viernes, 19 de junio de 2015

Comienza el gran circo de una España en cambio

Hocus pocus, tontus talontus, dijo el mago, y saltó la liebre del cambio en España. Después de las últimas elecciones, la transformación del panorama político español parece bastante clara. Gana el PP, pero pierde. ¡Curiosa contradicción! Gana el PSOE, pero con menos votos de los esperados. Aún así triunfan los socialistas. Quiero decir que ganan poder en ayuntamientos de ciudades importantes y en comunidades autónomas. Es magia, pura magia creada hace más de treinta años por ilustres legisladores electorales. Tú, socialista, pierdes, pero ganas. ¿Vale? Te llevas los ayuntamientos de Madrid, Valencia, Sevilla, etc. y comunidades como Castilla La Mancha. Y tú, popular, ganas, pero pierdes. Pierdes en grandes ciudades y en autonomías. ¡Jó, la alquimia política descoloca a sus cocineros! Mas ellos la guisaron, y ahora se la tienen que comer.

Los tomaron a broma, pero ellos,
Rivera e Iglesias, conquistaron
 poder en ayuntamientos y
 comunidades (Foto ABC.es)
Dos nuevos grupos irrumpieron con vigor en la escena electoral, con mucho más vigor del esperado.  Ciudadanos y Podemos, alevines de apariencia, vejados y denostados por los dos grandes partidos del territorio español y por tertulianos derrochadores de sabiduría en círculos mediáticos. Ellos, esos dos nuevos partidos debutantes, son realmente los grandes triunfadores de los últimos comicios: los naranjitos, los chaqueteros, los lobos disfrazados de corderos, los chavo-marxistas. De todo se les ha dicho a las dos formaciones. Pero ahora, cuando el pueblo español los acepta y los distingue sin reparos, ¿qué dicen socialistas y populares?
 
Pues no digas lo que no debes para no tener que arrepentirte. Sabia sentencia. Cuando llega el momento de los pactos, PP y PSOE bien pueden admitir que sus pronósticos fallaron estrepitosamente. Podemitas y riveritas acapararon votos a porrillo, se los robaron a ellos. Se los sustrajeron a quienes miraron con frialdad y hasta con desprecio a Rivera y a los indignados de la Puerta del Sol, que aspiraban a meter mano en la política de una España en crisis. Ahora, para alcanzar poder, ha tocado pactar. Los dos grandes ya se han postrado de hinojos ante el adversario indeseado. ¿Acaso no tienen vergüenza? Pues parece que no. Suena la trompeta, comienza el espectáculo. El gran circo político español abre sus puertas. Va a deleitarnos con sus acróbatas y sus contorsionistas, con sus domadores y payasos. En Madrid y Barcelona nos anticiparon parte del guión. La Colau, ciclón verbal donde los haya, promete respetar las leyes de su agrado, y Carmena, alcaldesa de aspecto venerable, de sosegada presencia, se esfuerza por amparar a concejales de muy dudosa capacidad democrática. En fin, la función ha comenzado. A ver cuánto dura.- JT