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lunes, 18 de noviembre de 2024

DANA muy destructora, con una ineficacia política

Algunos daños de la DANA. Es una catástrofe de enormes dimensiones (Foto Las Provincias)

 Si la catástrofe de la DANA ha sido un verdadero horror, ahora le toca este calificativo a la actuación del gobierno de España. No se entiende el proceder de Pedro Sánchez, de la ministra Teresa Ribera, y tampoco del ministro Marlaska sobre un hecho que ha producido 227 muertos y trece desaparecidos. La mayoría de víctimas mortales son de la Comunidad Valenciana, 219 hasta hoy. Las demás, de Castilla-La Mancha y Andalucía. ¿Alguien entiende que tras los trágicos resultados de ese cataclismo, las autoridades del Estado no hayan dado plena dedicación a lo ocurrido y, en especial, apoyo inmediato, personal y económico claramente aceptable, a los damnificados?

No, al menos yo no entiendo este desvarío. El señor Sánchez sigue estando ausente de España con bastante frecuencia, y cuando está aquí no parece actuar de manera permanente y eficaz en la ayuda a quienes lo perdieron todo: casa, coche, familiares, amigos, propiedades, etc. Cuando visitó la zona de la riada, tuvo que escapar porque algunos afectados le amenazaron e insultaron duramente. Fue una situación crítica la de esa visita. Pero ahora, cuando ya han pasado 20 días, quienes están obligados a intervenir en la ayuda personal y económica del Gobierno a los afectados, actúan de manera poco eficaz. Tanto es así, que los millones de euros propuestos por Sánchez a quienes sufren pérdidas irreparables poco o nada van a resolver. Necesitan adquirir nuevos vehículos, casa, muebles, etc., y en muchos casos de manera inmediata. Pero no parece que vayan a darles dinero por lo perdido, sino más bien que recibirán ayudas económicas con la obligación de devolverlas en pocos meses.

Un caso de ayudas a los damnificados por el volcán de La Palma, de hace tres años, define cómo estos políticos actúan de forma escasamente eficaz. El porqué, es evidente. Más de ochenta familias tienen que vivir aún hoy en contenedores vivienda, y también hay otras que sobreviven gracias a la ayuda de Cáritas. La ayuda del Gobierno de España poco resolvió en esa gran catástrofe de la isla canaria. La mayoría de las personas perjudicadas no pudieron reconstruir sus viviendas, o construir otras nuevas, porque el dinero que les han dado es insuficiente.

La pasividad de Teresa Ribera  

En el caso de la DANA, la actuación de la socialista Teresa Ribera es muy censurable. Siendo ministra de Transición Ecológica y experta, como ella dice, en el cambio climático, hasta el día de hoy sigue sin explicar por qué no se preocupó de las consecuencias de la DANA desde el primer momento, ni tampoco de acudir a Valencia a ayudar a resolver los graves problemas creados por las inundaciones. Además, la Confederación Hidrográfica del Júcar depende de ella. Es justo un organismo público que debió de ser en todo momento muy eficaz, tanto en sus pronósticos como en los pavorosos resultados de la riada. Parece interesarle más a esta ministra dedicar todo su tiempo a lograr el puesto de comisaria del Parlamento Europeo, que a preocuparse totalmente de lo ocurrido en Valencia y en otras comunidades.

Siendo ya ella ministra, con su acentuado afán de lucha contra el cambio climático y sus consecuencias, poco o nada ha hecho para proteger los campos de la agricultura, y también a la industria. Sabiendo que cada cierto tiempo iba a haber fuertes riadas, en la zona de Levante, tampoco hizo nada por cambiar el cauce de los ríos que, en caso de muy grandes lluvias, causan daños tremendos e irreparables, como ocurrió en las tres comunidades de España afectadas por la DANA: Valencia, Castilla-La Mancha y Andalucía.

El ausente Pedro Sánchez

Mal vamos si Sánchez no cambia a los miembros de su gobierno cuando actúan de manera ineficaz. Y si no lo hace, que dimita él y convoque elecciones. El CIS lo respalda hoy lunes con una encuesta que le da al PSOE clara ventaja de votos sobre el PP. Entonces, si Sánchez confía en Tezanos, un socialista que preside ese Centro de Investigaciones Sociológicas, ¿por qué no se anima a obtener una victoria electoral? ¡Ya, ya…! Nuestro presidente se aferra mucho al puesto que ocupa. Y sabe que si pierde, se le acaba la posibilidad de seguir rigiendo el país. Se ve, por su forma política de actuar, que de ninguna manera desea abandonar el cargo. ¿O es, quizás, porque tampoco confía en los resultados de las encuestas del CIS?.- JT

miércoles, 13 de mayo de 2015

Nepal, la tragedia aterradora de un terremoto anunciado

¡Qué horror! Me imagino que el espectáculo dantesco vivido por los habitantes de Nepal, cuando el 25 de abril tembló la tierra, derribando edificios y abriendo grandes brechas en los suelos, les habrá hecho pensar que se aproximaba el fin del mundo. Y digo esto porque el Apocalipsis no parece que vaya a ser como se describe en la Biblia, el de la Bestia de siete cabezas y siete cuernos, el Anticristo. Más bien se presentará como una alteración en la estructura geológica de nuestro planeta. La enorme energía que generan las placas continentales al moverse, aunque solo sean unos centímetros, desencadena y seguirá desencadenando catástrofes naturales de inimaginables consecuencias.

