Vivimos en democracia –teóricamente-, pero ya no están las filas prietas como antaño para lograr la devolución de un pedazo de territorio que lave nuestro honor. Aquí, de momento, hay que sobrevivir como se pueda. Así pues, aparquen la Roca, el honor y todas las mandangas que desvían nuestra atención de los verdaderos problemas como la presentación de denuncias por cohecho desacreditadoras entre partidos, o la persistente gripe asesina, hasta la saciedad mentada, sobre la que la ministra del ramo habla una y otra vez causando más alarma que sosiego.
ZAPATERO, OBJETO DE CRÍTICAS
¿Todavía no se han dado cuenta, unos y otros, de que tanto rifirrafe absurdo e innecesario incrementa a pasos agigantados en el pueblo español la desconfianza en los políticos y, por ende, en nuestra actual democracia? Disfrácese usted, señor Zapatero, para que nadie le reconozca, y acuda al mercado, al café, a los lugares de encuentro ciudadano sin politizar y escuche los comentarios. No hay ni uno a su favor. Los trabajadores en paro lo maldicen; los jubilados viven angustiados por el temor a quedarse sin pensión o a verla reducida; las amas de casa se acuerdan de todos sus antepasados ante las subidas en los precios de los alimentos, de los impuestos directos e indirectos de todo tipo, tanto de municipios como de autonomías y del Estado. Vamos camino de un cataclismo social y económico. Pero ustedes, los gobernantes, y ustedes, los parlamentarios, viven felices en su particular edén con sus sueldos elevados y garantizados, con su inmunidad y sus consolidados empleos.
Entrar en política para conseguir un cargo público es un chollo que no está al alcance de cualquiera. Las plazas están limitadas en todos los ámbitos del poder: gobierno central, autonomías, sindicatos… Incluso en las radios y televisiones públicas. Ahí, en todas esas esferas alimentadas con dinero público residen los privilegiados. Los demás, los ciudadanos de a pie, somos prisioneros de la política del actual gobierno, cuyo objetivo final parece ser el de igualar nuestras diferencias sociales por la pobreza.- JT
Entrar en política para conseguir un cargo público es un chollo que no está al alcance de cualquiera. Las plazas están limitadas en todos los ámbitos del poder: gobierno central, autonomías, sindicatos… Incluso en las radios y televisiones públicas. Ahí, en todas esas esferas alimentadas con dinero público residen los privilegiados. Los demás, los ciudadanos de a pie, somos prisioneros de la política del actual gobierno, cuyo objetivo final parece ser el de igualar nuestras diferencias sociales por la pobreza.- JT
Hace tiempo que los políticos nos están tomando el pelo. Con la coña de la democracia basan toda su actuación "en lo que vote la mayoría", pero en un país como el nuestro, donde una gran cantidad de personas son por desgracia analfabetas funcionales, no se debiera utilizar ese argumento para justificar la mediocridad y el desgobierno de unos políticos de chicha y nabo. José Luis
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo. M.D.
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