¿Cambia la altura de las
montañas en cortos períodos de tiempo, o son los instrumentos con los que el
hombre realiza las mediciones los que la varían? En You Tube acabo de encontrar
un interesante vídeo sobre el tema. Desde el año 2001, experimentados
alpinistas-geómetras franceses y suizos suben a la cima del Mont Blanc a
efectuar mediciones. En 2003 registraron una altura máxima de 4.808 m. Cuatro
años después, esta montaña tenía 4.811 m. Había crecido nada menos que tres
metros. Pero a día de hoy apenas ha variado con relación a la altura de hace
dos años, según se informa en ese vídeo.
El techo de Europa |
En general las montañas pierden altura en el tiempo a escala geológica y sus crestas y picos se achatan a causa de la meteorización y
la erosión, dos procesos naturales en los que la lluvia, el hielo y el viento, junto
con agentes biológicos y el arrastre de piedras, tallan y pulen la roca redondeando
en millones de años su perfil. Por eso se suele decir que la montaña, cuanto
más vieja, más roma. Cordilleras tan abruptas y accidentadas como la himaláyica,
la alpina y la pirenaica son aún jóvenes si las comparamos con las de otras
zonas del planeta afloradas muchos millones de años antes.
Los protagonistas del citado
vídeo, un grupo de experimentados alpinistas saboyanos de Chamonix y Saint
Gervais-les-Bains, comprobaron en la
medición efectuada el pasado mes de septiembre que la altura del Mont Blanc apenas
había variado en los dos últimos años, pues en 2011 estaba en los 4.810,44
metros y actualmente se sitúa en los 4.810,06, muy lejos de la diferencia de tres
metros registrada entre 2003 y 2007. Hace casi siglo y medio, en 1863, tenía esta
montaña 4.807 metros de altura, y 4.808,4 m en 1986. Así que parece bastante
clara la influencia del clima en estas variaciones altimétricas.
Factores del cambio de altura
Factores del cambio de altura
Nieve y viento, frío y calor
son factores determinantes de los cambios de altura. La nieve sin viento o con
viento suave se acumula sobre el hielo de la cumbre y aumenta su altura; pero si
el viento sopla fuerte, la arrastra hacia el valle. El calor derrite el hielo y
reduce la altura, pero también facilita el almacenamiento de la nieve si no hay
viento o es suave. ¿Y cuál sería la altitud del Mont Blanc si se derritiese
todo el hielo de su cima? Pues parece que disminuiría bastante, ya que las mediciones
realizadas con radar en 2004 por científicos franco-suizos dieron una altura de
4.792 metros; es decir, tendría 16,4 metros menos, que es el grosor de
la capa de hielo que cubre su loma cimera.
Metro arriba o metro abajo,
esta montaña no deja de ser la más alta de Europa Occidental. Yo llegué a ella
cuando rondaba los 4.808 metros de altitud, a finales de los años setenta, pero
hoy en día miles de montañeros y turistas con guía han superado esa altura al
menos en dos o tres metros al aumentar el espesor de la capa que la cubre. Y
digo bien: miles. Porque en los últimos treinta años el Mont Blanc pasó de una
relativa tranquilidad a un estado de masificación insoportable. Ya no suben
solo montañeros con experiencia, como antaño, sino toda clase de personal
ansioso de aventura. Hay quien dice haber visto caminando hacia la cumbre a más
de cien personas. Pero no todas las que se meten en esta peligrosa aventura culminan
la ascensión. La mayor parte son curiosos e inexpertos montañeros. Abandonan
cuando hay que enfrentarse al primer gran peligro: el Coluoir du Goûter, por el
que bajan como balas las piedras que desprenden los de arriba. Este corredor se
ha cobrado unas cuantas vidas. Y los que logran alcanzar el refugio de Goûter,
el antiguo o el nuevo eco-refugio inaugurado en junio pasado, no tardarán en
ceder cuando se aproximen a la Arista de los Bosses, relativamente larga y
estrecha, de puro hielo y nieve, con glaciares a diestro y siniestro.
El Chamonix de los mercaderes
El Chamonix de los mercaderes
En fin, la masificación no
está solo en la montaña. También el valle es objeto de visitas multitudinarias.
Aquel Chamonix de los años sesenta y setenta que conocí en mis andanzas por
Alpes era un lindo y tranquilo pueblo de montaña. Había ya entonces mucho
montañero, y los turistas no solían pasar de los lugares habilitados para
ellos. Abundaban los pantalones bávaros en la vestimenta de hombres y mujeres y
las recias botas de cuero untadas con grasa de caballo anti-humedad. ¡Pobres
pies! Los cafés de la villa, de aspecto dieciochesco, muy acogedores, eran
lugar de tertulia franca y dichosa entre montañeros de distintas
nacionalidades.
A principios de este siglo,
en un viaje a Suiza, pasé por Chamonix. Lo vi completamente transformado. No
era el pueblo hermoso y acogedor, apacible, que yo conocía. Estaba invadido de
tiendas y cafeterías, andaba la gente por todas partes, por calles y aceras,
Chamonix, ¡maldito sea!, aquel entrañable corazón alpino, cuna del montañismo,
había perdido su imagen sosegada, ciento por ciento montañera. Se había convertido
en una plaza de la Europa de los mercaderes propugnada años ha por Robert Schuman,
Churchill, Adenauer, De Gasperi y otros, todos ellos padres de la Unión Europea. Comercios,
tiendas de souvenirs, turistas;
gente, gente y gente deambulando por todas partes. ¡Qué horror! Aquel fue el
día de mi última visita a este pueblo. Al marchar me despedí definitivamente de
él con un au revoir pour toujours, Chamonix! - JT
¡¡¡Vaya si ha muerto gente en el canal de Gouter!!!. Conozco a uno que si no fuera por el casco estaria hoy criando malvas. Javi
ResponderEliminarLa masificación de esa montaña tiene graves consecuencias. A menudo leo en los medios que alguien ha muerto en alguna de sus vías. Debían controlar la presencia de neófitos en las zonas peligrosas de ese macizo a las que solo deben de acudir montañistas expertos. Y aún con experiencia, muchos dejan allí sus vidas.Cesáreo
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