Tras una pausa de varios meses retomo
la atención hacia este blog largamente abandonado. Disculpas a mis
visitantes y, a todos ellos, feliz 2017. Hoy quisiera comentarles
algunos detalles de un viaje que realicé el otoño pasado por
tierras del sur de España. Los años y la atonía le llevan a uno a
optar por la moderación. Por eso he vuelto a la práctica de
actividades físicas tranquilas, pero enriquecedoras de cuerpo y
espíritu; actividades que fui abandonando hace mucho tiempo, a
medida que aumentaba en mí la atracción por la montaña y la
espeleología. Me refiero al buceo sin escafandra, deporte para el
que no es imprescindible poseer un sólido sistema locomotor, y al
más atractivo dolce far niente del viajar y el buen yantar.
Los lugares elegidos fueron la costa murciana de Mazarrón y las tierras altas de Almería. Hay
ahí ciudades, pueblos y paisajes que siempre me llamaron la atención
por su gran contraste con la zona centro y norte de España. La
agreste orografía costera de Cartagena es sencillamente cautivadora.
Las laderas de sus montes se precipitan sobre el mar dejando apenas
espacio para el asentamiento humano. Son una gran muralla entre la
costa y el interior de tierra y roca, donde crecen el palmito enano y
plantas rastreras como el tomillo. Sobrecoge la belleza de las zonas
montuosas y áridas, muy erosionadas, en severo contraste con los
valles amplios, auténticos vergeles de exuberante vegetación, en los que proliferan los invernaderos, mares inmensos de plástico en cuyo
interior se cultivan frutas y hortalizas para abastecer a medio
mundo.
Mi viaje por esos lugares se ajustó a
inmersiones y paseos por La Azohía y Puerto de Mazarrón, y a
visitar altas tierras lorquinas y almerienses donde se abren
oquedades de gran atractivo espeleológico en montañas que, como las
de Sierra María, El Maimón o Las Muelas, ofrecen, además, un escenario
espléndido para disfrutar de ascensiones suaves, pero duras, por
terreno calizo.
Dejo aquí, pues, algunas estampas de
mis recorridos por el sureste peninsular. Son solo una pequeña
muestra de los grandes atractivos que posee la España continental.
Entre
Cartagena y Mazarrón Puerto los
montes caen hacia el mar en fuertes pendientes. Apenas dejan espacio
para el disfrute de la costa. Pequeñas playas y calas se suceden a
lo largo de un litoral dominado por elevaciones que llegan a superar
los seiscientos metros, como Peñas Blancas. Es un espectáculo
sobrecogedor. Ahí el hombre trabajó duro para extraer mineral de
una tierra de gran aridez. En la zona de Mazarrón abundaron las
explotaciones de almagre o almazarrón, óxido de hierro rojo, que se
emplea en pintura.
Cabo
Tiñoso.
Erguido sobre el atractivo pueblo de La Azohía, este cabo fue
enclave estratégico para la defensa de la costa cartagenera,
especialmente en el siglo XVI, cuando eran frecuentes las incursiones
de piratas turcos y berberiscos. En su cima (a la izquierda, en la
foto) están los restos de Castillitos, una en sus tiempos
poderosa fortificación militar. Estuvo equipada con baterías de
gran alcance (21 km) desde la dictadura de Primo de Rivera. Por una
pista de montaña, sinuosa y estrecha, se puede llegar hasta la misma
fortaleza. Y allí, el visitante disfrutará de soberbias vistas
panorámicas del mar y la costa. Con cielo despejado y atmósfera
limpia, dicen que se ve África.
La Azohía es un pueblo encantador de la costa de Cartagena. Está en pleno golfo de Mazarrón, al pie del Cabo Tiñoso, que no se ve en esta foto. Tiene buenas escuelas de buceo y lugares muy aptos para practicarlo. Las aguas del golfo son calientes y transparentes, invitan al chapuzón y a sumergirse largo rato sin pasar frío. En la zona del cabo hay una cueva submarina con lago interior de agua salada a la que se accede fácilmente si uno domina el buceo. Hay que hacer una inmersión de tres metros y superar luego un sifón de cinco. No es recomendable para personas sin experiencia. En verano, especialmente los fines de semana y festivos, las playas de La Azohía están atestadas de bañistas procedentes de Cartagena y zonas del interior. Es un lugar predilecto de los murcianos y de turistas de todo el mundo, sobre todo británicos y alemanes.
