miércoles, 25 de diciembre de 2013

FELICITACIÓN


A la espera de soluciones en una España convulsa

¿Llegará en 2014 la recuperación social y económica de Europa, y en especial la de España? La respuesta está en el aire. Aunque hay síntomas de crecimiento, todavía son demasiado débiles como para lanzar las campanas al vuelo. De momento vivimos tiempos dramáticos. El paro, los desahucios, los atracos a inocentes preferentistas y la permanente subida de impuestos, en la que destaca por su carácter social la factura eléctrica, obstaculizan el camino de retorno a un estado de bienestar. Un bienestar que bien se merece el pueblo español después del sacrificio al que ha sido sometido por los mercados financieros, por el ejercicio de una política irresponsable, y por la incapacidad de unos y otros de poner fin a una situación en extremo injusta. Política que nos ha hecho testigos o protagonistas de la desbordante afluencia de gente desamparada a los comedores sociales y del incremento de un desempleo que alcanza cifras de vértigo, en especial entre los jóvenes y los trabajadores de edad avanzada. Por si fuera poco, las medidas impositivas que se están aplicando son severamente empobrecedoras de las clases medias, las de mayor contribución al fisco.

España, la otrora felicísima tierra del sol y la alegría,  está siendo así sometida a una de las situaciones más injustas de su historia. Y mientras tanto, esos mercados que conocemos solo por sus sustanciosos beneficios, y esos políticos que dirigen Europa desde escaños bien nutridos de prebendas, en parte corruptos, de aquí y de allá, todos ellos siguen disfrutando de una vida confortable, como si estuviesen ajenos al drama que padece gran parte de la sociedad. Larra, uno de los periodistas más brillantes del siglo XIX, de vida atormentada, es autor de un epitafio muy manido por los amantes de las citas que refleja el drama social y político de los años convulsos que él vivió. Dice así: Aquí yace media España; murió de la otra media. Pues al paso que vamos, asusta pensar que se podría pasar del dicho al hecho si los etéreos mercados y sus edecanes políticos no son capaces de resolver satisfactoriamente los verdaderos problemas que sufre el pueblo español.- JT     

martes, 5 de noviembre de 2013

Corrupción y corruptelas pudren la política europea

Cantar el Himno Europeo después de ver los vídeos adjuntos es un despropósito. Esta solemne composición, maravillosa, es la música del cuarto movimiento de una obra cumbre de Beethoven, la Novena Sinfonía, resultado de la musicalización del poema de Schiller “Oda a la alegría”. Y digo despropósito porque lo que el poeta y dramaturgo alemán decía en su excelsa poesía, y la música que le puso Beethoven, grandiosa y rebosante de felicidad, rechinan en lo más hondo del ciudadano europeo cuando obtiene la certeza del alto nivel de corrupción que afecta a muchos de nuestros políticos.
Hermano, conciudadano de esta Europa infeliz, no podemos esperar el nuevo día con un canto alegre ni podemos seguir soñando con un sol en el que los hombres no se comportan como hermanos. En nuestro diario vivir solo encontramos amargura y llanto: el llanto  de una soledad que inunda nuestros legítimos deseos de bienestar, y la amargura que nos producen las corruptelas de muchos de nuestros gobernantes. Buscaremos la alegría más allá de las estrellas, como dice el himno, porque aquí, la verdad, no la encontramos.

La manzana podrida
Dondequiera que uno mire descubre abusos y transgresiones. Abusos en el ejercicio del poder y transgresiones de las más elementales normas de ética social y política. La manzana parece estar bastante podrida. La corrupción, y su hermana menor, la corruptela, se han extendido por todo el arco europeo. Derecha, centro e izquierda buscan su propio bienestar en detrimento de unos ciudadanos que sienten cómo decae día a día su estado de satisfacción física y moral. Ciudadanos que lo van perdiendo todo, incluso pasan hambre, vapuleados por los grandes capitales, por enormes mercados acaparadores de riquezas, por banqueros insaciables de dinero, algunos tramposos, deshonestos, ¡sinvergüenzas! ¿Hacia dónde camina esta Europa maltratada por sus propios hermanos? ¿Hay que ir más allá de las estrellas para reencontrar el mundo feliz?
En la red hallé tres vídeos reveladores de actuaciones despreciables. Uno trata sobre el comportamiento en Estrasburgo de sus señorías los eurodiputados (¡qué bien viven los jodidos, cuando tanta gente pasa hambre!); otro, sobre una izquierda de muy dudosa honorabilidad democrática, y otro más en el que las propuestas de un concejal delatan una incultura pavorosa puesta al servicio de su ideología. Pinchen, oigan y vean. No tienen desperdicio.- JT







miércoles, 9 de octubre de 2013

Mont Blanc: crecer o decrecer, "that is the question"

¿Cambia la altura de las montañas en cortos períodos de tiempo, o son los instrumentos con los que el hombre realiza las mediciones los que la varían? En You Tube acabo de encontrar un interesante vídeo sobre el tema. Desde el año 2001, experimentados alpinistas-geómetras franceses y suizos suben a la cima del Mont Blanc a efectuar mediciones. En 2003 registraron una altura máxima de 4.808 m. Cuatro años después, esta montaña tenía 4.811 m. Había crecido nada menos que tres metros. Pero a día de hoy apenas ha variado con relación a la altura de hace dos años, según se informa en ese vídeo.

