martes, 4 de agosto de 2015

Antonio Carmona, otro grano en el trasero de Sánchez

Carmona: "Ni un paso atrás" /EFE
¡Huy, huy, huy!, cómo andan las cosas en el Partido Socialista de Madrid (PSM). Antes cayó Tomás Gómez de la candidatura a la presidencia de la Comunidad. Ahora le toca a uno de sus amigos y adláteres, el muy leal profesor Antonio Miguel Carmona, tertuliano asiduo de programas de televisión. Por retirarlo de la portavocía del Ayuntamiento madrileño le ofrecen el puesto de senador. Toda una bicoca, un chollo por el que muchos hombres y mujeres batirían el cobre.  Pero Carmona, ¡oh sorpresa!, renuncia a tan apetecible cargo y opta por seguir ejerciendo oposición (?) en el consistorio, una oposición descafeinada, débil, hasta hoy poco consistente como se ve. En su día el partido “le obligó” a pactar con Ahora Madrid para impedir que la señora Aguirre fuese alcaldesa. Y aceptó. Hoy le piden que abandone el Ayuntamiento, pero Carmona se resiste arremetiendo  contra su jefe de fila porque se siente maltratado, y para mayor escarnio reafirma su lealtad al destituido Gómez y al  joven Juan Segovia, pico de oro y tenaz contrincante, que fue derrotado en la recientes elecciones a la secretaría general del PSM.

La amenaza de Carmona a los suyos es clara: “No me van a callar”. Habla ya de división interna en el PSM y de la mala repercusión  electoral que este hecho podría tener en las generales. De sus actuaciones se deduce que estamos ante un personaje poco coherente y nadador de dos aguas: una de oposición a los populismos, otra de colaborador de  ellos. Dice que quiere seguir donde está para defender a los madrileños. Pero, ¿a qué madrileños? ¿A los que dieron a su candidatura solo nueve concejales, o a quienes rechazan comportamientos detestables como el del edil divulgador  de chistes ofensivos sobre judíos y víctimas del terrorismo, o el no menos censurable de la joven munícipe que profanó con palabras y acciones una iglesia cristiana?

Gómez y Carmona: amigos leales hasta que
 la política  los separe  (La Razón.es)
Al señor Carmona le vendría bien perder voz y ganar credibilidad, porque ambas cosas no parecen muy compatibles. Quien mucho habla mucho yerra, sabia sentencia. Y este político, de reconocida popularidad mediática, no puede ocultar sus preferencias y sus contradicciones. De prodigar sensatez y concordia en los corros audiovisuales ha pasado a perder crédito a manta al enrolarse voluntariamente en una aventura electoral desafortunada. Y no quiera ahora convencernos de que va ser él, precisamente él, quien haga el cambio que necesita el PSOE para recuperar la  lozanía y el prestigio que este partido tuvo en tiempos pasados. A los resultados de las elecciones de mayo me remito: el PSOE consiguió nueve concejales con Carmona al frente. Cuatro años antes, el mismo partido, con Jaime Lissavetzky, había logrado quince ediles. El fracaso del primero es bien evidente, como lo es también que a Pedro Sánchez le ha salido un nuevo e incómodo grano en el trasero.- JT