La
playa paradisíaca de Mazarrón
Puerto.
Está en pleno golfo del mismo nombre y sus aguas alcanzan altas
temperaturas. Dicen los lugareños que son como las termales, y no
les falta razón. En los meses de verano alcanzan 28 grados e incluso
más, y en primavera y otoño rara vez bajan de los 23. En la foto,
barcos de alquiler para paseos por la costa.
Aguas
curativas.
Que las aguas del golfo son curativas parece confirmarlo esta foto de
la playa de Mazarrón. Tales son sus beneficios para el cuerpo, que
el Ayuntamiento instaló hace años ese toldo de la foto con dos
hileras de sillones. Son plazas muy solicitadas por los bañistas. Es
dado ver con frecuencia a personas de avanzada edad sentadas ahí,
con el agua hasta el pecho (no hay mareas), departiendo
tranquilamente como si estuviesen de charla en la terraza de un bar.
Los beneficios del salitre, la presión del mar y su alta
temperatura invitan a participar en tertulias marinas bajo una
cubierta protectora de los rayos solares.
Playa
de la Ermita. En
el largo paseo marítimo del golfo, entre Mazarrón y Bolnuevo, está
la llamada Playa de la Ermita, de aguas mansas y poca profundidad. A
la entrada de su pequeña bahía hay un Club Náutico, y frente a la
playa varios restaurantes invitan a degustar platos típicos
murcianos. Unas grandes rocas ocupan gran parte de este tranquilo
arenal, de excelentes condiciones de baño para personas mayores y
familias con niños. Y si hay que acudir al culto religioso, pues ahí
está el encalado y pequeño templo, donde a diario, cuando el sol
declina, en verano y otoño, el párroco dice misa con las puertas
abiertas para que puedan seguirla los visitantes de la playa.
Palmera
multitronco.
En las cercanías de Puerto de Mazarrón, y poco antes del núcleo
central de Bolnuevo, está esta hermosa palmera amacollada, en una
zona de hierba junto a la carretera. En los alrededores hay buenos
bares, cafeterías y casas de comidas. Destaca el restaurante Redes,
de amplio comedor y en primera línea de playa, donde sirven sabrosos
productos del mar a precios asequibles a cualquier bolsillo.
Especialmente apetitosa es la fideuá,
bien horneada y repleta de marisco del golfo.
La
greda de Bolnuevo.
Multimillonarias en fotos, estas formaciones geológicas de
caprichosas formas están frente a la playa de Bolnuevo, también en
zona del golfo de Mazarrón. La arcilla o greda, apreciada por los
alfareros, alcanzó en este lugar perfiles muy curiosos debido a los
efectos de los vientos cargados de minúsculas partículas de agua y
arena. No hay turista que pase por la zona y no detenga su vehículo
para tomar imágenes de tan raras esculturas naturales. Alguien con
falta de ingenio dio en llamar a estas rocas “paisaje encantado de
Bolnuevo”, rememorando tal vez las de la Ciudad Encantada de
Cuenca, con las que apenas tienen similitud.
Paddle
surf en
aguas mansas. En la tranquila bahía donde está la Playa de la
Ermita no es inhabitual ver a deportistas practicando paddle
surf cuando
apenas hay oleaje. Desde el agua tomé la foto de esta joven
surfista, acompañada de su perro. Situado en la proa de la tabla, el
chucho, atento a la navegación, parece disfrutar observando la fauna
marina.
La
gran fortaleza de Mula.