El techo de Europa
Con estos datos podríamos creer que la corteza continental se mueve verticalmente, está activa e influye en las variaciones de las cordilleras. Ocurre así, por ejemplo, en el Himalaya, cuyas montañas crecen cada año algunos centímetros. También en los Alpes y en Pirineos, aunque en menor medida. Esto se debe a que las placas tectónicas sobre las que reposan se aproximan muy lentamente una a la otra, desplazando hacia arriba la superficie de la Tierra. Mas en el caso del Mont Blanc la razón no es solo esa. El macizo está bien asentado en la corteza terrestre sobre una base granítica de unos 40 quilómetros de profundidad, que es la que se calcula para la capa fría y rígida de rocas ígneas, sedimentarias y metamórficas del subsuelo.  Las espectaculares variaciones en la elevación de esta cumbre alpina, en tan cortos espacios de tiempo, obedecen a fenómenos meteorológicos más que tectónicos; se producen por los efectos que la nieve y el viento ejercen sobre la superficie de la montaña, reduciendo o aumentando su altitud.
En general las montañas pierden altura en el tiempo a escala geológica y sus crestas y picos se achatan a causa de la meteorización y la erosión, dos procesos naturales en los que la lluvia, el hielo y el viento, junto con agentes biológicos y el arrastre de piedras, tallan y pulen la roca redondeando en millones de años su perfil. Por eso se suele decir que la montaña, cuanto más vieja, más roma. Cordilleras tan abruptas y accidentadas como la himaláyica, la alpina y la pirenaica son aún jóvenes si las comparamos con las de otras zonas del planeta afloradas muchos millones de años antes.
Los protagonistas del citado vídeo, un grupo de experimentados alpinistas saboyanos de Chamonix y Saint Gervais-les-Bains, comprobaron en la medición efectuada el pasado mes de septiembre que la altura del Mont Blanc apenas había variado en los dos últimos años, pues en 2011 estaba en los 4.810,44 metros y actualmente se sitúa en los 4.810,06, muy lejos de la diferencia de tres metros registrada entre 2003 y 2007. Hace casi siglo y medio, en 1863, tenía esta montaña 4.807 metros de altura, y 4.808,4 m en 1986. Así que parece bastante clara la influencia del clima en estas variaciones altimétricas.

Factores del cambio de altura

Nieve y viento, frío y calor son factores determinantes de los cambios de altura. La nieve sin viento o con viento suave se acumula sobre el hielo de la cumbre y aumenta su altura; pero si el viento sopla fuerte, la arrastra hacia el valle. El calor derrite el hielo y reduce la altura, pero también facilita el almacenamiento de la nieve si no hay viento o es suave. ¿Y cuál sería la altitud del Mont Blanc si se derritiese todo el hielo de su cima? Pues parece que disminuiría bastante, ya que las mediciones realizadas con radar en 2004 por científicos franco-suizos dieron una altura de 4.792 metros; es decir, tendría 16,4 metros menos, que es el grosor de la capa de hielo que cubre su loma cimera.
Metro arriba o metro abajo, esta montaña no deja de ser la más alta de Europa Occidental. Yo llegué a ella cuando rondaba los 4.808 metros de altitud, a finales de los años setenta, pero hoy en día miles de montañeros y turistas con guía han superado esa altura al menos en dos o tres metros al aumentar el espesor de la capa que la cubre. Y digo bien: miles. Porque en los últimos treinta años el Mont Blanc pasó de una relativa tranquilidad a un estado de masificación insoportable. Ya no suben solo montañeros con experiencia, como antaño, sino toda clase de personal ansioso de aventura. Hay quien dice haber visto caminando hacia la cumbre a más de cien personas. Pero no todas las que se meten en esta peligrosa aventura culminan la ascensión. La mayor parte son curiosos e inexpertos montañeros. Abandonan cuando hay que enfrentarse al primer gran peligro: el Coluoir du Goûter, por el que bajan como balas las piedras que desprenden los de arriba. Este corredor se ha cobrado unas cuantas vidas. Y los que logran alcanzar el refugio de Goûter, el antiguo o el nuevo eco-refugio inaugurado en junio pasado, no tardarán en ceder cuando se aproximen a la Arista de los Bosses, relativamente larga y estrecha, de puro hielo y nieve, con glaciares a diestro y siniestro.

El Chamonix de los mercaderes

En fin, la masificación no está solo en la montaña. También el valle es objeto de visitas multitudinarias. Aquel Chamonix de los años sesenta y setenta que conocí en mis andanzas por Alpes era un lindo y tranquilo pueblo de montaña. Había ya entonces mucho montañero, y los turistas no solían pasar de los lugares habilitados para ellos. Abundaban los pantalones bávaros en la vestimenta de hombres y mujeres y las recias botas de cuero untadas con grasa de caballo anti-humedad. ¡Pobres pies! Los cafés de la villa, de aspecto dieciochesco, muy acogedores, eran lugar de tertulia franca y dichosa entre montañeros de distintas nacionalidades.
A principios de este siglo, en un viaje a Suiza, pasé por Chamonix. Lo vi completamente transformado. No era el pueblo hermoso y acogedor, apacible, que yo conocía. Estaba invadido de tiendas y cafeterías, andaba la gente por todas partes, por calles y aceras, Chamonix, ¡maldito sea!, aquel entrañable corazón alpino, cuna del montañismo, había perdido su imagen sosegada, ciento por ciento montañera. Se había convertido en una plaza de la Europa de los mercaderes propugnada años ha por Robert Schuman, Churchill, Adenauer, De Gasperi y otros, todos ellos  padres de la Unión Europea. Comercios, tiendas de souvenirs, turistas; gente, gente y gente deambulando por todas partes. ¡Qué horror! Aquel fue el día de mi última visita a este pueblo. Al marchar me despedí definitivamente de él con un au revoir pour toujours, Chamonix! - JT

