Algunos daños de la DANA. Es una catástrofe de enormes dimensiones (Foto Las Provincias) |
Si la catástrofe de la DANA ha sido un verdadero horror, ahora le toca este calificativo a la actuación del gobierno de España. No se entiende el proceder de Pedro Sánchez, de la ministra Teresa Ribera, y tampoco del ministro Marlaska sobre un hecho que ha producido 227 muertos y trece desaparecidos. La mayoría de víctimas mortales son de la Comunidad Valenciana, 219 hasta hoy. Las demás, de Castilla-La Mancha y Andalucía. ¿Alguien entiende que tras los trágicos resultados de ese cataclismo, las autoridades del Estado no hayan dado plena dedicación a lo ocurrido y, en especial, apoyo inmediato, personal y económico claramente aceptable, a los damnificados?
No, al menos yo no entiendo este desvarío. El señor Sánchez sigue estando ausente de España con bastante frecuencia, y cuando está aquí no parece actuar de manera permanente y eficaz en la ayuda a quienes lo perdieron todo: casa, coche, familiares, amigos, propiedades, etc. Cuando visitó la zona de la riada, tuvo que escapar porque algunos afectados le amenazaron e insultaron duramente. Fue una situación crítica la de esa visita. Pero ahora, cuando ya han pasado 20 días, quienes están obligados a intervenir en la ayuda personal y económica del Gobierno a los afectados, actúan de manera poco eficaz. Tanto es así, que los millones de euros propuestos por Sánchez a quienes sufren pérdidas irreparables poco o nada van a resolver. Necesitan adquirir nuevos vehículos, casa, muebles, etc., y en muchos casos de manera inmediata. Pero no parece que vayan a darles dinero por lo perdido, sino más bien que recibirán ayudas económicas con la obligación de devolverlas en pocos meses.
Un caso de ayudas a los damnificados por el volcán de La Palma, de hace tres años, define cómo estos políticos actúan de forma escasamente eficaz. El porqué, es evidente. Más de ochenta familias tienen que vivir aún hoy en contenedores vivienda, y también hay otras que sobreviven gracias a la ayuda de Cáritas. La ayuda del Gobierno de España poco resolvió en esa gran catástrofe de la isla canaria. La mayoría de las personas perjudicadas no pudieron reconstruir sus viviendas, o construir otras nuevas, porque el dinero que les han dado es insuficiente.
La pasividad de Teresa Ribera
En el caso de la DANA, la actuación de la socialista Teresa Ribera es muy censurable. Siendo ministra de Transición Ecológica y experta, como ella dice, en el cambio climático, hasta el día de hoy sigue sin explicar por qué no se preocupó de las consecuencias de la DANA desde el primer momento, ni tampoco de acudir a Valencia a ayudar a resolver los graves problemas creados por las inundaciones. Además, la Confederación Hidrográfica del Júcar depende de ella. Es justo un organismo público que debió de ser en todo momento muy eficaz, tanto en sus pronósticos como en los pavorosos resultados de la riada. Parece interesarle más a esta ministra dedicar todo su tiempo a lograr el puesto de comisaria del Parlamento Europeo, que a preocuparse totalmente de lo ocurrido en Valencia y en otras comunidades.
Siendo ya ella ministra, con su acentuado afán de lucha contra el cambio climático y sus consecuencias, poco o nada ha hecho para proteger los campos de la agricultura, y también a la industria. Sabiendo que cada cierto tiempo iba a haber fuertes riadas, en la zona de Levante, tampoco hizo nada por cambiar el cauce de los ríos que, en caso de muy grandes lluvias, causan daños tremendos e irreparables, como ocurrió en las tres comunidades de España afectadas por la DANA: Valencia, Castilla-La Mancha y Andalucía.
El ausente Pedro Sánchez
Mal vamos si Sánchez no cambia a los miembros de su gobierno cuando actúan de manera ineficaz. Y si no lo hace, que dimita él y convoque elecciones. El CIS lo respalda hoy lunes con una encuesta que le da al PSOE clara ventaja de votos sobre el PP. Entonces, si Sánchez confía en Tezanos, un socialista que preside ese Centro de Investigaciones Sociológicas, ¿por qué no se anima a obtener una victoria electoral? ¡Ya, ya…! Nuestro presidente se aferra mucho al puesto que ocupa. Y sabe que si pierde, se le acaba la posibilidad de seguir rigiendo el país. Se ve, por su forma política de actuar, que de ninguna manera desea abandonar el cargo. ¿O es, quizás, porque tampoco confía en los resultados de las encuestas del CIS?.- JT