miércoles, 2 de marzo de 2016

Señoras y señores, ¡ha comenzado el guiñol!

(Advertencia: Este post irreverente puede herir sensibilidades. Absténganse de su lectura quienes creen en las buenas formas y la educación de los políticos)
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Iglesias y Domènech. El sello comunista
¡Gallera, es pura gallera! Me refiero con este calificativo a nuestro parlamento nacional. De la noche a la mañana ha pasado de ser un lugar de noble aunque a veces bronca dialéctica a recinto para gallos peleones. Lo hemos visto en la sesión de investidura del señor Sánchez celebrada hoy. Como ciudadano y como votante me he sentido avergonzado del comportamiento de sus señorías. En un post de 19 de junio de 2015, una vez conocidos los resultados y los pactos de las elecciones municipales y autonómicas, titulado Comienza el gran circo de una España en cambio, ya insinuaba yo que la vida política llevaba camino de convertirse en espectáculo circense. Ahora debo añadir que me quedé corto: hay circo, pero hay sobre todo teatro de títeres, puro guiñol de marionetas movidas por intereses personales, ambiciones desmedidas y proyectos irrealizables. Si el clima parlamentario sigue así, habrá que reconsiderar seriamente la madurez de nuestra democracia.
        En el pleno cada uno fue a lo suyo, no cabía esperar otra cosa. Sánchez, a tumbar al PP y sobre todo a Rajoy; el presidente en funciones, a defender sus logros y a defenderse de la corrupción; Rivera, a conciliar; Iglesias y Garzón, a dar caña a derecha e izquierda (más bien a derecha), y los independentistas, a reafirmar sus pretensiones. A mí la sesión me entretuvo por la forma más que por el contenido. Me gustaron los palmeros, los gesticuladores, los parlanchines y también los que permanecían imperturbables en sus escaños sin decir ni mu. Iglesias rompió moldes al levantar el puño y dar un beso en la boca a su correligionario catalán Xavier Domènech. Tal vez quiso representar de ese modo el refrán que dice “obras son amores, que no buenas razones”, incluido por el líder podemita en su primera larga, expresiva y bien meditada intervención. Fue esta señal de amor el testimonio más auténtico de su comunismo. Un beso al estilo del que se dieron en 1979 los líderes de la URSS y la DDR, Bresnev y Honecker, en la Alemania Oriental. ¡Cuánto amor hay en esta izquierda!
Breznev y Honecker. 
Un beso histórico
        A su vez, los palmeros hicieron su labor a la perfección. Aplaudían al jefe con energía y entusiasmo cuando hablaba, es igual si lo merecía o no, el caso era alabarlo. En esto las mujeres son más entusiastas, en especial las del tanto por ciento. Otra característica común a todas sus señorías fue el lenguaje corporal, en el que brilló Podemos. En esta su primera intervención en un pleno, los seguidores de Iglesias nos regalaron un derroche gestual de boca, ojos y manos nunca visto hasta ahora, como queriendo demostrar que no son unos simples pinchaúvas.

LAS MIEMBRAS POLÍTICAS
        En cuanto al candidato, poca o escasa importancia parece dar al uso correcto del lenguaje aún sabiendo que millones de espectadores están atentos a sus palabras. Me decepcionó a tope al transgredir innecesariamente las normas gramaticales en favor de la corriente social que pretende evitar la discriminación entre hombre y mujer. Sánchez ya emuló en su momento a una mediocre ministra de Zapatero con sus miembros y miembras durante una intervención parlamentaria en abril de 2015. Pero ahora, en esta su investidura, su señoría nos largó nuevas perlas gramaticales cuando dijo “políticos y políticas”, “nosotras y nosotros” (puro hermafroditismo), y otras expresiones de ese tenor. Cualquier día nos larga simplezas tales como lápices y lápizas o “pueblos y pueblas”. La no discriminación entre hombre y mujer no se defiende con palabras inventadas o innecesarias. Hay que hacerlo a diario, en todos los aspectos de la vida, con firmeza, y valorar políticamente a la mujer por su capacidad del mismo modo que se hace con el hombre, nunca por razones de porcentaje para incluirla en una candidatura.
        El pleno de investidura celebrado hoy tenía un final conocido. Carecía de interés, como ocurre cuando se va a ver una película de la que conocemos el the end. Sánchez, voluntarioso, firme en su intento de ser investido, empeñado en probar suerte, se dio el previsto tortazo. Una pena, porque a mí me cae bien. Sobre todo porque es un buen deportista y persona de agradable trato. Siento que, como le ocurría al coronel de García Márquez, salvo Ciudadanos ya no tiene quien le escriba. A ver qué espectáculo nos depara ahora la segunda vuelta, si la hay.- JT