viernes, 13 de septiembre de 2013

Calleja en la sima Voronya, un accidentado desafío

Al regreso de un largo viaje por pueblos y paisajes de la España seca reviso la actualidad más inmediata y encuentro noticias poco gratas: accidente de tren en Santiago de Compostela; caídas mortales en las montañas, fallecimiento en los Alpes del alado Álvaro Bultó…, y Jesús Calleja, el aventurero de la Cuatro, atrapado en la sima Krúbera Voronya (República de Abjasia) donde en 2001 se batió un récord mundial de descenso.

Españoles de la expedición de septiembre de 2000
Calleja es un buen divulgador de los deportes de aventura. Sabe contar con amenidad y simpatía sus andanzas. Airea con el mismo entusiasmo conquistas y fracasos, sin miedo a perder un prestigio alcanzado por medio de sus abundantes y exitosas expediciones. Pero esta vez parece que ha jugado muy fuerte, porque, descender al fondo de la citada cavidad exige un duro esfuerzo y mucho sacrificio, tanto o más que conquistar un ochomil himaláyico. No sé si Calleja midió con precisión el reto al que se enfrentaba con su equipo de deportistas; no sé si supo calcular pros y contras de la expedición, pero quienes conocen esa sima saben que no es agosto el mejor mes para visitarla. La lluvia, que no escasea, corre por los pozos formando grandes y peligrosas cascadas. La época idónea para explorarla es el invierno, cuando la nieve puebla la superficie mermando la entrada de agua en la cavidad.

La Krúbera Voronya abre su boca a unos 2.250 m de altitud. Una expedición de espeleólogos españoles, junto con rusos y ucranianos, estuvo a punto de batir el récord del mundo de profundidad al alcanzar la cota de -1.410 metros bajo tierra. Fue en septiembre del año 2000. Meses después, en enero de 2001, espeleólogos ucranianos y rusos lograrían el récord del mundo al alcanzar los 1.680 metros de profunidad.

Boca de entrada de la Voronya (Furada)
En líneas generales la sima es amplia y tiene grandes y accidentados pozos hasta los -1.200 metros. En su recorrido solo hay una zona estrecha a -180 metros de la boca. Abundan los meandros, sin grandes estrechuras, y hay un paso delicado a -800 metros abierto en un caos de bloques de techo inestable y con bastante agua en el suelo. Según el espeleólogo gallego y experto bombero Ignacio de Rafael, que participó en la expedición española del 2000, las mayores incomodidades de esta cavidad son el frío y la constante corriente de agua y cascadas que acompañan al explorador en todo el recorrido. A partir del vivac de la cota de los -1.200 metros, los pozos, grandes en tramos anteriores, se vuelven estrechos y resultan incómodos por el contacto permanente con el agua. Es la zona más molesta de la exploración. 

En 1999 la sima fue explorada hasta la cota de los -340 metros. No se pudo seguir descendiendo a causa de una estrechez impenetrable. En agosto de 2000, deportistas veteranos del equipo ruso-ucraniano Vtoroy Eshelón encontraron continuación en una zona de meandros de muy sinuoso trazado denominada Sinusoida, y tras superar dos grandes y profundos pozos establecieron un vivac a -500 metros. Rebasados, sin grandes dificultades, los -1.000 metros, llegaron a la cota -1.215, donde instalaron un vivac y regresaron luego a la entrada de la sima dejando en ella cuerda plegada porque pensaban volver en septiembre.

Y así sucedió. En septiembre de 2000, ucranianos y rusos protagonizaron una nueva incursión en compañía de seis españoles y dos franceses. Fueron los espeleólogos Sergio García Dils de la Vega (Sevilla), Luis J. Lepera Villafranca y Juan Martín Otero (Madrid), Alfredo Moreno Rioja (Ramales de la Victoria), Enrique Ogando Lastra (Castro Urdiales), Ignacio de Rafael Ramos (Ourense) y Bernard Tourte y Olivier Ubiergo, de Toulouse. Iniciaron la exploración el 4 de septiembre y salieron el día 11 del mismo mes, tras alcanzar la cota de 1.410 metros de profundidad. En este punto del recorrido quedaron sin material, por lo que decidieron salir de la sima. Tardaron once horas en llegar a la boca tras efectuar un descanso a -500 metros. Fue un ascenso durísimo, en medio de continuas corrientes de agua y cascadas y con mucho frío.

Topografía de la sima (Furada)
Cuatro meses después, ucranianos y rusos batirían por fin el récord mundial en la Krúbera Vornoya. Era el momento idóneo para efectuar la exploración, ya que la presencia de nieve en el exterior mermaba notablemente la entrada de agua en la cavidad. Comenzaron el descenso el 27 de diciembre. Y el 6 de enero de 2001, Konstantin Mukhin e Ilya Zharkov alcanzaron la cota récord de los -1.680 metros en la cabecera de un pozo de grandes dimensiones. La noticia fue muy difundida y sus protagonistas homenajeados por rusos y ucranianos con clamorosos recibimientos, vítores y música. Se consideró que habían protagonizado una hazaña de ámbito mundial.

