viernes, 9 de enero de 2015

Pedro Sánchez, en conjunción planetaria con Jesús Calleja

¿Acaso ha sido una premonición, un aviso a navegantes, o, quizás, el anticipo de su futuro éxito electoral? Sánchez y Calleja, Calleja y Sánchez, tanto sube, tanto baja el uno como el otro. Perfecta conjunción en el Planeta Calleja. En su primer encuentro con el vértigo y el vacío, el líder de la oposición le echó bemoles. Y los echó porque bajar por cuerda desde lo alto de un aerogenerador, llamado vulgarmente molino (¡Que no son gigantes mi señor!, diría Sancho), o subir por la empinada pared del Peñón de Ifach, no es cuestión baladí. Hay que tener aplomo, buen control de los nervios, y las palpitaciones cardíacas a ritmo lento, no en estado precordial, dicho sea en término médico. En el precordial los latidos son rápidos y fuertes, se sienten en el pecho, en la garganta y hasta en los genitales. Por eso me da que quien inventó la frase tan machoibérica de, dicho finamente, no tiene bemoles, o sea, para atemperar el vocablo, no tiene valor, poseía unas partes íntimas poco sensibles.
Admito mi ignorancia sobre el nivel de sensibilidad de esas partes del líder socialista. Pero debo decir, después de haber visto primero en La Cuatro y luego en Energy su aventura escaladora con Calleja, que, más que palpitación precordial, lo que el político socialista padece es bradicardia, término que califica el estado de una persona  cuando su corazón late en reposo por debajo de las sesenta pulsaciones. Una condición cardíaca propia de los mejores corredores de fondo. Sí, sí, de corredores de mucho fondo, pero en este caso de fondo abismal.
Tras el éxito del programa político-deportivo creo yo que la lista de invitados podría extenderse a todo el arco parlamentario, al grito de ¡todos al vacío con el Calleja! Vistoso, ¿verdad?, y espectacular. Se imaginan ustedes a sus señorías descolgándose por cuerda desde lo alto del hemiciclo, emulando a los GEO, o trepando, que no es para ellos palabra desconocida, por los escaños del Congreso y el Senado, en reñida competición. Sería, en frase publicitaria circense, el mejor espectáculo del mundo, pero, ojo, con entrada de bóbilis, bobilis, porque se pasa hambre y hay aún mucho mendigo en esta España de las discordias.
Planeta Calleja es un programa de aventuras que emiten La Cuatro y Energy, cuyo prota, Jesús Calleja, mundialmente conocido, lleva a sus invitados a los lugares más extraños del globo terráqueo para someterlos a duras pruebas físicas y psíquicas. Al paso que va presiento que la serie siguiente se titulará Universo Calleja. Y la última, Infinito Calleja. Mas con esta habrán de terminar porque sabido es que los astrónomos aún no encontraron el post-infinito. El programa tuvo éxito. Dio imágenes de calidad, un descenso en rappel aéreo muy vistoso de Sánchez y el aventurero leonés desde la cima del molino, y hasta una generosa exhibición de cuerdas y material de escalada. También irradió en todo momento la locuacidad y la simpatía del presentador. Pero, a mi modo de ver, lo más destacado fue la exhibición de un líder político inmutable frente al peligro evidente del descenso en el aerogenerador (con cuerda de seguridad, por aquello de no vaya a ser…) y la subida por una de las paredes más vertiginosas del peñón. Le echó coraje.
A decir verdad Sánchez los tiene bien puestos, que diría un castizo. Ahora bien, esa cualidad suya de nervios templados debería reforzarla en los próximos meses con una dosis extra de sentidiño, expresión gallega cuya traducción al román paladino, en el cual suele el pueblo hablar con su vecino, glosaba Berceo, viene a ser algo así como sensibilidad y buen tacto, generosidad y entendimiento, en este caso en el ejercicio de la política. Así que buena falta le hará al líder socialista derrochar tan honroso proceder si pretende contribuir al restablecimiento del bienestar social y económico de una España lastrada por desajustes sociales y económicos y cainismos. Bemoles no le faltan para proseguir en tan ardua y enaltecedora tarea. Pero, ojo, porque las ya habituales actuaciones de Pedro Sánchez  en TV pueden ser un claro aviso a navegantes.- JT                  
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P. D.- Sugerencias para futuros programas: Rajoy remando en aguas bravas  /  Sáenz de Santamaría buceando entre tiburones / Artur Mas en prueba de velocidad de descenso en globo /  Monago compitiendo en vuelo sin motor / Cayo Lara apaciguando cocodrilos / Pablo Iglesias en el Concurso Nacional de Charlatanes de Orihuela (premio seguro) / Albert Rivera deslizándose en flysurfing por aguas caribeñas / Rosa Díez conviviendo en Birmania con las mujeres-jirafa, etc. Temas hay, y, prot@s, a porrillo. Así que toma nota, Jesús.    

(Fotografías del programa Planeta Calleja, emitido por el canal Energy, de Mediaset. Telecinco)


Pedro Sánchez –a la derecha, de rojo- desciende lentamente en rappel aéreo desde la cima de un aerogenerador de Iberdrola. Él y su guía Jesús Calleja están asegurados por una segunda cuerda como medida de seguridad ante un fallo, muy improbable, de la cuerda de descenso o de los modernos descensores que utilizan.


Los dos protas del espacio Planeta Calleja, emitido por Energy, en una breve parada a mitad de distancia del suelo.


     El líder socialista -siempre de rojo- escala en una de las paredes del Peñón de Ifach. Tiene encima a Calleja observando detenidamente su progresión en la roca.

Peñón de Ifach. Los dos escaladores descansan tras un duro tramo de subida por el escarpado roquedal.




    Sánchez, momentos antes de salvar un paso de cierta dificultad. Su rostro refleja serenidad ante el duro reto al que se ha enfrentado.

    Otra breve parada muy cerca de la cima. El gesto del líder socialista denota la dureza de la prueba a la que se ha sometido, siempre bien protegido y asesorado por Jesús Calleja. No le ha causado pánico, más bien satisfacción.

En la cumbre del Peñón de Ifach, ambos sonrientes, tras el clásico abrazo de la llegada. Ha terminado  felizmente una dura prueba para Pedro Sánchez. La satisfacción por el resultado se refleja en el rostro del líder socialista al que le espera ahora el absorbente camino hacia la Moncloa. Necesitará para recorrerlo con éxito mucho tacto y una firme y sensata determinación en su papel de hombre de Estado, es decir, de político que sabe asumir y respetar valores, tradiciones y cultura de su país, y también los pros y contras de su historia.