Y del mar, al interior. "Mula,
es villa de gran fortaleza et bien cercada, et el castiello della es
como alcázar alto et fuerte bien torrado..." (Alfonso
X). La histórica ciudad de Mula se extiende al pie de una colina
dominada por el castillo medieval del marqués de los Vélez,
monumento mal conservado pese a los intentos de los muleños por
recuperarlo, ya que es un importante bien patrimonial. Palacios,
templos y museos, y la singularidad de sus plazas y calles céntricas,
han dado a esta ciudad la categoría de Conjunto Histórico Artístico
de carácter nacional en 1981. Si la visita, no deje de acudir al
Museo de Arte Ibérico, en cuyo interior se conservan las mejores
piezas de la península.
Castillo
de Xiquena. Entre
Lorca (Murcia) y Vélez Blanco (Almería) están los restos de este
castillo del siglo XII. Fue una importante fortificación árabe
destinada a controlar, junto con el castillo de Tirieza, la vega del
río Corneros, situada entre los sistemas montañosos del Gigante y
La Torrecilla. La presencia de agua en la zona dio pie a los
musulmanes a establecerse en esa campiña aparentemente árida,
ocupada hoy por grandes extensiones de vid, olivo y almendro. El
castillo está enclavado en un cerro, a unos 900 m sobre el nivel del
mar. Es de mampostería.
Las
Muelas.
En la vega del río Corneros se alza este impresionante murallón
calizo de dos cimas llamadas las Muelas, la grande y la chica. Desde
la lejanía, la montaña recuerda a la Collarada del Pirineo oscense
por su cumbre en forma de mesa, aunque los almerienses ven en ella
una muela. Tiene fácil acceso, con senda señalizada en algunos
tramos y espléndidas vistas panorámicas.
La
Muela Chica. En esta imagen se aprecian bastante bien las cimas
de ambas Muelas. La Chica, con su pequeña elevación rocosa, y la
Grande, dominada por un farallón calizo, sin pretensiones de gran
pared, donde es posible practicar la escalada.
Vélez
Blanco.
Panorámica de la vega y las Muelas desde el castillo de Vélez
Blanco. Impresionante paisaje de un amplio valle salpicado de
alquerías y tierras de cultivo. El agua fue una bendición para el
asentamiento del hombre en lugar tan aparentemente árido por el
aspecto grisáceo de su tierra. La zona estuvo habitada desde la
prehistoria. Prospecciones realizadas en las últimas décadas
contribuyeron a documentar la existencia de yacimientos eneolíticos.
Sierra
María-Los Vélez.
Es uno de los parques naturales más hermosos de Andalucía. Sus
altitudes van desde los 700 m a los 2.040 m sobre el nivel del mar.
Además, es Parque Natural desde 1987. Aquí el turista lo posee
todo: pueblos pintorescos, estupenda gastronomía, paisaje, museos,
cuevas, senderos de montaña, paredes de escalada... y simpatía a
raudales. La simpatía de sus pobladores, siempre alegres, amistosos,
felices, amables. Parece estar uno a las puertas del cielo. ¿Qué
más se puede pedir? Además, el ciclista tiene largos trayectos
señalizados, también los senderistas; hay buenas paredes para
escaladores, pero sin olvidar al montañero a secas, que goza en
estas sierras calizas de vistas soberbias, con rutas de todas las
dificultades. También hay para el turista mucho que contemplar. Por
ejemplo, yacimientos arqueológicos en cuevas como la de Los
Letreros (en
sus paredes está el hombre de Indalo, un cazador con arco
prehistórico, símbolo de Almería), la del Gabar, la de Ambrosio,
etc., y monumentos arquitectónicos como el Castillo Alcázar de los
Fajardo, de Vélez Blanco. La zona bien se merece más de un viaje.
Castillo
de los Fajardo.