El material empleado por la expedición en la que participaron los seis españoles da idea de la magnitud de la exploración de esta gigantesca sima. Se usaron 1.600 metros de cuerda, 500 mosquetones con placas variadas, 80 cordinos con mosquetones, 2 buriles, 2 taladros, 4 brocas de 12 mm, baterías de 5 y 12 voltios, 2 placas solares, 2 altímetros, 12 petates, 50 anclajes dbz cortos y 20 largos, 500 spits, etc.   

Uno de los grandes pozos (Revista Desnivel)
En fin, el lector podrá calcular con estos datos el grado de peligrosidad al que se sometieron Jesús Calleja y su equipo. La Krúbera Voronya es sin duda una cavidad muy dura hasta para los más expertos espeleólogos. Pero la dureza no está en subir o descender por pozos y paredes sobre un abismo oscuro e insondable, en caminar por estrechas y resbaladizas galerías, en traspasar zonas sifonadas o gatear por tubos de gran estrechez. La verdadera dificultad no está en esto, sino en la presencia permanente de  agua, humedad y frío, sobre todo en el agua impetuosa de las cascadas interiores cuyo caudal aumenta de forma espectacular cuando llueve. Y si encima la lluvia cae a cántaros, como le ocurrió a Calleja y compañeros al subir al exterior, pues la evacuación puede convertirse en un infierno.- JT

miércoles, 22 de mayo de 2013

Recuerdos del pasado: la cueva de O Rei Cintolo en TVE

José Manuel Alaiz
Aunque Galicia es pobre en terrenos calizos comparada con otras regiones de la Península Ibérica, una de sus cuevas, la del Rei Cintolo, fue hace cuatro décadas tema de un amplio reportaje en TVE. Corría el año 1973. Luis Mariñas dirigía el centro territorial de Televisión Española en Santiago de Compostela. Su interés por incluir temáticas gallegas en las emisiones de ámbito nacional llevó al periodista a proponer a los responsables del programa Informe Semanal, que presentaba José Antonio Silva, un contenido que hasta entonces nunca habían ofrecido: la descripción de una cueva natural. Silva aceptó, y por primera vez la espeleología fue protagonista de un prestigioso espacio televisivo.

Para la filmación Silva envió a Galicia a uno de los camarógrafos más sobresalientes del momento, a José Manuel Alaiz, reportero de guerra y experto montañero curtido en las rocas de La Pedriza madrileña. Alaiz, de 32 años de edad, había rodado imágenes de guerra en Vietnam, Líbano y Guinea Ecuatorial junto con periodistas tan prestigiosos como el asturiano Diego Carcedo, y también con Félix Rodríguez de la Fuente en Fauna. De entre sus filmaciones de montaña destaca la efectuada en 1968 sobre la expedición al Vatnajokull (Islandia), en la que varios alpinistas del grupo castellano Cumbres atravesaron por primera vez con esquís el glaciar más largo de Europa. Fue toda una odisea. 

José Antonio Silva
Así pues, y con la participación de Alaiz, en 1973 se rodó en Mondoñedo (Lugo) la Cueva del Rei Cintolo. A Mariñas le tocó dirigir las filmaciones  y efectuar entrevistas. Encargó el guión al también periodista, y además montañero y espeleólogo coruñés Enrique de Arce, y con el apoyo de técnicos de TVE en Galicia consiguió más de dos horas de material bruto para poder montar holgadamente un reportaje de casi media hora de duración.

La Cueva del Rei Cintolo está en el lugar de Soupena, a cinco quilómetros de Mondoñedo (Lugo). Sus tres galerías suman cerca de siete quilómetros de recorrido incluyendo las ramificaciones de cada una de ellas. La cota más profunda alcanzada hasta hoy no supera los setenta y cinco metros. A esa profundidad hay un pequeño curso de agua sifonado al que se dio el nombre de río Celtas en recuerdo de sus descubridores, espeleólogos del grupo de montaña vigués del mismo nombre. Hoy la cavidad, en la que se han hecho bastantes estragos (algún hostelero mindoniense podría certificarlo con la decoración de su local), puede ser visitada con la ayuda de un guía.

Luis Mariñas
De los protagonistas de aquél reportaje televisivo cuatro han muerto. Alaiz pereció en julio de 1981 a los 42 años, junto con sus dos hijos, en accidente de tráfico, cuando regresaban a Madrid después de unas vacaciones. Cuatro años después perdería la vida también en accidente de tráfico el montañero Fernando R. Gil. José Antonio Silva, compostelano, licenciado en Ciencias Químicas, escritor (publicó varias novelas) y piloto de líneas comerciales terminó su vida profesional dirigiendo un programa de entrevistas en la televisión gallega. Falleció de muerte natural en 1997 en su residencia de Bertamiráns (La Coruña). Y el coruñés Luis Mariñas, hijo del destacado periodista de RNE Enrique Mariñas, murió en Madrid a causa de un problema cardíaco en diciembre de 2010. De sus momentos estelares en televisión destaca especialmente su papel de moderador en el debate entre Aznar y Felipe González en mayo de 1993.

