser cercanos o lejanos. Pero si me ponen allegados a secas, entiendo por qué mi amigo duda sobre si puede o no invitar a su novia a cenar.

Mascarita, ¿no me conoces?
¿Se acuerdan del saludo de mascarita, no me conoces? Pues de la mascarita a la mascarilla que hoy usamos contra el contagio del Covid-19 hay dos diferencias fundamentales. Aquella era la máscara de una celebración divertida. Se reía, se bailaba, se realizaban actos picarescos. Había permisividad y descontrol. No es de extrañar, porque los romanos del imperio festejaban de esa guisa al dios Baco, el del vino, no sé si ya entonces caldo de buen paladar o muy cargado de tanino. En el medievo la fiesta adoptó matices cristianos, sobre todos ortodoxos, obligando a las gentes a privarse de comer carne durante cuarenta días. Mas la mascarilla actual poco o nada tiene que ver con la carnavalesca. Se impuso para combatir la pandemia. Al principio parecía innecesaria para nuestros gobernantes y para la mismísima OMS . Hoy nos la imponen. Si te ven sin ella en espacio cerrado, o en abierto sin guardar la debida distancia, ¡multa! Ahora, la importancia del tapaboca es altamente valorada.

En un informe de un grupo de científicos, publicado por la prestigiosa revista New England Journal of Medicine, se considera imprescindible el uso de la incómoda prenda facial. Dicen que es necesaria para evitar contagios, y si aún así se producen, sus consecuencias suelen ser leves porque disminuye la dosis de penetración del virus en nuestro organismo. O sea, que nos recomiendan su empleo por ser el medio más efectivo para reducir el avance del maldito virus chino. ¿Y ahora -me pregunto-, a quién creemos? ¿A estos científicos, o al portavoz experto en epidemiología del Gobierno, Fernando Simón, quien durante tantas semanas rebajó la eficacia de la mascarilla haciéndola poco menos que innecesaria?

Debate para besugos
Acabo de ver en el programa de Tele5 de Ana Rosa Quintana una tertulia. Participaban políticos del PSOE, Podemos, PP y un ex de Ciudadanos. Traté de averiguar de qué hablaban, mas tuve que esforzarme para saberlo. Gritos, interrupciones constantes entre unos y otros, usurpaciones de la conversación, desmentidos… ¡Madre mía, que escasa educación! Poco pude entender, pero me quedó claro que todos mienten. Al menos de eso se acusaban entre ellos. Mienten y miente y no dejan de mentir. Era como un diálogo para besugos en tasca de barrio. ¡A qué bajo nivel ha caído la política! Minutos antes escuché en Antena-3 una entrevista al exministro de Felipe González, el jurista Tomás de la Quadra-Salcedo. Su habla tranquila, sin estridencias; sus profundos conocimientos de los problemas de España, su clase de hombre culto y educado me sirvió para llegar a esta conclusión: la diferencia entre los políticos de la Transición y los de hoy es tan abismal, que da vértigo.- JT

5 comentarios:

AsierMin dijo...

Invitaré a cenar a mi mejor allegado, el loro Confucio que se larga unas parrafadas de tren mercancias, me gusta escucharle y lo pasaré fetén esa noche en compañía de mis otros allegados, el tendero y la farmaceutica con los que tengo mantengo buena y larga amistad. ¡¡¡Gracias gobernantes por permitirme pasar estas fiesta con las personas por las que siento afecto, loro incluido!!!.

Arseniopaz dijo...

Pues esto de la pandemia me trae frito, no sé por que las televisiones nos inundan la pantalla con escenas de rostros en los que les escarban en la nariz al desayuno, a la comida y a la cena, cada vez que aparece eso cambio a otro canal, los realizadores no tienen sensibilidad para ofrecer otras imágenes del coronavirus, ¿¿¿solo hay esas, bastoncillo y venga y venga a remover el moco??? Cuando hay fotos de gente muerta o mal herida o de sangre o de cuerpos mutilados avisan al televidente de que pueden dañar su sensibilidad ¿y la extracción del moco en plena comida no?

FastDómino dijo...

Respetar el turno de palabra cuando habla otro es una norma fundamental de todo debate serio y riguroso. Las tertulias de TV están abastecidas de periodistas y políticos incapaces de respetar esa norma. Se interrumpen, cortan al interlocutor cuando está hablando para no dejarle seguir, etc. Es una forma de hacer el ridículo y de quedar mal ante el televidente. Quienes practican este comportamiento se descalifican a si mismos, pierden razón al optar por la violencia verbal para defender sus argumentos. En un programa de la Sexta he visto cómo unos y otros interrumpían al que hablaba, práctica que usaba con frecuencia una mujer, supongo que periodista, de gesto amargo, desencajado y agitada mímica facial. ¿Esto es lo que quieren enseñarnos quienes deben dar ejemplo de buenos modales y correcto hablar?

Talesdemileto dijo...

Eso de cierres perimetrales me parece un invento verbal tan innecesario como el de desescalada. Si un país, una comunidad o un municipio es un territorio, ?a que viene aplicar el término perimetral a las áreas de confinamiento? Dígase cierre territorial y punto. ¿Desescalada? ¿Está esta palabra en el diccionario, ya la han añadido? Jo, qué manera de destrozar el idioma!. Nuestros gobernantes presumirán de profesores, doctores o lo que sea, pero en cuestiones de lengua, la mayoría, cero a la izquierda.

Fermín Dario dijo...

FastDómino, te refieres a la Palomera del programa de Ana Rosa o una tal Angelica? Las dos tienen gesto amargo como dices, son expertas en interrumpir al que habla, que es una forma de taparle la boca para que el espectador no oiga lo que dice. El periodismo da asco, ha bajado a niveles insoportables, cambio de canal cuando veo que están presentes esos tertulian@s malencarados y desaboridos, tercos, persistentes en su verdad condicionada por padrinos políticos.