Está en Vélez Blanco. Fue construido sobre una fortaleza árabe
en el siglo XVI en tiempos de Pedro Fajardo y Chacón, marqués de
Los Vélez. A esta espléndida obra arquitectónica la despojaron de
una de sus mayores joyas, el patio renacentista, hoy pieza destacada
del Museo Metropolitano de Nueva York. El expolio comenzó en 1904,
cuando los entonces propietarios del castillo, los duques de Medina
Sidonia, vendieron el precioso patio de mármol a un anticuario
francés. Las piezas, desmontadas una a una, fueron trasladadas a
París, donde las adquirió un multimillonario norteamericano para
colocarlas en su palacete neoyorquino. El personaje decidió a su
muerte donar el patio al citado museo. El castillo es impresionante,
parece inexpugnable. Sin embargo, está vacío; solo hay estancias y
paredes de pura roca. A pesar de todo vale la pena visitarlo y
disfrutar de esta obra magna del renacimiento español.
Leana,
las aguas milagrosas. El Balneario de Leana está a unos 30 km de
Murcia, en el lugar de Fortuna. Es uno de los más antiguos de
España. Parece ser que Leana es el nombre de la colina en la que
está el manantial de aguas termales, explotado en su tiempo por
romanos y árabes. Balneario y dos hoteles, casi nada, en un entorno
de lujo. El hotel principal (en la foto) conserva su estilo de
finales del siglo XIX, con el interior renovado. Dos curiosidades: el
comedor es una réplica del que tenía el trasatlántico Titanic,
y los amplios pasillos están decorados con pinturas copiadas de
la Capilla Sixtina. Las aguas de Leana lo curan casi todo:
dolencias reumáticas, respiratorias, estrés, psoriasis,
parkinson... y hasta la ansiedad. ¡Un chollo para la salud!
Faetón
parisino. A la entrada del balneario de Leana se exhibe este
curioso carruaje, un Faetón corto para tiro por ponis. Procede de
París y, según se dice, fue utilizado como trasporte de gente
menuda. Es toda una reliquia del mundo de los carros.
Protagonista,
el cine. Vista
parcial de la amplia cafetería, bar, restaurante y sala de
espectáculos del Balneario de Leana. Todo, decoración, objetos,
mobiliario, etc., está dedicado al cine clásico, a la historia
del que fue espectáculo de calidad y a sus principales
protagonistas. Hay un pequeño proyector antiquísimo y otro de una
pulgada al fondo con su operador (maniquí). En el mismo salón hay
también un escenario para representaciones teatrales. La comida que
sirven diariamente es de buena calidad, a precio asequible.
Pues has vuelto. Ya creía que te habías ido de picos pardos a otro planeta. Eres un bon vivant. Me alegra que lo hayas pasado bien en esos territorios sureños. ¡Qué distintos a Picos y Alpes¡ Ya veo que de escalar, niente, y de andar, pues en faetón. ¡Jose, sabes vivir! ¡¡¡¡Ja, ja ,ja!!!
ResponderEliminarCerca de Mazarrón hay un urbanización impresionante, de gran extensión, llamada Condado de Alhama. Debe de ser el mejor y más grande resort de España. La próxima vez que viajes por esa zona, no dejes de visitarla. Vas a ver uno de los mayores y más hermosos palmerales del país. Tiene de todo: hoteles, pisos de alquiler, apartamentos, lugares de ocio, piscinas, golf, supermercado, etc. Además, esta cerrada a su alrededor y en sus puertas de acceso hay vigilancia. Merece un viaje.
ResponderEliminarPues bien sabes Cesáreo que ya no puedo escalar. Pero, ¿ves?, hay otros placeres como la contemplación de los fondos marinos, su fauna en aguas transparentes, el colorido de los peces, las plantas movidas por el embate del agua, la oquedad en la roca sumergida... Y si esto lo alternas con una mesa bien nutrida de viandas y un buen tinto reserva, pues miel sobre hojuelas. Te recomiendo esta experiencia. Me lo agradecerás.
ResponderEliminarEso no es montañismno si no puro sibaritismo. Jo, que vidorra!!! Yo también quiero bañarme en esas aguas calentitas y recorrer senderos con vistas al hermoso valle que muestras en una de tus fotografías. Tienes razón, parece el paraíso terrenal.
ResponderEliminarLo mejor de esa zona es el clima. Si odias la lluvia y el frío, pues a Mazarrón. Es un golfo caliente y muy seco, jejeje!!!!
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