En el rodaje del Cintolo se utilizó una cámara Paillard Bolex accionada a cuerda, con película en blanco y negro de 16 mm, y otras cámaras con acoplamiento de sonido. Fue testigo el fotógrafo de prensa Sergio, vecino del pueblo lucense de Burela. A él le tocó fotografiar para los medios de los que era corresponsal imágenes de aquella filmación, hoy histórica en el campo de la espeleología española. Dejo aquí algunos recuerdos gráficos de aquel rodaje.- JT


Mariñas y tres espeleólogos cargan sus carbureros a la entrada de la cavidad

Alaiz rueda con una Arriflex, auxiliado por un sonidista

Mariñas entrevista a Fernando R. Gil, mientras el cámara Villaverde ilumina la escena

Alaiz filma con la Paillard Bolex de 16 mm

Rodando la subida a una zona superior

Esta columna fue cortada y robada por desconocidos años después de la filmación

Aspecto de la subida a una zona alta de la cavidad. De abajo arriba, Gil, Mariñas y Arce (con buzo blanco)

martes, 16 de abril de 2013

Quijote y Sancho ya están en Cervantes de Ancares

¿Cervantes era castellano, manchego, andaluz, catalán, zamorano, gallego…? Los estudiosos de la genealogía del ilustre dramaturgo no son capaces de ponerse de acuerdo. Una de las últimas opiniones sobre la procedencia de Miguel de Cervantes nos la ha dado el profesor madrileño César Brandariz en su libro “El hombre que hablaba difícil”. Este investigador de la vida del eximio novelista parece convencido de que nació en un área comprendida entre Galicia, León y Portugal. Y apunta como posible cuna la aldea de nombre Cervantes, próxima al lago zamorano de Sanabria, aunque no rechaza la posibilidad de su origen gallego.

Un Quijote de cientos de clavos
Sin embargo, quienes parecen tener clara la estirpe del escritor son los lucenses, y en especial el Club Ancares que acaba de colocar  las estatuas de dos grandes figuras cervantinas, Quijote y Sancho, ante la fachada de su sólido albergue de montaña construido en los años sesenta a 1.300 metros de altitud, en un lugar de hermosas panorámicas. Para el presidente y alma mater de esta entidad deportiva, Alfredo Sánchez Carro, el insigne escritor o al menos sus ancestros proceden de Galicia. Aquí tuvieron su cuna. Hay bastantes indicios de su origen gallego, como, entre otros, los apellidos Cervantes y Saavedra, propios de esta tierra. El mismo municipio donde se asienta el albergue se llama Cervantes, tiene su capitalidad en el pueblo de San Román y en un lugar de la sierra se conserva la que fue vivienda de la familia de esta gran figura de las letras hispanas. Sánchez Carro, periodista, es un fervoroso admirador del Quijote. Su devoción por la obra cervantina le ha llevado a convertirse en coleccionista incansable de todo lo relativo al ingenioso hidalgo y a su autor. En el albergue se exhiben algunas joyas bibliográficas de su colección en ediciones facsimilares, así como piezas decoradas con estampas quijotescas.

El alma dual española
      Quijote y Sancho son dos figuras de ficción que a mi modo de ver representan, tal vez sin que haya sido intención del autor, la dualidad del alma española de idealismo y realismo. El idealismo de un hidalgo movido por tercas e inalterables convicciones características de nuestra idiosincrasia, más imaginativas que racionales, y el materialismo realista como forma de conducta, o manera de ser, de un Sancho Panza para quien cosas y hechos no tienen más valor ni interpretación que lo que realmente son o representan.
      Las esculturas, de hierro, son obra de Amador Puente, un artista de Outeiro de Rei. Trabajó en su elaboración cerca de mil horas. Están formadas por cientos de tornillos y otras piezas de sujeción de traviesas del ferrocarril a las que el autor tuvo que limpiarles el óxido antes de utilizarlas. El Quijote tiene una altura de más de cuatro metros, y casi tres metros Sancho Panza. La inauguración de estas esculturas formó parte de los actos conmemorativos del club en su cincuentenario. El mismo día, el presidente Sánchez Carro moderó una mesa redonda en el albergue en la que participaron varios autores de libros sobre Ancares, incluido el propio Carro. Junto con él intervinieron Jorge de Vivero, Rogelio P. Moreira, Enrique de ArceIsolina Rodríguez, Alejandro Rodríguez y Xulio Giz.
      El Club Ancares se constituyó en Lugo en 1963 por acuerdo de un grupo de amantes de la naturaleza, en especial de la Sierra de Ancares, aficionados a deportes de aire libre como montañismo, esquí, piragüismo, caza y pesca y espeleología. Es una de las sociedades deportivas de más solera de Galicia. Su sede está ubicada hoy en el albergue (982.181.113), cuya inauguración se celebró en 1967. Tiene restaurante, cafetería, habitaciones dobles e individuales y estancias con literas para grupos. Su situación en las proximidades del monte Tres Obispos lo convierten en lugar ideal de aproximación a las cumbres de una sierra en donde confluyen los límites de Galicia, León y Asturias. Desde el Tres Obispo se alcanzan fácilmente las cimas del Corno Maldito, Lago y Mostallar, con paso al Penalonga y al Pico Cuiña.
      Es incomprensible que esta sierra aún no haya sido declarada Parque Natural. La riqueza de su biodiversidad y sus múltiples ecosistemas, junto con unas aldeas ricas en usos y costumbres ancestrales, reclaman una pronta y eficaz protección pero aplicada de tal manera que en ningún caso perjudique, sino más bien beneficie, a sus resignados pobladores, y al mismo tiempo frene la sangría que representa el éxodo de jóvenes hacia otras tierras en busca de trabajo.- JT 

P.D.- En 2019 el albergue estaba cerrado y el Club Ancares había dejado de existir. Lástima que una entidad de tanta solera y prestigio haya tenido que desaparecer.

