Pestes
letales
No haga el ridículo. Viva tranquilo Foto: Anthony Wallace. AFP |
A
lo largo de la historia de la humanidad las pestes acabaron con
muchas vidas. Millones de seres murieron víctimas del ataque de
microorganismos que entraron en sus cuerpos, invadieron sus pulmones
e infectaron su sangre. Lo cierto es que cantidades ingentes de almas
y cuerpos se fueron al carajo por falta de higiene, por nula o escasa
prevención, y por desconocimiento de la fuerza letal de unos
organismos invisibles al ojo humano. Mas hoy en día sorprende que si
el hombre ha alcanzado grandes logros en materia cibernética, pongo
por ejemplo, consiguiendo reproducir en máquinas o robots lo que
solo los seres vivos pueden hacer; si ha puesto astronautas en
órbita; si avanza día a día en la exploración del material
genético; si defiende el Big Bang como la gran explosión creadora del universo, la existencia de agujeros negros, y nuestro destino
ligado al fatal cambio climático, si hace todo esto, ¡oh
mein Gott!,
¿por qué se muestra incapaz de liquidar a unos malditos patógenos que a diario nos acechan, entran sin permiso en nuestras vidas, se apoderan de nuestras células y acaban con nosotros? ¿Qué está
pasando? Pues parece, al menos de momento, que
somos incapaces de exterminarlos.
El coronavirus no es un microorganismo noble como algunas bacterias beneficiosas,
sino un virus letal. Actúa de manera premeditada, infame, contra
nuestra integridad física. Sufre mutaciones, o sea, cambios en el
ADN. El corona va de dañino, como el ébola, la gripe asiática o la
española. Pero dudo si su capacidad letal es tan fuerte como la
alarma que los medios lanzan diariamente en sus noticias, anunciando
nuevos casos de enfermedad, más muertes, reclusiones de personas
afectadas, etc., creando en la gente preocupación y miedo ante lo
que pueda pasar.
Manipulación
de las masas
¿Recuerdan
la expansión del SIDA por el mundo en los años ochenta, enfermedad
procedente, según nos dijeron, de los orangutanes? Pues acabó con
más de veinte millones de personas. ¿Y la peste negra, que en el
Medievo fulminó a millones de seres humanos en poco tiempo? ¿Y el
sarampión, y la viruela…? En España ya se empieza a ver gente con
mascarilla, no sé si la llevan por miedo al virus o como
continuación del carnaval, tengo mis dudas. Aunque la situación nos
va a servir de prueba sobre el comportamiento de las masas
manipuladas por agentes
nocivos;
masas fáciles de asustar o enervar, muchedumbres obedientes al líder
omnipotente o a troikas perversas,
como antaño ocurrió con el comunismo soviético, con sus asesinatos
masivos, sus checas, sus terribles gulags
de trabajo y muerte, o con el nazismo de los holocaustos, inhumano,
terrible, capaz de acabar con millones de personas indefensas.
Una
y otra ideologías son como los virus: se desarrollan, mutan y acaban
invadiéndonos. Entran en mentes serviles, incultas, fáciles de
dominar, para convertir a sus poseedores en pobres y esclavos. Se
transmiten a través de la propaganda y la mentira, el miedo y la
amenaza. Vean si no el curso del separatismo catalán, al que el
actual Gobierno da carta blanca en reuniones de Estado. Palabras,
palabras y palabras, como si los actos delictivos se resolvieran
hablando. Es como si pretendiésemos acabar con el coronavirus en una
mesa de diálogo y no con la aplicación de medidas que neutralicen
sus efectos letales. A los virus hay que combatirlos con vacunas y
terapias. A los gobernantes que delinquen, con la ley. No cabe otra
opción, por mucho que se empeñe el señor Sánchez y las ministras
que le acompañan en hacerlo a su manera.
Así
pues, a
disfrutar del sol y de la buena cerveza de barril (recomiendo
Estrella Galicia), queridos lectores. No se dejen inquietar en exceso por el corona. Pronto
aparecerá alguna
vacuna que
acabe
con la peste de Wuhan y llene
las arcas del laboratorio productor. Dirija también su atención a la
otra peste, a la de la desintegración de la unidad de España.Y más cuando su resolución está en manos de
políticos de dudosa fiabilidad. Los diálogos a puerta cerrada
pueden ocultar trampas, así que habrá que tener cuidado de no caer
en ellas.- JT
Yo por lo que pueda pasar continuaré con la máscara del carnaval. No me fio de los chinos. En las reuniones de alto nivel me parece que hay diálogos de besugos como se decía antes, mucho hablar pero poco hacer porque los delitos de desobediencia y alta traición penden sobre los reunidos. Cuidado cuidao!!!!
ResponderEliminarLa vía de la palabreria es tomadura de pelo, unos y otros saben que la indeoendencia es imposibe, se ríen de nosotros. Déjense de macanas y gobiernen decentemente!!!!
ResponderEliminarLos medios acaban metiéndonos miedo a todos. Si le epidemia no tiene resultados tan funestos como la gripe, a que viene dar tanta importancia al coronavirus? Tal vez para tapar los verdaderos problemas del país. Los ciudadanos picamos como bobos, agotamos mascarillas, limpiamos de existencias los super y huimos del vecino cuando se pone a toser. ¡¡¡At....chissss!! estornudo y me quedo solo, desaparecen los que está a mi alrededor. Serán imbéciles!!!
ResponderEliminarEsto se extiende, algo nos ocultan. Una delas mejores sanidades del mundo es la nuestra,pero está fallando. Vaya numerito que se ha montado. Nos infecta el coronavirus, pero quien de verdad nos infecta son los gobernantes con su mal ejemplo. Los parlamentarios europeos se van a casita a descansar por miedo al virus cuando tenian que dar ejemplo y aguantar, que bien cobran a final de mes.
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