jueves, 9 de febrero de 2023

Turquía y Siria. La tragedia inevitable de un terremoto

¡Qué horror, qué tragedia, qué pérdida tan brutal de vidas humanas¡ La Tierra sigue padeciendo convulsiones cada vez más destructivas. Parece que los movimientos sísmicos proliferan en los últimos decenios. Uno ya no sabe si son fenómenos imprevistos, o violentísimas reacciones previsibles dentro de la estructura del planeta. Aún están próximos, entre otros, terremotos tan terriblemente destructivos como el de Turquía (1999), Nepal (2015); India, Nepal y el Tibet (2011), Chile (1960), Japón (2011), Lorca (2011), los de Granada en el siglo pasado, o el de Lisboa, ocurrido en 1775, que generó la pérdida de más de cien mil muertos y casi otros tantos heridos. La cuenta de sismos es casi incontable si la iniciamos desde el día en el que hombre dejó constancia de estos sucesos al comienzo de la historia.

La tierra destruye y mata cuando tiembla. Y si no es por el movimiento de sus placas tectónicas, puede serlo por los efectos de fuertes erupciones volcánicas. También a causa del lento desgaste de las montañas, cuya altura disminuye a lo largo de los siglos, o por el efecto de las aguas profundas que, debido al roce permanente sobre zonas sólidas, acaban abriendo fallas en el hipocentro y hundimientos. Pero, por si estos fenómenos naturales no fuesen ya suficientes para amenazar la vida de los seres humanos, van los políticos e inventan armas tan destructoras como los terremotos. Me refiero a las nucleares, a esas bombas atómicas que sirven de amenaza entre unos y otros dirigentes para proteger sus riquezas, sus ideologías o sus deseos de expansión comercial y territorial

Me gustaría ver a Putin y a quienes lo apoyan si, tras haber sufrido bajo sus pies un terremoto como el reciente de Turquía y Siria, seguirían pensando en explosionar bombas nucleares para satisfacer sus deseos de ocupar otros países. O al presidente de Corea del Norte, o al de China, o al de Estados Unidos… La inestabilidad de la Tierra dentro de su solidez no tiene ni juega con amores, odios o ideologías. Y si el planeta fue creado con la inclusión de tan peligrosas amenazas, nada puede hacer el hombre para librarse de ellas. Por el contrario, el empleo de bombas nucleares acentuaría aún más la proliferación de sismos. El uso de esas armas contribuiría a originar terribles movimientos en el interior del planeta, además de devastar la superficie terrestre y producir grandes holocaustos en todos los seres vivos.

Quienes hayan leído la B
iblia recordarán estas palabras de Cristo sobre el fin del mundo: Habrá guerras y rumores de guerras -dijo el Redentor-, señales en los cielos y en la tierra, el sol se tornará en tinieblas y la luna en sangre, habrá terremotos en diversos lugares, los mares se saldrán de sus límites, y entonces aparecerá en el cielo la gran señal del Hijo del Hombre... Guerras, mares fuera de sus límites, terremotos… ¿Le suena todo esto a actualidad, querido lector? Pues es una revelación divina, cuyo contenido describe con bastante exactitud el estado actual de nuestro planeta.- JT

3 comentarios:

Cesáreo dijo...

Jose, estoy acojonado con estos sucesos. Menos mal que no nos han pillado los movimientos de tierra cuando por Picos y Pirineos caminábamos por estrechos valles de roca para ascender a cimas que aún permanecen vivas en mis recuerdos. Supongo que también en los tuyos. Me da una pena inmensa la pérdida de tantos seres vivos. Dicen que un experto belga pronóstico esos sismos dos días antes. Será cierto pero a ver cómo podían ponerse a salvo tantos cientos de miles de personas. Terrible. Y los políticos no aprenden. Como tú dices siguen usando la amenaza nuclear para atacar o defenderse, si esas amenazas se llevan a cabo será entonces el mismo hombre quien acabará con la vida en el mundo.

Chorbo Viejo dijo...

No creo que ningún líder político llegue a promover el uso de bombas atómicas. Sería la muerte de sus enemigos, pero también la suya, algo así como fuertes terremotos diseñados para acabar con todos nosotros.

Rascayú dijo...

Pues me sorprende que los políticos no agradezcan las ayudas del empresario Amancio Ortega de INditex a los afectados por el terremoto de Turquía. Les envìa nada menos que medio millón de abrigos para que se protejan del frío del invierno. A este empresario debían de dedicarle en Galicia y en Madrid un gran monumento como recuerdo de la inmensa generosidad de este hombre con las gentes víctimas de grandes tragedias. Y no solo con ellas, también con las personas enfermas, porque hace aún no mucho tiempo donó máquinas modernas para la lucha contra el càncer a varios centros hospitalarios, unas donaciones que movieron al líder podemita, ese personaje presumido de palabra y de educación reducida lo movieron a criticar las donaciones. Qué asco y que verguenza¡¡¡¡¡¡¡¡