Las estatuas de Don Quijote y Sancho hechas con cientos de tornillos de la vía del tren

Sancho saluda al viajero a su llegada al albergue de montaña

Busto de Don Quijote. El autor usó clavos de las traviesas del tren para crear su obra. 

Los pies enormes de un ingenioso hidalgo que midió su valor desafiando a gigantes aspados

Sancho Panza representa el lado realista de la dual idiosincrasia española

Mesa redonda de escritores de libros sobre Ancares. De izquierda a derecha, Xulio Giz (de espaldas a la cámara), Jorge de Vivero, Alfredo Sánchez Carro, Rogelio P. Moreira, Alejandro Roríguez e Isolina Rodríguez. A Enrique de Arce no se le ve en la foto. Está sentado entre Giz y De Vivero. Encima de la mesa, algunas obras de estos autores sobre la sierra y sus gentes. 

sábado, 16 de marzo de 2013

Vargas Llosa analiza el caudillismo de Chávez

Por su evidente interés recojo a continuación del diario limeño “La República” un artículo de Mario Vargas Llosa sobre el desaparecido Hugo Chávez. Para el Nobel de Literatura, los venezolanos tendrán que depurar ahora su democracia de los tráficos mercantilistas, el rentismo, los privilegios y los derroches que la debilitaron y la volvieron tan impopular (…), restableciendo la legalidad, restaurando la independencia del Poder Judicial que el chavismo aniquiló, acabando con esa burocracia política elefantiásica que ha llevado a la ruina a las empresas públicas, y creando un clima estimulante para la creación de la riqueza.

                                      La Muerte del Caudillo
10 de marzo de 2013
Fuente 
La República
Escribe Mario Vargas Llosa
      El comandante Hugo Chávez Frías pertenecía a la robusta tradición de los caudillos, que, aunque más presente en América Latina que en otras partes, no deja de asomar por doquier, aun en democracias avanzadas, como Francia. Ella revela ese miedo a la libertad que es una herencia del mundo primitivo, anterior a la democracia y al individuo, cuando el hombre era masa todavía y prefería que un semidiós, al que cedía su capacidad de iniciativa y su libre albedrío, tomara todas las decisiones importantes sobre su vida. Cruce de superhombre y bufón, el caudillo hace y deshace a su antojo, inspirado por Dios o por una ideología en la que casi siempre se confunden el socialismo y el fascismo –dos formas de estatismo y colectivismo– y se comunica directamente con su pueblo, a través de la demagogia, la retórica y espectáculos multitudinarios y pasionales de entraña mágico-religiosa.   
      
Su popularidad suele ser enorme, irracional, pero también efímera, y el balance de su gestión infaliblemente catastrófica. No hay que dejarse impresionar demasiado por las muchedumbres llorosas que velan los restos de Hugo Chávez; son las mismas que se estremecían de dolor y desamparo por la muerte de Perón, de Franco, de Stalin, de Trujillo, y las que mañana acompañarán al sepulcro a Fidel Castro. Los caudillos no dejan herederos y lo que ocurrirá a partir de ahora en Venezuela es totalmente incierto. Nadie, entre la gente de su entorno, y desde luego en ningún caso Nicolás Maduro, el discreto apparatchik al que designó su sucesor, está en condiciones de aglutinar y mantener unida a esa coalición de facciones, individuos e intereses encontrados que representan el chavismo, ni de mantener el entusiasmo y la fe que el difunto comandante despertaba con su torrencial energía entre las masas de Venezuela.

HÍBRIDO IDEOLÓGICO
      Pero una cosa sí es segura: ese híbrido ideológico que Hugo Chávez maquinó, llamado la revolución bolivariana o el socialismo del siglo veintiuno, comenzó ya a descomponerse y desaparecerá más pronto o más tarde, derrotado por la realidad concreta, la de una Venezuela, el país potencialmente más rico del mundo, al que las políticas del caudillo dejan empobrecido, fracturado y enconado, con la inflación, la criminalidad y la corrupción más altas del continente, un déficit fiscal que araña el 18% del PIB y las instituciones –las empresas públicas, la justicia, la prensa, el poder electoral, las fuerzas armadas– semidestruidas por el autoritarismo, la intimidación y la obsecuencia.
      La muerte de Chávez, además, pone un signo de interrogación sobre esa política de intervencionismo en el resto del continente latinoamericano al que, en un sueño megalómano característico de los caudillos, el comandante difunto se proponía volver socialista y bolivariano a golpes de chequera. ¿Seguirá ese fantástico dispendio de los petrodólares venezolanos que han hecho sobrevivir a Cuba con los cien mil barriles diarios que Chávez poco menos que regalaba a su mentor e ídolo Fidel Castro? ¿Y los subsidios y/o compras de deuda a 19 países, incluidos sus vasallos ideológicos como el boliviano Evo Morales, el nicaragüense Daniel Ortega, a las FARC colombianas y a los innumerables partidos, grupos y grupúsculos que a lo largo y ancho de América Latina pugnan por imponer la revolución marxista? El pueblo venezolano parecía aceptar este fantástico despilfarro contagiado por el optimismo de su caudillo, pero dudo de que ni el más fanático de los chavistas crea ahora que Nicolás Maduro pueda llegar a ser el próximo Simón Bolívar. Ese sueño y sus subproductos, como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), que integran Bolivia, Cuba, Ecuador, Dominica, Nicaragua, San Vicente y las Granadinas y Antigua y Barbuda, bajo la dirección de Venezuela, son ya cadáveres insepultos.