Más de diez mil muertos y miles de heridos es un balance aún provisional. Los dos últimos terremotos arrasaron Nepal. El paisaje urbano, sencillo, pero acogedor, es hoy un enorme almacén de escombros de edificios derribados por una energía telúrica de incalculable poder destructor (Foto larepublica.pe)
El planeta Tierra ha sufrido muchos terremotos a lo largo de su existencia. Han muerto millones de personas y animales, se han destruido pueblos y ciudades, y los océanos han lanzado sus impetuosas aguas sobre las zonas costeras, barriendo a su paso todo lo que hallaban. Y por si la amenaza sísmica y su repercusión en el mar no fuera aún suficientemente terrorífica, para completar el cuadro infernal de un escenario pavoroso están los volcanes, con sus tremendas explosiones, gases letales y aterradoras lenguas de lava ígnea.
En la composición del planeta no hay ni maldad ni perversidad, ni paz ni justicia como en la Biblia. Lo que contiene su interior son unas inmensamente grandes placas tectónicas cuyos movimientos no puede ni podrá controlar el hombre. No podrá frenarlos, pero, por el contrario, puede contribuir a que se produzcan, ignoro en qué medida, con la inyección o extracción de combustibles como el gas y el petróleo. Un ejemplo bien reciente lo tenemos en el Mediterráneo, el proyecto Castor, frente a la costa de Castellón. Se intentó instalar en el mar un almacén de gas natural, en el lugar donde hubo un yacimiento de petróleo agotado. Hubiera sido una buena reserva. Pero pronto se pararon los trabajos porque, tras inyectar el gas, pequeños movimientos sísmicos perturbaban la tranquilidad de pueblos y ciudades costeras.

La ayuda médica es imprescindible para socorrer al elevado número de heridos que produjo el seísmo. También medicinas, alimentos, ropa y medios potabilizadores que eviten epidemias. (Fotoinfovzla.net)
Mas nada tienen de parecido estos mini-seísmos castellonenses con los terremotos de Nepal, de magnitud claramente destructiva. Si el de abril superó los siete grados en la escala Richter, seguido de muchas réplicas fuertes, el del pasado martes tuvo similares características. Cuando leí la noticia del primer movimiento telúrico pensé en los cientos de montañeros que en estos meses previos al Monzón (período de lluvia persistente de junio a finales de agosto) están en plena actividad en el Himalaya. El Everest, afectado más que otros montes por la proximidad del epicentro del seísmo, una montaña bellísima, joven y en pleno proceso de configuración orográfica, aún llena de vida geológica, techo del mundo, tiene en su campo base, a más de cinco mil metros de altitud, la planicie escabrosa, si se puede llamar así, donde instalan los campamentos todas las expediciones. Encima, y cerca, está el glaciar del Khumbu, paso obligado en la ascensión a la cumbre por la vía normal, la de la cara sur-sureste.
¡Qué espanto! Uno está allí feliz, al pie del glaciar, preparando la ascensión o ayudando a los compañeros de los campos superiores. De súbito, la tierra se mueve, cruje la montaña, y causa pavor el ruido sordo de una avalancha de nieve y bloques de hielo que se precipita por la vertiente, arrastrando y enterrando en su frío interior a un número indeterminado de montañeros. ¿Acaso alguno de esos esforzados deportistas pensaba que iba a perecer de manera tan inesperada? Cuando se sube a una cumbre de las características del Everest, uno teme ser víctima de un alud, de la caída en la grieta del glaciar, de la extenuación, del frío o de un inesperado cambio del tiempo…, pero ni por asomo se piensa en un terremoto. Primero, porque hace más de ochenta años que no se produce en esa zona un seísmo de las características del de abril. Y segundo, porque las dificultades para llegar a la cima son tantas, y tan grande el esfuerzo, que toda la atención se centra en la seguridad y los pormenores de la subida.

Campo base del Everest. Varios  montañeros han muerto en plena ascensión; otros muchos están desaparecidos. Una avalancha de nieve y seracs convirtió la zona de acampada en lugar dantesco. (Foto es.wikiloc.com)
Sin embargo, no debemos olvidar que la Cruz Roja del Reino Unido advirtió hace meses que el valle de Katmandú, uno de los más poblados del mundo, es una zona de alta actividad sísmica, donde en cualquier momento puede producirse un terremoto.  En 1934, hace unos ochenta años, Nepal sufrió un movimiento muy devastador, con más de once mil muertes. Entonces tuvo una magnitud superior a los ocho grados, uno más que el del pasado mes abril. Otros seísmos de años posteriores no fueron tan dañinos, pero, en lo que va de siglo, los dos últimos han vuelto a recrudecer la tragedia.
Ahora toca colaborar. Hay cuentas abiertas en bancos españoles para el envío de dinero a los nepalíes. Y aunque nuestras donaciones no sirvan de consuelo a quienes han perdido familia, amigos y hogar, al menos contribuirán a dar comida, alojamiento y atención sanitaria a millones de damnificados, niños y adultos,  y a evitar epidemias que agraven aún más el estado de unas gentes bondadosas, hoy de nuevo víctimas del infortunio. Ayudar a ese pueblo, a los laboriosos y sacrificados sherpas, no es una simple obra de caridad. Es darles el mismo afecto y la misma solidaridad que ellos derrocharon y derrochan con montañeros y turistas de todo el mundo.- JT