NUEVOS RICO IMPRODUCTIVOS
      En los catorce años que Chávez gobernó Venezuela, el barril de petróleo multiplicó unas siete veces su valor, lo que hizo de ese país, potencialmente, uno de los más prósperos del globo. Sin embargo, la reducción de la pobreza en ese periodo ha sido menor en él que, digamos, las de Chile y Perú en el mismo periodo. En tanto que la expropiación y la nacionalización de más de un millar de empresas privadas, entre ellas de tres millones y medio de hectáreas de haciendas agrícolas y ganaderas, no desapareció a los odiados ricos sino creó, mediante el privilegio y los tráficos, una verdadera legión de nuevos ricos improductivos que, en vez de hacer progresar al país, han contribuido a hundirlo en el mercantilismo, el rentismo y todas las demás formas degradadas del capitalismo de Estado.
      Chávez no estatizó toda la economía, a la manera de Cuba, y nunca acabó de cerrar todos los espacios para la disidencia y la crítica, aunque su política represiva contra la prensa independiente y los opositores los redujo a su mínima expresión. Su prontuario en lo que respecta a los atropellos contra los derechos humanos es enorme, como lo ha recordado con motivo de su fallecimiento una organización tan objetiva y respetable como Human Rights Watch. Es verdad que celebró varias consultas electorales y que, por lo menos algunas de ellas, como la última, las ganó limpiamente, si la limpieza de una consulta se mide solo por el respeto a los votos emitidos, y no se tiene en cuenta el contexto político y social en que aquella se celebra, y en la que la desproporción de medios con que el gobierno y la oposición cuentan es tal que esta corre de entrada con una desventaja descomunal.
      Pero, en última instancia, que haya en Venezuela una oposición al chavismo que en la elección del año pasado casi obtuvo los seis millones y medio de votos es algo que se debe, más que a la tolerancia de Chávez, a la gallardía y la convicción de tantos venezolanos que nunca se dejaron intimidar por la coerción y las presiones del régimen, y que, en estos catorce años, mantuvieron viva la lucidez y la vocación democrática, sin dejarse arrollar por la pasión gregaria y la abdicación del espíritu crítico que fomenta el caudillismo.
      No sin tropiezos, esa oposición, en la que se hallan representadas todas las variantes ideológicas de la derecha a la izquierda democrática de Venezuela, está unida. Y tiene ahora una oportunidad extraordinaria para convencer al pueblo venezolano de que la verdadera salida para los enormes problemas que enfrenta no es perseverar en el error populista y revolucionario que encarnaba Chávez, sino en la opción democrática, es decir, en el único sistema que ha sido capaz de conciliar la libertad, la legalidad y el progreso, creando oportunidades para todos en un régimen de coexistencia y de paz.

DEMOCRACIA CORROMPIDA
      Ni Chávez ni caudillo alguno son posibles sin un clima de escepticismo y de disgusto con la democracia como el que llegó a vivir Venezuela cuando, el 4 de febrero de 1992, el comandante Chávez intentó el golpe de Estado contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez, golpe que fue derrotado por un Ejército constitucionalista y que envió a Chávez a la cárcel de donde, dos años después, en un gesto irresponsable que costaría carísimo a su pueblo, el presidente Rafael Caldera lo sacó amnistiándolo. Esa democracia imperfecta, derrochadora y bastante corrompida había frustrado profundamente a los venezolanos, que, por eso, abrieron su corazón a los cantos de sirena del militar golpista, algo que ha ocurrido, por desgracia, muchas veces en América Latina.
      Cuando el impacto emocional de su muerte se atenúe, la gran tarea de la alianza opositora que preside Henrique Capriles está en persuadir a ese pueblo de que la democracia futura de Venezuela se habrá sacudido de esas taras que la hundieron, y habrá aprovechado la lección para depurarse de los tráficos mercantilistas, el rentismo, los privilegios y los derroches que la debilitaron y volvieron tan impopular. Y que la democracia del futuro acabará con los abusos del poder, restableciendo la legalidad, restaurando la independencia del Poder Judicial que el chavismo aniquiló, acabando con esa burocracia política elefantiásica que ha llevado a la ruina a las empresas públicas, creando un clima estimulante para la creación de la riqueza en el que los empresarios y las empresas puedan trabajar y los inversores invertir, de modo que regresen a Venezuela los capitales que huyeron y la libertad vuelva a ser el santo y seña de la vida política, social y cultural del país del que hace dos siglos salieron tantos miles de hombres a derramar su sangre por la independencia de América Latina.
Lima, marzo de 2013
 
                (Fotos: Chávez, de noticias24.com; con Castro, de aporrea.org)

jueves, 24 de enero de 2013

Manfred Man, una vida entre piedras

      Manfred Man o Man a secas de sobrenombre. Así se conocía al alemán Manfred Gnädinger que habitó en el pueblo coruñés de Camelle desde 1962 hasta 2002. Vivió junto al mar como un anacoreta: solitario, sin apenas comunicación con la gente y encerrado en sus propios pensamientos. Un fracaso de amor redujo su vida a un minúsculo entorno de la Costa da Morte. Construyó una mísera caseta para aislarse del mundo exterior, y pronto se rodeó de piedras apiladas verticalmente y coloreadas. Completaba su obra pintando círculos en suelo y muro del rompeolas. Fue un hombre bueno, querido por las gentes del lugar.
      Su particular museo al aire libre está hoy abandonado, al albur de un Atlántico que poco a poco irá devorándolo. Sin embargo, no se perderá su recuerdo: el Ayuntamiento de Camelle y la Xunta de Galicia le dedicaron al artista y a su obra un edificio-museo en la zona portuaria, cerca del lugar donde Man vivió cuarenta años. Murió, dicen algunos, de pura tristeza. No lo mató la humedad ni el frío, a pesar de que andaba siempre en taparrabos mostrando a sus visitantes las piezas de su autoría. Murió de pena, sí, cuando vio cómo sus piedras y círculos, su caseta y todo el entorno vital eran empapados por el viscoso y sucio crudo procedente de un barco de endemoniado recuerdo: el Prestige. Man se fue, pero su figura permanece imborrable en la memoria de los habitantes de Camelle.

El círculo vital
    Cuando vi por primera vez las esculturas de piedra de este alemán sospeché que había en ellas una fuerte influencia del medio donde vivía su autor, porque Camelle está al pie de una montaña generosamente salpicada de peñascos graníticos, donde más de un montañero –y me incluyo- probó quincalla y destreza en paredes verticales y lisas, de unos veinte metros de altura. La roca está esparcida por doquier. Es, a veces, redonda y muy pulida; en otras, además, antropomorfa. Esta singularidad del paisaje tan próximo al artista fue la que me llevó a pensar que se inspiraba en el entorno para construir las piezas de su museo.
      Pero no, no era ese su numen artístico. Él mismo me lo confesó: sus creaciones eran el reflejo de un pensamiento -no me atrevo a calificarlo de filosófico- que lo tenía atenazado desde niño: el círculo, la redondez de la forma como principio y fin de todas las cosas. E iba más allá en tan particulares deducciones: El círculo ---me explicó en una de mis visitas a su humilde caseta de ermitaño— es la vida misma; empieza a trazarse cuando naces y se cierra al morir. Pintando círculos estoy recreando vida, naturaleza y lanzando un mensaje trascendental, tal vez kantiano, de razón pura. Todo lo que vemos, lo importante y trascendente es redondo: el mundo, los planetas, tal vez el universo… Hasta la redondez puede ser sinónimo de hermosura aplicada a la mujer, o a estas piedras lisas, acaso ovaladas, con las que hago mis trabajos".

Inspiración panteísta
      Me sentí ofuscado cuando Man derribó mi sospecha con sus explicaciones. Suponía como lógico que se inspirase en las rocas de la montaña, ¡las tenía tan cerca! Mas luego, observando con detenimiento las esculturas y los círculos estampados en el malecón, admití que no era esa su fuente de inspiración. Las piedras apiladas en espiral, dirigiéndose hacia el infinito, encerraban un mensaje no sé si antropocéntrico o panteísta, pero que nada tenía que ver con las formas del roquedal.
      Así es como conocí a este recordado anacoreta de la Costa da Morte. Llegó de joven a Camelle, y un amor no correspondido lo mantuvo hasta el final en su particular ermita al lado del mar, mirando al ocaso. No sé si las figuras pétreas que legó son arte o camelo, no me atrevo a valorarlas, pero tienen un importante significado inmaterial: el del recuerdo de un hombre bueno, de naturaleza dura y sentimientos profundos, acogido y querido por sus convecinos, que supo vivir sin molestar y supo ayudar a quienes le pidieron su consejo. Así fue Manfred Man, el alemán de Camelle.- JT

Man no se inspiró en las rocas de la sierra de Camelle para construir sus piezas.

Erguida sobre el muelle, esta escultura parece desafiar con su esbeltez al roquedal de enfrente.

En el tótum revolútum del museo aparece al fondo la ermita abandonada del artista.

La caseta del ermitaño, en evidente estado de ruina.

Man utilizaba en la elaboración de sus obras lo que tenía en el entorno: piedras, cuerdas, ramas y todo tipo de desechos arrastrados por el mar.

La fuente es una de las piezas más llamativas del que fue museo al aire libre del alemán.

Vista de una parte del museo desde la caseta. Al fondo resalta la sierra de lomas berroqueñas.

Solidez, firmeza, caos… ¿Qué pretendió representar el autor con estas figuras?

Entrada a la vivienda. Las piedras apiladas junto al edificio tienen estampado un círculo.

Esta caracola es tal vez la obra más llamativa de la colección. Resalta la redondez de los cantos rodados, la de esos  círculos predominantes en la obra de Manfred.